La apuesta multimillonaria de OpenAI para convertir la IA generativa en negocio masivo

OpenAI se marca un objetivo gigante: 220 millones de suscriptores de pago de ChatGPT para 2030

OpenAI se ha fijado una meta tan ambiciosa como reveladora: lograr que unos 220 millones de usuarios de ChatGPT paguen una suscripción de aquí a 2030, según adelantó The Information citando a una fuente conocedora de los planes internos. Eso implicaría que alrededor del 8,5% de un total estimado de 2.600 millones de usuarios semanales optaría por modalidades de pago, frente a los aproximadamente 35 millones de clientes de Plus o Pro que el chatbot tenía en julio de 2025. Un salto de varias veces que redefine la batalla por monetizar la IA.

EPA/WU HAO
EPA/WU HAO

Un objetivo de pago que multiplica por varias veces la base actual

Según la información filtrada, OpenAI proyecta para 2030 un escenario en el que 2.600 millones de personas usen ChatGPT cada semana, de las que un 8,5% contrataría algún tipo de suscripción. Traducido a números absolutos, la compañía aspira a alcanzar unos 220 millones de usuarios de pago, una cifra que situaría a su servicio en la liga de las grandes plataformas de suscripción global.

Hoy, el punto de partida es muy distinto: en julio de 2025, alrededor de 35 millones de personas pagaban por los planes Plus o Pro del chatbot. Para llegar al objetivo, OpenAI tendría que multiplicar varias veces su base de clientes de pago en apenas cinco años, apoyándose en nuevas funcionalidades, más casos de uso y precios segmentados por tipo de usuario (consumidor, profesional, empresa, desarrollador, educación, etc.).

De producto viral a infraestructura de trabajo diario

El mensaje que envía este objetivo es claro: OpenAI no solo quiere que ChatGPT sea una herramienta popular, sino una plataforma de trabajo imprescindible por la que los usuarios estén dispuestos a pagar de forma recurrente.

Para lograrlo, la compañía tendrá que:

  • Profundizar en funciones profesionales y empresariales, desde asistentes especializados por sector hasta automatización de tareas complejas.

  • Consolidar ChatGPT como centro de productividad (documentos, código, análisis de datos, CRM, soporte al cliente, etc.).

  • Integrarse de forma nativa en más ecosistemas: navegadores, suites ofimáticas, herramientas de desarrollo y plataformas de comercio.

En otras palabras, el objetivo de 220 millones de suscriptores solo es realista si ChatGPT deja de ser percibido como “un chat inteligente” y pasa a ser parte del sistema operativo de la vida digital de millones de personas.

Implicaciones económicas: ingresos, costes y presión competitiva

Si una fracción significativa de esos 220 millones de usuarios de pago adoptara planes de varios niveles (personal, profesional, enterprise), el potencial de ingresos sería multimillonario, pero también lo serían las exigencias de inversión. Mantener y servir a miles de millones de usuarios semanales requerirá:

  • Infraestructura masiva en la nube, con enormes costes de computación y energía.

  • Desarrollo continuo de nuevos modelos (como las futuras generaciones de GPT) para mantener la ventaja cualitativa frente a competidores como Google, Anthropic o Meta.

  • Refuerzo de los equipos de seguridad, cumplimiento normativo y moderación, a medida que crece el uso en entornos sensibles (empresa, educación, sector público).

Al mismo tiempo, una meta tan explícita puede intensificar la competencia en precios y funcionalidades. Otros actores del sector podrían responder con:

  • Planes gratuitos más potentes.

  • Bundles con otros servicios (nube, productividad, publicidad).

  • IA integrada en productos ya existentes, reduciendo la necesidad de contratar un chatbot independiente.

El reto clave: convertir curiosidad en retención de pago

Más allá de las cifras, el verdadero desafío para OpenAI será transformar la curiosidad masiva en hábito de pago sostenido. Que 2.600 millones de personas prueben o usen ChatGPT cada semana es plausible; que 220 millones paguen mes tras mes exige:

  • Un uso diario o casi diario de la herramienta.

  • Beneficios claros y medibles (ahorro de tiempo, más ventas, mejor servicio, menos errores, etc.).

  • Confianza en la privacidad, seguridad y estabilidad del servicio.

En definitiva, la filtración de estos objetivos internos dibuja un horizonte en el que la IA generativa deja definitivamente de ser un experimento para consolidarse como una de las grandes líneas de negocio del software global. Falta por ver si el sector, los reguladores y, sobre todo, los usuarios, acompañarán a OpenAI en este salto hacia los 220 millones de suscriptores de pago que la compañía imagina para 2030.

Comentarios