Cometa C/2014 UN271, 30 veces más grande que 3I/Atlas, avanza hacia el sol

Mientras todas las miradas están puestas en 3I/ATLAS y sus anomalías, en el fondo del Sistema Solar avanza un coloso mucho más impresionante en tamaño: el cometa C/2014 UN271 (Bernardinelli–Bernstein). Hablamos de un objeto aproximadamente 30 veces más grande que 3I/ATLAS, con un diámetro estimado de unos 150 kilómetros, que viaja rumbo al Sol a unas 22.000 millas por hora y cuyo momento clave llegará en 2031.

Un visitante desde la Nube de Oort

C/2014 UN271 no es un cometa cualquiera: es un auténtico fósil del Sistema Solar exterior. Lleva millones de años viajando desde la Nube de Oort, esa región lejanísima y poblada de cuerpos helados que rodea el Sistema Solar como una burbuja, y entra ahora en nuestra vecindad siguiendo una trayectoria casi perpendicular al plano en el que se mueven la mayoría de los planetas.

Su órbita es descomunal: en el punto más lejano del Sol (afelio) se sitúa a unas 0,7 años luz, lo que nos da una idea de hasta qué punto pertenece a la “frontera” gravitatoria del Sol. Lo que estamos viendo ahora es, literalmente, un breve paréntesis luminoso en un viaje de 4,5 millones de años hacia el exterior, antes de perderse de nuevo en la oscuridad, quizá para no regresar jamás.

Un cometa que “despierta” donde otros siguen congelados

Lo más intrigante de C/2014 UN271 es a qué distancia empezó a activarse. Mientras la mayoría de cometas permanecen congelados hasta que se acercan mucho más al Sol, Bernardinelli–Bernstein comenzó a mostrar actividad a 26 unidades astronómicas (26 veces la distancia Tierra–Sol).

Desde esa lejanía extrema, su superficie negra como el carbón empezó a emitir chorros de monóxido de carbono y amoníaco, expulsando alrededor de 1.000 kilos de material por segundo. Esa enorme liberación de gas y polvo explica la espectacular coma (envoltura difusa) que los telescopios han detectado alrededor de su núcleo. No solo es grande: es extraordinariamente activo para lo lejos que está.

2031: un perihelio lejano… pero histórico

A diferencia de otros cometas que rozan el Sol, C/2014 UN271 será prudente: su perihelio (punto más cercano al Sol) tendrá lugar en enero de 2031, y aun así quedará más allá de la órbita de Saturno. No hay riesgo alguno para la Tierra: su importancia es científica, no catastrófica.

Precisamente porque no se acercará demasiado, los astrónomos están planteando algo ambicioso: una misión espacial para interceptarlo en torno a 2033. Sería una oportunidad única para estudiar de cerca un objeto casi virgen de la Nube de Oort y responder preguntas clave, como el origen del agua en la Tierra y la composición primigenia del Sistema Solar.

Un laboratorio natural sobre el origen del Sistema Solar

¿Por qué tanto interés en Bernardinelli–Bernstein si ni siquiera va a acercarse a los planetas interiores? Porque es, en esencia, un fragmento congelado de la época en la que se formaron los planetas. Su tamaño, actividad y órbita extrema lo convierten en un laboratorio perfecto para estudiar:

• Qué hielos y moléculas complejas se formaron en las regiones exteriores.

• Cómo se comportan los cometas gigantes cuando se activan lejos del Sol.

• Qué papel pudieron desempeñar estos cuerpos en el aporte de agua y compuestos orgánicos a la Tierra joven.

En un momento en que 3I/ATLAS acapara titulares por su naturaleza interestelar y sus imágenes extrañas, C/2014 UN271 nos recuerda otra verdad igual de fascinante: nuestro propio Sistema Solar todavía guarda gigantes secretos, caminando en silencio hacia el Sol, cargados de información sobre nuestro origen.

Tenemos unos pocos años antes de que este coloso alcance su perihelio y comience su larguísimo viaje de regreso hacia la Nube de Oort. Es una ventana de tiempo limitada para decidir si queremos acompañarlo con una sonda… o conformarnos con verlo pasar desde la distancia.