La NASA detecta un posible rastro de materia oscura en el corazón de la Vía Láctea
Un equipo de la Universidad de Tokio asegura haber identificado, con datos del telescopio espacial Fermi de la NASA, un brillo de rayos gamma en el centro de la Vía Láctea que encaja casi a la perfección con las predicciones teóricas de aniquilación de materia oscura. Si se confirma, podría tratarse del primer atisbo directo de este componente invisible que forma casi una tercera parte del universo y que, hasta ahora, solo conocíamos por sus efectos gravitacionales.
Un nuevo análisis de datos del Telescopio Espacial de Rayos Gamma Fermi de la NASA ha revelado un resplandor inusual en el centro de la Vía Láctea que podría ser, según un equipo de la Universidad de Tokio, el primer rastro directo de materia oscura detectado por la humanidad. El estudio sostiene que este brillo coincide de forma extraordinaria con las predicciones teóricas sobre lo que ocurriría si partículas de materia oscura chocaran y se aniquilaran entre sí.
Un halo de rayos gamma que no encaja con las fuentes conocidas
El trabajo, publicado en la revista Journal of Cosmology and Astroparticle Physics, analiza la presencia de rayos gamma de muy alta energía, en torno a los 20 gigaelectronvoltios (GeV), concentrados en una estructura similar a un halo alrededor del centro galáctico. Este patrón espacial es clave: la distribución de la señal sigue de cerca la forma que los modelos cosmológicos atribuyen desde hace años al halo de materia oscura de la Vía Láctea.
El equipo dirigido por el profesor Tomonori Totani comparó este resplandor con mapas de fuentes astrofísicas conocidas —como púlsares, restos de supernova y regiones de formación estelar— y concluyó que ninguna de ellas explica satisfactoriamente ni la intensidad ni la forma del brillo observado. Esa “desajuste” con el catálogo habitual de fenómenos astronómicos abre la puerta a una explicación más exótica: que se trate de una firma indirecta de materia oscura.
La materia oscura, el “pegamento invisible” del cosmos
Desde la década de 1930, cuando el astrónomo suizo Fritz Zwicky observó galaxias moviéndose demasiado rápido para la materia visible que contenían, los científicos sospechan que existe un componente invisible del universo que aporta masa extra y mantiene unidas las estructuras cósmicas. Ese componente se conoce como materia oscura.
Las estimaciones actuales apuntan a que el universo está formado aproximadamente por un 5 % de materia visible, un 27 % de materia oscura y un 68 % de energía oscura. Sin embargo, la materia oscura no interactúa con la luz: no emite, no absorbe y no refleja radiación electromagnética. Hasta ahora, su existencia solo se había inferido a partir de sus efectos gravitacionales, como la forma en que deforma galaxias o desvía la luz procedente de objetos lejanos.
El posible resplandor detectado por Fermi supondría un cambio de fase en esa búsqueda: ya no se trataría solo de ver cómo “tira” gravitacionalmente de otras cosas, sino de observar directamente la radiación producida por sus interacciones internas.
WIMPs: las candidatas estrella al banquillo
El estudio se centra en un tipo de partículas hipotéticas llamadas WIMP (Weakly Interacting Massive Particles, o partículas masivas débilmente interactuantes), que llevan décadas en el centro de las teorías sobre materia oscura. Según estos modelos, cuando dos WIMP se encuentran, pueden aniquilarse y convertir parte de su masa en rayos gamma de alta energía.
Las características del halo detectado —su energía, su intensidad global y su distribución alrededor del centro galáctico— encajan con las simulaciones de aniquilación de WIMP. Totani señala que la masa efectiva de las partículas, unas 500 veces la de un protón, coincide con el rango esperado por varias teorías. Además, la señal no se ajusta a emisiones típicas de otras fuentes de rayos gamma, lo que refuerza la hipótesis de que estamos ante algo distinto a los fenómenos conocidos.
Un posible descubrimiento histórico que exige prudencia
Aunque las implicaciones del hallazgo serían gigantescas, los investigadores insisten en la cautela. Para considerar confirmada la detección, otros equipos deberán revisar los datos de forma independiente y buscar señales similares en otros lugares del universo. Uno de los objetivos prioritarios serán las galaxias enanas satélite de la Vía Láctea, pequeñas pero muy ricas en materia oscura.
Si se encontrara un patrón de rayos gamma comparable en estas galaxias, la evidencia a favor de la materia oscura como origen del halo se vería fuertemente reforzada. Si no es así, los científicos tendrán que explorar explicaciones alternativas, quizá ligadas a mecanismos astrofísicos todavía no del todo entendidos.
Lo que está en juego para la física y la cosmología
De confirmarse, la señal observada por Fermi sería uno de los hitos científicos del siglo. Implicaría haber detectado por primera vez de forma directa la presencia de materia oscura y, al mismo tiempo, demostrar la existencia de una nueva partícula elemental más allá del Modelo Estándar de la física de partículas. Esto abriría un campo completamente nuevo de investigación en física de altas energías y cosmología.
Por ahora, el extraño halo de rayos gamma en el corazón de la Vía Láctea se presenta como una pista poderosa, pero aún no definitiva. Si realmente procede de la materia oscura, estaríamos ante la primera vez que la humanidad “ve” el componente invisible que domina la arquitectura del universo. Si no, seguirá siendo un misterio fascinante que obligará a los científicos a seguir afinando sus teorías sobre cómo funciona el cosmos.