Un meteorito verde ilumina los cielos de Puerto Rico, despertando asombro y curiosidad

Un inusual meteoro verde cruzó el cielo nocturno de Puerto Rico la noche del 16 de noviembre, dejando una estela luminosa que llamó la atención de ciudadanos, astrónomos aficionados y especialistas. El fenómeno, vinculado a la lluvia de meteoros de las Táuridas del Sur, destacó por su intenso tono verdoso y por la claridad con la que pudo ser registrado en vídeo. La grabación realizada por el astrónomo amateur Frankie Lucena desde Cabo Rojo ofrece una rara oportunidad para analizar en detalle uno de esos eventos celestes que, aunque frecuentes a escala astronómica, pocas veces se observan con tanta nitidez.

Captura del meteorito verde surcando el cielo nocturno sobre Cabo Rojo, Puerto Rico, durante la lluvia de meteoros Táuridas del Sur.<br>                        <br>                        <br>                        <br>
Un meteorito verde ilumina los cielos de Puerto Rico, despertando asombro y curiosidad

La escena se suma a la actividad habitual de las Táuridas, una lluvia de meteoros que tiene su máximo en noviembre y que suele ofrecer destellos moderados, pero constantes, sobre buena parte del hemisferio norte. En esta ocasión, el color y la intensidad del bólido han suscitado un interés especial, tanto por la explicación física que hay detrás de este brillo como por el impacto que ha tenido en la conversación pública en el archipiélago caribeño.

Un destello inusual

El meteoro, visible como una brillante bola de fuego de color verde, surcó el firmamento puertorriqueño durante unos instantes antes de desintegrarse en la atmósfera. A diferencia de otros destellos fugaces que pasan desapercibidos, este bólido destacó por su tonalidad y por la claridad con la que pudo apreciarse desde distintos puntos de la isla.

Según apuntan los especialistas, el color verdoso suele estar relacionado con la presencia de determinados metales —como el bario— en la composición del meteorito y con la forma en que estos elementos interactúan con las capas altas de la atmósfera. Esa combinación de factores físicos convierte lo que podría ser un destello más de la lluvia en un espectáculo llamativo para observadores y cámaras.

La lluvia de Táuridas

Las Táuridas del Sur forman parte de una lluvia de meteoros que se repite de manera anual, vinculada al rastro de partículas que deja el cometa Encke en su órbita alrededor del Sol. Su actividad suele extenderse durante varias semanas, con un máximo que este año se había registrado pocos días antes del avistamiento en Puerto Rico.

Aunque no se trata de la lluvia más intensa del calendario astronómico, las Táuridas son conocidas por producir, de forma esporádica, bólidos brillantes y meteoros de gran tamaño aparente. Muchos pasan discretamente, pero cuando alguno destaca por su brillo o color, el interés científico y la atención mediática se disparan, como ha ocurrido con el meteoro verde de la noche del 16 de noviembre.

Un meteoro bien documentado

El registro en vídeo realizado por Frankie Lucena desde Cabo Rojo aporta un material valioso para el análisis del fenómeno. En las imágenes no se aprecia solo un punto de luz, sino un cuerpo con trazos definidos que aumenta de brillo antes de desvanecerse, dejando constancia clara de su trayectoria y características visuales.

Este tipo de documentación permite a astrónomos y expertos calcular parámetros como la velocidad, el ángulo de entrada o la posible masa del objeto original. Cada registro de calidad contribuye a mejorar la comprensión de estos «visitantes fugaces» y a afinar los modelos que explican cómo se comportan los fragmentos de cometas y asteroides al entrar en la atmósfera terrestre.

Repercusión en la comunidad

El meteoro verde no se ha quedado en una mera anécdota visual. El suceso se ha convertido en tema de conversación en Puerto Rico, donde aficionados a la astronomía, divulgadores y ciudadanos han compartido impresiones, vídeos y fotografías en redes sociales y medios locales. El evento ha servido de punto de encuentro entre la comunidad científica y el público general.

Este tipo de fenómenos contribuye a reforzar el interés por la observación del cielo y la divulgación científica. Para muchos ciudadanos, la experiencia de ver un bólido brillante supone un recordatorio tangible de la presencia constante de objetos espaciales cruzando la órbita terrestre, y una invitación a seguir de cerca futuras lluvias de meteoros y eventos astronómicos.

Claves científicas

Las lluvias de meteoros se producen cuando la Tierra atraviesa nubes de partículas que han sido liberadas por cometas en anteriores pasos cerca del Sol. En el caso de las Táuridas, esas partículas proceden del cometa Encke, cuyos restos forman un amplio enjambre de fragmentos de distintos tamaños y composiciones.

Cada uno de esos fragmentos, al entrar en la atmósfera, genera un meteoro con características propias. El tamaño, la velocidad y la composición química determinan su brillo, su color y la duración de la traza luminosa. Más allá del impacto visual, estos eventos proporcionan pistas sobre la estructura y evolución del Sistema Solar, ya que muchos de estos materiales son restos primitivos de su formación.

Mirar al cielo

El meteoro verde observado sobre Puerto Rico es un recordatorio de la continua interacción entre nuestro planeta y el entorno cósmico que lo rodea. Mientras para una parte de la población estos sucesos pueden parecer simples curiosidades, para investigadores y observadores representan oportunidades concretas para recabar datos y avanzar en el conocimiento de los cuerpos menores del Sistema Solar.

El interés suscitado por este bólido sugiere que futuras apariciones similares seguirán despertando atención y preguntas entre los habitantes del archipiélago caribeño. La combinación de fenómenos espectaculares, como el de la noche del 16 de noviembre, con herramientas de registro cada vez más accesibles hace pensar que cada vez será más fácil documentar estas luces misteriosas que, de cuando en cuando, iluminan el firmamento.

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