Neandertales

¿Realmente se extinguieron los neandertales? Un estudio sugiere que siguen vivos en nuestro ADN

Durante años se ha asumido que los neandertales desaparecieron por completo hace unos 40.000 años. Sin embargo, un nuevo estudio propone un giro radical: su desaparición no habría sido fruto de una extinción drástica, sino del contacto continuo y del mestizaje con los humanos modernos, que habría diluido su identidad genética. La tesis desafía nociones clásicas de la evolución humana y abre la puerta a repensar qué significa realmente “extinguirse”.

Imagen miniatura que acompaña el vídeo titulado sobre la posible supervivencia genética de los neandertales.<br>                        <br>                        <br>                        <br>
Imagen miniatura que acompaña el vídeo titulado sobre la posible supervivencia genética de los neandertales.

La imagen tradicional de los neandertales es la de una especie robusta, inteligente y adaptada al rigor de la Eurasia glacial, que un día —por causas ambientales, biológicas o incluso violentas— desapareció abruptamente. Esa narrativa ha formado parte del imaginario científico y cultural durante décadas. Pero un nuevo estudio parece dispuesto a romper con ese paradigma.

Investigadores han desarrollado un modelo matemático que simula las dinámicas de contacto entre neandertales y humanos modernos a lo largo de miles de años. En lugar de asumir una competencia feroz o una desventaja adaptativa, el modelo parte de un principio simple: el flujo constante de pequeños grupos de Homo sapiens hacia comunidades neandertales ya establecidas. Los resultados, lejos de apuntar a un colapso súbito, revelan una posibilidad distinta: la absorción progresiva de los neandertales.

La hipótesis clásica sostiene que los neandertales desaparecieron hace unos 40.000 años como consecuencia de factores múltiples: cambios climáticos severos, aparición de enfermedades, dificultades para obtener recursos, menor eficiencia tecnológica o incluso enfrentamientos directos con los recién llegados Homo sapiens.

Sin embargo, el nuevo estudio desmonta parte de esa base teórica. Su modelo no atribuye superioridad evolutiva a ninguno de los dos grupos, lo cual supone un giro significativo respecto a las explicaciones tradicionales que presentan a los humanos modernos como genéticamente o cognitivamente más “aptos”.

Al introducir en la simulación oleadas sucesivas de humanos modernos —aunque de pequeño tamaño poblacional— los investigadores observaron cómo la identidad genética neandertal disminuía gradualmente sin necesidad de una mortalidad masiva o de cambios drásticos en el entorno. Es decir, no se extinguieron; se diluyeron.

Mestizaje: la clave silenciosa

Uno de los datos más contundentes del estudio es la importancia del mestizaje repetido. Si bien se sabía desde el análisis del genoma humano que un pequeño porcentaje de nuestro ADN procede de los neandertales, este modelo sugiere que esa huella no es anecdótica: es el vestigio de un proceso largo, continuo y extendido.

Con cada ola migratoria de Homo sapiens, la proporción de genes neandertales en la población descendía, no por imposición violenta, sino por mezcla demográfica. A lo largo de varias generaciones, la identidad genética original de las poblaciones neandertales se habría integrado dentro de los grupos humanos recién llegados.

Esto altera también la forma en que entendemos el concepto de extinción. En el modelo matemático, los neandertales dejan de existir como grupo diferenciado, pero siguen vivos en forma de legado genético, repartido hoy en millones de personas.

Consecuencias para la ciencia —y para nuestra identidad

Si este enfoque se confirma con futuros estudios, podría tener consecuencias profundas. Implicaría que la transición entre neandertales y humanos modernos no fue un reemplazo violento, sino un proceso lento de contacto, intercambio y coexistencia.

Además, obliga a revisar cómo interpretamos lo que significa ser “humano moderno”. El ADN neandertal influye en aspectos como el sistema inmunológico, la respuesta inflamatoria, el metabolismo e incluso la adaptación a la altitud. Saber que este legado podría ser el resultado de una integración progresiva, más que de un final dramático, cambia la narrativa de nuestra propia especie.

Repensar la extinción

Este estudio también introduce una reflexión más amplia: ¿qué significa que una especie “desaparezca”? En biología, la extinción se define por la ausencia de individuos vivos. Pero en el caso de los neandertales, su huella genética sigue presente en nuestra especie. Esa presencia cuestiona la frontera estricta entre desaparición y supervivencia.

Si los neandertales no se extinguieron realmente, sino que se transformaron al mezclarse con nuestra especie, podríamos estar ante un nuevo paradigma evolutivo: uno en el que las especies humanas no se reemplazan, sino que se funden.

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