3I/ATLAS: El cometa interestelar que desafía las normas y vuela más rápido que ningún otro
Velocidad de récord, una composición química fuera de lo habitual y una actividad cometal que desafía las comparaciones con otros objetos interestelares. El cometa 3I/ATLAS, tercer visitante confirmado desde fuera de nuestro Sistema Solar, se ha convertido en un auténtico laboratorio cósmico. En una entrevista exclusiva con Negocios TV, la investigadora Tessa Frincke desgrana por qué este cometa no se parece a nada de lo que habíamos visto antes y qué pistas ofrece sobre la materia que circula entre las estrellas.
3I/ATLAS no es un cometa cualquiera. Es el tercer objeto confirmado que nos visita desde fuera del Sistema Solar y, según explica la investigadora Tessa Frincke en una entrevista exclusiva con Negocios TV, también es el más desconcertante: se mueve más rápido que sus predecesores, muestra una actividad cometal mucho más marcada y presenta una composición química que obliga a replantear los modelos clásicos sobre estos viajeros interestelares.
“Estamos ante un cometa que no se conforma con las reglas conocidas”, resume Frincke. Velocidad extrema, química peculiar y un pasado turbulento en regiones lejanas de la galaxia se combinan para convertir a 3I/ATLAS en un caso de estudio único.
Un visitante interestelar fuera de los manuales
3I/ATLAS fue identificado como un objeto de origen claramente interestelar por su órbita abiertamente hiperbólica, una trayectoria de paso que indica que no está ligado gravitatoriamente al Sol. Pero lo que ha despertado más interés entre la comunidad científica es la combinación de esa órbita con su extraordinaria velocidad.
El cometa viaja a entre 58 y 60 kilómetros por segundo respecto al Sol, prácticamente el doble que los otros dos visitantes interestelares conocidos, 1I/ʻOumuamua y 2I/Borisov, cuyas velocidades se situaban en el rango de los 26-32 km/s. “Esta diferencia no es un simple detalle técnico —señala Frincke—, es una pista directa sobre su historia dinámica y el entorno del que procede”.
Velocidad récord: lo que revela sobre su origen
La velocidad sin precedentes de 3I/ATLAS sugiere un origen en una región especialmente activa de la galaxia, donde las interacciones gravitatorias con otras estrellas o con gigantes gaseosos podrían haberlo impulsado a esas velocidades extremas antes de expulsarlo al espacio interestelar.
Según la experta, esta rapidez tiene dos implicaciones clave: por un lado, confirma que se trata de un viajero de “solo ida” que jamás quedará atrapado en la familia de cometas del Sistema Solar; por otro, complica las observaciones. “Cuanto más rápido se mueve, menos tiempo tenemos para estudiarlo en detalle. Es como intentar analizar un tren de alta velocidad con una cámara de fotos antigua”, bromea Frincke.
Una coma brillante y una química que rompe esquemas
Si 1I/ʻOumuamua sembró dudas por su falta de actividad cometal, 3I/ATLAS hace justo lo contrario. Presenta una ‘coma’ claramente visible, ese halo de gas y polvo que se genera cuando el núcleo se calienta al acercarse al Sol. Este comportamiento lo acerca más a la imagen clásica que tenemos de un cometa, pero con matices importantes.
Las mediciones espectroscópicas indican una emisión especialmente intensa de dióxido de carbono (CO₂), muy por encima de lo observado en 2I/Borisov y en buena parte de los cometas “domésticos” del Sistema Solar. “La abundancia relativa de ciertos volátiles, como el CO₂, es uno de los grandes enigmas de 3I/ATLAS —explica Frincke—. Nos obliga a preguntarnos en qué tipo de entorno se formó y qué procesos han modificado su superficie durante millones de años en el espacio interestelar”.
Esta química inusual abre la puerta a escenarios en los que el cometa se habría visto expuesto durante largos periodos a radiación cósmica, choques de partículas y variaciones extremas de temperatura, alterando sus capas más externas mientras preserva en su interior pistas sobre la nube de material en la que nació.
3I/ATLAS como cápsula del tiempo galáctica
Más allá del espectáculo astronómico, 3I/ATLAS funciona como una auténtica “cápsula del tiempo galáctica”. Cada medición de su composición y de su actividad aporta pistas sobre cómo son los materiales y procesos físicos en otras regiones de la Vía Láctea, lejos de la vecindad solar.
Para la comunidad científica, esto supone una oportunidad única: comparar la “firma química” de este cometa con la de otros cuerpos helados del Sistema Solar permite evaluar hasta qué punto nuestra esquina de la galaxia es excepcional… o simplemente una más entre muchas.
Lo que viene: nuevos datos y futuras misiones
A corto plazo, los equipos de observación seguirán exprimiendo cada segundo de visibilidad de 3I/ATLAS, combinando datos ópticos, infrarrojos y de radio para reconstruir con la mayor precisión posible su estructura, composición y evolución a medida que se aleja del Sol.
A medio y largo plazo, la experiencia acumulada con 1I, 2I y ahora 3I/ATLAS refuerza la idea de diseñar misiones rápidas y específicas capaces de interceptar futuros objetos interestelares. “Cada visitante de este tipo nos trae información que no podemos conseguir de otra forma”, concluye Frincke. “3I/ATLAS nos recuerda que el espacio entre las estrellas no está vacío, sino lleno de historias materiales esperando ser contadas”.