Claves del día: Jaque mate al sistema, la gran jugada de China y el mensaje oculto del oro
Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal, ha dado un giro clave en la política monetaria de EE. UU., deteniendo el quantitative tightening, lo que refleja un cambio hacia una política más expansiva. Al mismo tiempo, China continúa su estrategia de desdolarización y refuerza su apuesta por el oro, lo que podría estar allanando el camino para un nuevo orden financiero global. En este contexto, los metales preciosos alcanzan niveles récord, mientras la confianza en las monedas fiat tradicionales se desploma.
Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal (FED), ha dado un giro inesperado en la política monetaria de Estados Unidos, deteniendo el proceso de quantitative tightening, lo que implica una inyección de liquidez en el sistema financiero. Esta medida, que apunta a mantener la estabilidad financiera y apoyar a Wall Street, marca un cambio importante en la postura de la FED, que previamente había insistido en frenar la expansión monetaria. Ahora, Powell se alinea con las demandas de estímulo económico que fueron impulsadas en su momento por Donald Trump, lo que ha generado una respuesta inmediata en los mercados, con una recuperación significativa en los índices bursátiles.
Este cambio en la política monetaria refleja la fragilidad del sistema financiero actual, que depende en gran medida de los estímulos constantes para mantenerse estable. La inflación creciente y la volatilidad de los mercados son indicativos de un sistema financiero que sigue estando a merced de las decisiones de los bancos centrales. En este escenario, los metales preciosos, como el oro y la plata, han alcanzado niveles récord, lo que refleja la creciente desconfianza en las monedas fiat tradicionales y una posible transición hacia un nuevo orden financiero global.
A nivel geopolítico, esta crisis monetaria está afectando la competitividad de Estados Unidos, especialmente en la carrera tecnológica con China. La falta de liquidez podría limitar la inversión necesaria para mantener la supremacía de EE. UU. en sectores como la inteligencia artificial. Además, la creciente incertidumbre sobre el futuro del dólar y las monedas fiat está empujando a otros países a buscar alternativas. En este contexto, China ha reducido significativamente su exposición al dólar, vendiendo un 41% de los bonos del Tesoro estadounidense que poseía desde 2015, en un claro intento de desdolarización.
China no solo está diversificando sus reservas, sino que también está apostando por el oro como un activo económico y geopolítico clave. Pekín ha comenzado a fortalecer su posición como el nuevo centro mundial del oro, construyendo una plaza mercantil propia para la negociación de metales preciosos y ofreciendo a otros países, especialmente los miembros de los BRICS, la posibilidad de custodiar sus reservas de oro. Este movimiento tiene una doble finalidad: por un lado, atraer capital extranjero y reforzar el sistema financiero chino; por otro, aumentar la dependencia de otros países de China y consolidar su influencia global frente a EE. UU.
La maniobra de China, que combina la desdolarización con una apuesta estratégica por el oro, refleja un cambio de paradigma en el orden financiero global. A medida que el sistema monetario tradicional muestra signos de debilidad, los metales preciosos y la diversificación de reservas se presentan como alternativas clave en un mundo cada vez más multipolar. Mientras tanto, la FED se enfrenta a las consecuencias de un sistema financiero que sigue dependiendo de políticas expansivas, y la competencia entre China y EE. UU. por la supremacía económica y tecnológica se intensifica. El futuro del sistema financiero global está en juego, y los movimientos actuales de China y EE. UU. podrían ser solo el principio de un reordenamiento económico más profundo.