Escalada en Oriente Medio

Netanyahu estudia la anexión total de Gaza mientras crece la división interna e internacional

El primer ministro israelí convoca un gabinete de seguridad clave mientras aumenta la presión internacional y la división entre altos mandos militares por la posibilidad de ocupar de forma permanente la Franja de Gaza.
Daniel Chang, Politólogo, señala que "la ocupación total de Gaza es inaceptable. Trump está en problemas por Netanyahu", advierte que una posible anexión completa de la Franja de Gaza por parte del gobierno de Netanyahu tendría graves implicaciones estratégicas y humanitarias. Señala que Israel tendría que elegir entre mantener a los palestinos sin derechos políticos o llevar a cabo una limpieza étnica, opciones que serían insostenibles a largo plazo incluso para sus aliados. Manuel Espinoza, analista de Geopolítica Internacional, destaca que "Israel ha desatendido todas las resoluciones del consejo de seguridad de la ONU". Y, critica la doble moral de Estados Unidos y otras potencias que vetan resoluciones de la ONU mientras continúan apoyando militar y económicamente a Israel.

La Franja de Gaza vuelve a situarse en el centro del tablero geopolítico. Benjamín Netanyahu, primer ministro de Israel, ha convocado un gabinete de seguridad para debatir un paso tan simbólico como estratégico: la anexión completa del territorio palestino, en un momento en el que las críticas internas y externas crecen en paralelo.

El debate en torno a esta posible anexión no es nuevo, pero nunca había estado tan cerca de materializarse. Fuentes cercanas al gobierno israelí señalan que el escenario está sobre la mesa con más fuerza que nunca. La decisión, sin embargo, arrastra consigo profundas implicaciones estratégicas, políticas y éticas.

Desde el punto de vista militar, expertos consultados por Negocios TV coinciden en que Israel ya ha logrado degradar significativamente las capacidades de Hamás y sus aliados regionales. Sin embargo, ocupar Gaza implicaría mantener decenas de miles de soldados de forma permanente en un entorno urbano hostil, expuestos a una resistencia constante.

Pero los costes no son solo logísticos. La pregunta central sigue sin respuesta: ¿qué ocurrirá con los más de dos millones de palestinos que habitan en la Franja? Si no se les otorga ciudadanía plena, pasarán a ser, de facto, una población ocupada sin derechos políticos, lo que agudizaría las tensiones internas y aislaría aún más a Israel en el plano internacional.

Dentro del propio Israel, altos mandos militares han mostrado su desacuerdo. A nivel diplomático, tanto en el seno de la Unión Europea como en sectores del Partido Republicano estadounidense, se empiezan a oír voces que alertan sobre los riesgos de esta decisión. El apoyo incondicional a Israel podría no ser eterno si la ocupación deriva en lo que muchos ya califican como una limpieza étnica encubierta.

Mientras tanto, figuras como Donald Trump se desmarcan de cualquier presión real sobre Netanyahu. El expresidente ha afirmado que “esto dependerá de Israel”, evitando criticar la posible anexión. Las palabras, o la falta de ellas, reflejan un patrón de permisividad que contrasta con la gravedad de la situación humanitaria en Gaza.

La comunidad internacional, por su parte, mantiene una posición ambigua. Condena la violencia, pero sigue permitiendo el comercio de armas y las alianzas estratégicas. Como apuntan analistas de la región, “sin una acción decidida por parte de Occidente, el futuro de Gaza se decidirá sin los palestinos y sin freno alguno”.
Netanyahu sabe que un movimiento como este puede reforzar su posición en el Knesset y entre los sectores más radicales de su gobierno, pero también puede dinamitar la estabilidad a largo plazo de Israel. En una región donde cada paso tiene ecos globales, la ocupación de Gaza no es solo un asunto local: es una prueba decisiva para el orden internacional.
 

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