Uzbekistán

Uzbekistán invierte 135.000 millones en EE.UU. y Donald Trump sacude los mercados

Donald Trump sorprende a los mercados con una inversión récord de 135.000 millones de dólares de Uzbekistán en Estados Unidos ¿qué significa este movimiento para la economía global y cómo afectará al futuro financiero mundial
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En una jugada que ha sacudido el tablero económico y geopolítico global, el presidente Donald Trump ha anunciado un acuerdo histórico de inversión por valor de 135.000 millones de dólares procedentes de Uzbekistán hacia Estados Unidos. La noticia, difundida durante una rueda de prensa en la Casa Blanca, fue presentada como “una alianza estratégica sin precedentes” que, según Trump, “demuestra que Estados Unidos vuelve a ser el mejor lugar del mundo para invertir”.

El acuerdo, de confirmarse en su totalidad, situaría a Uzbekistán como uno de los mayores inversores extranjeros en suelo estadounidense —por encima incluso de potencias como Arabia Saudí o Japón en ciertos sectores— y se centraría en infraestructura, energía, defensa y tecnología avanzada, especialmente en inteligencia artificial y manufactura industrial.

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Un anuncio de alto impacto político y económico

“Esta es una inversión tremenda, increíble, algo que nadie creía posible”, afirmó Trump en su característico tono triunfal. “Uzbekistán confía en Estados Unidos, en nuestras empresas, en nuestra fuerza y en nuestro liderazgo mundial. Vamos a crear cientos de miles de empleos”, añadió el mandatario, rodeado de altos cargos económicos y diplomáticos.

Según fuentes cercanas al Departamento de Comercio, el acuerdo incluiría la creación de fondos conjuntos para proyectos energéticos en Texas y Louisiana, así como alianzas industriales en el cinturón manufacturero del Medio Oeste. Parte de la inversión también se dirigiría al sector tecnológico, con la apertura de un fondo de innovación compartido entre Tashkent y Silicon Valley.

El presidente uzbeko, Shavkat Mirziyoyev, calificó la inversión como “una apuesta estratégica por el fortalecimiento de las relaciones bilaterales con Estados Unidos”, subrayando que su país “busca un papel más activo en la economía global”.

Reacciones mixtas en Wall Street y Washington

El anuncio provocó una reacción inmediata en los mercados, con subidas iniciales en los sectores de energía y defensa, aunque el entusiasmo se moderó al cierre. Analistas de JPMorgan y Goldman Sachs calificaron el anuncio de “potencialmente transformador, pero todavía vago”, advirtiendo que “una inversión de esa magnitud requeriría detalles, acuerdos de garantía y marcos regulatorios que aún no se han concretado”.

En Washington, la noticia ha sido recibida con una mezcla de asombro y escepticismo. Algunos observadores destacan que Uzbekistán, pese a su crecimiento sostenido en los últimos años, tiene un PIB anual inferior a 100.000 millones de dólares, lo que plantea dudas sobre la verdadera dimensión del acuerdo. “Es posible que el monto se refiera a una combinación de compromisos a largo plazo y fondos de terceros”, comentó un exasesor del Tesoro.

Una jugada con aroma electoral

Más allá del componente económico, el anuncio tiene un evidente trasfondo político. A un año de las próximas elecciones presidenciales, Trump refuerza su discurso de “America First” y su imagen de negociador capaz de atraer inversión extranjera a gran escala. “Esto demuestra que la economía estadounidense es el motor del mundo. Cuando soy yo quien negocia, todos quieren invertir aquí”, dijo el presidente, en lo que muchos interpretaron como un mensaje directo a sus rivales demócratas.

La Casa Blanca ha confirmado que el acuerdo incluirá participación en proyectos conjuntos de defensa, aunque no detalló si involucran transferencia de tecnología o cooperación en materia de seguridad. Este punto podría generar tensiones con Rusia y China, que mantienen estrechos vínculos con Uzbekistán en el marco de la Organización de Cooperación de Shanghái.

Un desafío geopolítico con varias lecturas

Desde el punto de vista internacional, la alianza Estados Unidos–Uzbekistán supone un movimiento estratégico en el corazón de Asia Central, región tradicionalmente influenciada por Moscú y Pekín. Analistas del Atlantic Council señalan que este acercamiento “podría formar parte de un esfuerzo por contrarrestar el avance chino en infraestructura y energía bajo la Iniciativa de la Franja y la Ruta”.

Para Tashkent, el acercamiento a Washington representa una oportunidad para diversificar sus alianzas y atraer capital occidental en sectores donde China y Rusia dominan. Pero también conlleva riesgos: “Estados Unidos busca posicionarse como contrapeso económico y político en Asia Central. Para Uzbekistán, eso puede ser una oportunidad… o una trampa geoestratégica”, advirtió un analista de The Economist.

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