Rusia pone freno a las expectativas de una paz cercana en Ucrania y enfría las posibilidades de un encuentro directo entre Putin y Zelenski.

Claves del día: Esto es lo que no le ha gustado a Rusia, Trump a por Maduro y el miedo del inversor

La tensión internacional no da tregua. Rusia pone freno a las expectativas de una paz cercana en Ucrania y enfría las posibilidades de un encuentro directo entre Putin y Zelenski. Mientras tanto, Donald Trump endurece su discurso contra el régimen de Nicolás Maduro y aumenta la presión sobre Venezuela. En el terreno económico, los mercados empiezan a reflejar un nuevo temor: la inteligencia artificial ya no solo genera entusiasmo, sino también incertidumbre y miedo entre los inversores, que temen estar ante una burbuja tecnológica.

Claves del día: Esto es lo que no le ha gustado a Rusia, Trump a por Maduro y el miedo del inversor

La cumbre entre Putin y Zelenski se complica por momentos, pasando de una posibilidad cercana a un espejismo diplomático. Lo que parecía inminente se aleja a pasos agigantados: Zelenski mantiene su negativa rotunda a viajar a Rusia, y los socios europeos buscan a la desesperada un territorio neutral y seguro para Vladímir Putin, un lugar donde no se active la orden de arresto de la Corte Penal Internacional. Suiza, con su histórica neutralidad, emerge como la opción más viable para ofrecer esas garantías al presidente ruso. Sin embargo, el escepticismo inunda el ambiente.

El ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov, ha enfriado aún más las expectativas, advirtiendo con tono severo que una reunión de jefes de Estado no es un encuentro casual, sino que requiere una preparación «cuidadosa», con una agenda pactada y objetivos claros, algo que no puede improvisarse. La fotografía de un apretón de manos, por tanto, parece alejarse no solo de esta semana, sino de las próximas, sumiendo el proceso en la incertidumbre.

Mientras tanto, la maquinaria diplomática y militar no se detiene. Los líderes europeos, en coordinación con Estados Unidos, trabajan en definir las garantías de seguridad para Ucrania. Sobre la mesa está la posibilidad de desplegar un contingente limitado de soldados estadounidenses en suelo ucraniano como fuerza disuasoria, una línea roja que hasta ahora no se había cruzado. A esto se suma un ambicioso plan de compra de armas europeas para Kiev por valor de 100.000 millones de dólares, buscando reforzar su capacidad defensiva a largo plazo. Pero la gran pregunta, como plantea el Wall Street Journal, es si Putin realmente quiere negociar con Zelenski, a quien ha calificado repetidamente de «títere de Occidente».

Crece la sospecha de que Rusia podría estar jugando a largo plazo, usando las conversaciones para ganar tiempo mientras aguarda un cambio de liderazgo en Ucrania que le permita negociar la paz definitiva desde una posición de fuerza. En este complejo tablero, Donald Trump sigue moviendo sus fichas, como demuestra su reciente llamada al primer ministro húngaro, Viktor Orbán, buscando allanar el camino para una futura entrada de Ucrania en la UE y neutralizar un posible veto de Budapest.

El foco geopolítico se desplaza a Venezuela


De forma paralela, y casi como un movimiento coordinado en el gran tablero global, la tensión crece en otro punto caliente del planeta. Venezuela vuelve al centro del huracán con movimientos militares tanto de Estados Unidos, que ha aumentado su presencia naval en el Caribe, como del propio régimen de Maduro, que ha respondido con ejercicios militares. Washington eleva la presión y endurece su discurso, cambiando radicalmente su estrategia. La Casa Blanca ya no se refiere a Maduro como un presidente, sino como el «líder de un cártel», un matiz semántico con profundas implicaciones legales y militares. Este cambio de narrativa podría estar sentando las bases para una intervención, no ya como una guerra contra un estado soberano, sino como una operación policial a gran escala contra una organización criminal. Se trata de un movimiento de alto voltaje que busca redibujar el mapa geopolítico en América Latina, pero que amenaza con despertar viejos fantasmas y provocar un incendio diplomático en una región muy sensible a las injerencias externas.

El Nasdaq tiembla ante el fantasma de una burbuja en la IA


En los mercados, la euforia desmedida por la inteligencia artificial ha dado paso a una repentina y gélida cautela. Una advertencia de Sam Altman, el visionario CEO de OpenAI, y un informe crítico del prestigioso MIT han sido suficientes para pinchar el globo y provocar una corrección severa en el sector tecnológico. El Nasdaq cedió ayer un 1,4%, arrastrado por el temor a que las valoraciones de las empresas de IA estén peligrosamente infladas, desconectadas de sus beneficios reales. La sangría fue notable: Palantir se desplomó un 9,4% y Nvidia, la joya de la corona, un 3,5%. La única excepción fue Intel, que subió un 7% tras una millonaria inversión estratégica de Softbank, que busca asegurarse una posición en la fabricación de chips.

Altman fue directo y brutalmente honesto en sus declaraciones: «¿Están los inversores demasiado entusiasmados? En mi opinión, sí. Es probable que algunos pierdan mucho dinero, y no quiero minimizarlo». El informe del MIT añade leña al fuego con datos demoledores, señalando que solo un 5% de los proyectos piloto de IA están generando valor real y medible, mientras la inmensa mayoría permanece estancada en fases experimentales sin impacto en los resultados. El mensaje ha calado hondo, y los inversores, temerosos de revivir el fantasma de la burbuja puntocom, se apresuran a recoger beneficios.

FT advierte: la deuda pública forzará a los bancos centrales a bajar tipos


El Financial Times lanza hoy una seria advertencia sobre un riesgo sistémico que se cuece a fuego lento: la entrada inminente en una «nueva era de dominio fiscal». El concepto es complejo, pero su consecuencia es clara: la combinación de una deuda pública récord y el aumento de los costes de financiación está poniendo a los bancos centrales contra las cuerdas. Según el diario británico, la presión política para mantener a flote a los Estados y evitar un colapso financiero podría obligarles a bajar los tipos de interés de forma drástica y mantenerlos artificialmente bajos, independientemente de que la inflación siga siendo un problema. Se sacrificaría la estabilidad de precios para garantizar la solvencia de los gobiernos. Países como Reino Unido o Japón ya sienten esta tensión insostenible. Es un cambio de paradigma que obligará a los inversores a repensar sus estrategias a largo plazo, en un mundo donde el dinero podría perder valor de forma constante por decreto político.

Sánchez, portada del Financial Times por la corrupción


Y en clave nacional, la noticia del día es la portada que el Financial Times dedica a Pedro Sánchez y a la creciente presión que afronta por los casos de corrupción que salpican a su entorno más cercano. Con una gran fotografía del presidente junto a su esposa, Begoña Gómez, el prestigioso diario económico detalla con crudeza las acusaciones de malversación y tráfico de influencias, haciéndose eco de la investigación judicial en curso. El artículo no se limita a su esposa, sino que habla de un «círculo íntimo» bajo sospecha.

Este reportaje es un golpe durísimo a la imagen internacional del presidente y, para muchos analistas, ofrece la explicación definitiva de por qué España fue excluida de la reciente cumbre en la Casa Blanca. FT afirma que «Sánchez siente la presión» y que su gobierno en minoría «está perdiendo autoridad a los ojos de muchos españoles», incapaz de sacar adelante leyes importantes. No es la primera vez que la prensa internacional pone el foco en el presidente español —The Economist ya pidió en un duro editorial su dimisión—, pero la portada de hoy, en uno de los diarios más influyentes del mundo, confirma que la supuesta corrupción en su círculo se ha convertido en un asunto de primer orden a nivel global, dañando la reputación de España en un momento geopolítico clave.

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