EEUU advierte a Ucrania de una derrota inminente en el frente, según Dan Driscoll
En medio del prolongado conflicto en Ucrania, la tensión ha dado un salto cualitativo tras el mensaje enviado por Dan Driscoll, secretario del Ejército de Estados Unidos, a las autoridades ucranianas. Según informaciones de NBC News, Driscoll advirtió en Kiev de que una derrota en el frente podría ser inminente si se mantiene la dinámica actual de la guerra. El aviso llega en un momento en el que los ataques aéreos rusos se intensifican y la capacidad de la industria de defensa estadounidense para sostener el flujo de armamento comienza a mostrar signos de agotamiento.
El escenario que se dibuja es el de una fase crítica del conflicto, en la que cada decisión política y cada movimiento militar pueden inclinar la balanza hacia una resistencia prolongada o hacia la necesidad de explorar con más urgencia una salida negociada.
Un mensaje duro desde Washington
La reunión celebrada en Kiev entre Dan Driscoll y altos funcionarios ucranianos la semana pasada fue algo más que un encuentro protocolario. Según las filtraciones, el secretario del Ejército trasladó un mensaje claro y poco complaciente: las tropas ucranianas estarían cada vez más cerca del colapso en varios puntos del frente.
El tono del intercambio, descrito como urgente e incluso alarmante, refleja un cambio en la percepción estadounidense sobre la evolución de la guerra. Driscoll habría insistido en que el margen de maniobra se estrecha y en que la ventana para revertir la dinámica actual es limitada si no se producen cambios significativos en el terreno o en la estrategia.
Rusia mantiene la presión aérea
La raíz de esta preocupación se encuentra, en gran medida, en el ritmo acelerado de los ataques aéreos rusos. Moscú ha incrementado la intensidad y frecuencia de sus ofensivas, apoyándose en una capacidad logística y militar que, según las fuentes citadas, le permitiría sostener este nivel de presión durante un tiempo prolongado.
En este contexto, la lectura de Washington es clara: Rusia está en condiciones de mantener la ofensiva indefinidamente, mientras que Ucrania afronta un desgaste creciente en recursos humanos y materiales. La asimetría entre ambas capacidades aumenta el riesgo de que el frente ucraniano se vuelva insostenible en determinadas zonas, con efectos imprevisibles para la estabilidad de la línea de defensa.
Presión sobre la industria de defensa estadounidense
El aviso no se limita a la situación sobre el terreno. Driscoll habría señalado también las limitaciones de la industria militar estadounidense para sostener el actual nivel de suministro de armas y munición a Ucrania. La maquinaria de defensa de EEUU estaría sometida a un estrés considerable, lo que complica garantizar el mismo volumen de apoyo en el medio y largo plazo.
Este factor introduce una nueva dimensión en el conflicto: si el flujo de armamento occidental se reduce, incluso sin cortarse del todo, la capacidad de Ucrania para mantener su esfuerzo bélico se vería seriamente afectada. El riesgo es que el auxilio occidental disminuya justo cuando más falta hace, alterando las expectativas de resistencia y obligando a replantear la estrategia global.
Un contexto delicado para Kiev
El mensaje llega en un momento especialmente delicado para el Gobierno ucraniano, que lleva meses reclamando mayor ayuda internacional y nuevos paquetes de apoyo militar y financiero. La posibilidad de una «derrota inminente», puesta sobre la mesa por un alto responsable del Ejército estadounidense, plantea dudas sobre la viabilidad de continuar en una lógica de resistencia sin un horizonte claro de refuerzo externo.
En este punto entra en juego la propuesta de paz impulsada desde la Casa Blanca, presentada como una vía para evitar un desenlace aún más adverso. Kiev se ve obligada a analizar con extrema cautela los términos de cualquier posible acuerdo, consciente de que la alternativa podría ser enfrentarse a un escenario todavía más desfavorable en el frente.
Un punto de inflexión en la guerra
La combinación de advertencias sobre el terreno, presión sobre la industria de defensa y debate sobre el futuro de la ayuda occidental sugiere que el conflicto entra en una fase de inflexión. Lo que hasta ahora se interpretaba como una guerra de desgaste podría transformarse en una carrera contra el tiempo para Ucrania.
En este contexto, el mensaje de Dan Driscoll actúa como una señal de alarma: sin cambios en la correlación de fuerzas o en el marco político, el coste de seguir prolongando la guerra podría hacerse insostenible. Entre la necesidad de resistir y la presión para explorar una salida negociada, el futuro de la región se decide, una vez más, en la estrecha franja que separa la diplomacia de la realidad del campo de batalla.
