Trump ultima una orden ejecutiva para blindar el acuerdo de TikTok con mayoría estadounidense y Oracle como garante
La Casa Blanca prevé firmar esta semana una orden ejecutiva que avale el marco del acuerdo para que TikTok siga operando en Estados Unidos con control mayoritario de inversores norteamericanos, ByteDance por debajo del 20% y el algoritmo bajo supervisión local. El Gobierno ha prorrogado hasta el 16 de diciembre el plazo legal mientras cierra los flecos con Pekín.
La batalla por el control de TikTok entra en su fase decisiva. Según avanzan varios medios de referencia, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se dispone a firmar “esta semana” una orden ejecutiva que valide el marco del acuerdo negociado con China para encajar la operativa de la plataforma en la legislación norteamericana. El esquema, adelantado por The Wall Street Journal, prevé que una nueva entidad con capital mayoritariamente estadounidense gestione el negocio en EE. UU., cumpla los requisitos de seguridad y mantenga el servicio sin interrupciones para los usuarios actuales.
El plan reduce la participación de ByteDance a menos del 20% del nuevo vehículo, con un consorcio de inversores estadounidenses —entre ellos Oracle y firmas como Silver Lake y, según esa misma información, otros fondos tecnológicos— controlando en torno al 80%. Oracle, además, continuaría como socio clave para custodiar los datos de los usuarios norteamericanos y operar las salvaguardas de seguridad desde su nube, un rol que ya venía ejerciendo en los últimos años.
La Casa Blanca también ha movido ficha en el frente regulatorio: el 16 de septiembre publicó una nueva orden que extiende hasta el 16 de diciembre de 2025 la moratoria de la ley aprobada en 2024 —Protecting Americans from Foreign Adversary Controlled Applications Act—, retrasando de nuevo cualquier acción coercitiva mientras se culmina la transacción. Es la tercera prórroga desde enero.
Uno de los aspectos más sensibles del acuerdo es el cerebro de la app: su algoritmo de recomendación. El WSJ adelanta que la tecnología se licenciaría a la nueva compañía y sería “copiada y reentrenada” bajo supervisión estadounidense, con el objetivo de mitigar cualquier influencia de Pekín en el feed de contenidos. En paralelo, el diseño de gobernanza reservaría seis de los siete asientos del consejo para representantes estadounidenses y dejaría la silla restante para un miembro propuesto por ByteDance, fuera del comité de seguridad.
En el plano político, Trump ha señalado públicamente a varios perfiles empresariales de primer nivel como potenciales participantes en la inversión, incluyendo a Larry Ellison (Oracle), Michael Dell y Lachlan Murdoch. El movimiento subraya la intención de blindar el control doméstico de una plataforma que suma unos 170 millones de usuarios en EE. UU. y que se ha convertido en un factor cultural y electoral de primer orden.
Para el usuario de a pie, lo relevante es que TikTok seguiría funcionando “sobre la app actual”, mientras el nuevo operador adapta el back-end y reentrena el algoritmo dentro de las exigencias de seguridad y soberanía tecnológica marcadas por Washington. Esa continuidad de servicio forma parte del marco que el Ejecutivo confía en validar esta misma semana con su orden, según las informaciones disponibles.
El origen inmediato de esta solución se remonta a la ley de 2024 que obligaba a ByteDance a desinvertir o enfrentarse a una prohibición nacional. Desde su regreso a la Casa Blanca, Trump ha optado por encauzar el choque hacia una desinversión “ordenada” y por etapas, encajando la operación en un capítulo más amplio de negociación económica con China. La última prórroga hasta el 16 de diciembre abre una ventana temporal suficiente para cerrar condiciones técnicas, gobierno corporativo y vistos buenos de las autoridades de ambos países.
Quedan interrogantes: el detalle final de la licencia tecnológica, el perímetro exacto de los datos que se procesarán en la nube de Oracle y el encaje del acuerdo con la normativa china de exportación de tecnologías estratégicas. Pero, a diferencia de 2020 —cuando un intento similar se quedó a medio camino— hoy existe una arquitectura legal específica y una hoja de ruta más precisa. La diferencia es que el nuevo TikTok “estadounidense” nacería con mayoría, gobierno y compliance en clave doméstica, y con un algoritmo bajo tutela local, elementos que el mercado y los reguladores consideraban innegociables.
Si no hay sorpresas, el desenlace llegará por la vía que más gusta a los mercados: seguridad jurídica, claridad accionarial y continuidad de uso. Para una audiencia y un negocio publicitario que nunca dejaron de crecer, esa combinación vale oro; para la geopolítica digital, supone un precedente sobre cómo Occidente quiere tratar las apps consideradas críticas por su alcance y sus efectos sobre la opinión pública.