Pekín defiende su comercio con Moscú

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En plena polémica por acusaciones de Estados Unidos sobre su rol en el financiamiento indirecto del conflicto en Ucrania, China salió al paso asegurando que sus intercambios comerciales con Rusia respeta los principios de la Organización Mundial del Comercio (OMC), que no apuntan contra terceros países y que no deben verse sometidos a injerencias externas.

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China afirma que su comercio con Rusia se ajusta a las normas de la OMC y no “está dirigido contra terceros” EPA/WU HAO

Durante una rueda de prensa oficial, el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de China, Guo Jiakun, respondió a las recientes críticas del presidente Donald Trump, quien acusó a Pekín de sostener económicamente a Rusia mediante la compra continuada de energía. Guo sostuvo que las operaciones comerciales chinas con Rusia «están en línea con las reglas de la OMC y no están dirigidas a ningún tercero», y agregó que Beijing rechaza que terceros países puedan interferir en esas relaciones y que tomará las medidas necesarias para defender sus intereses.

La respuesta china llega en un momento delicado: el presidente ucraniano, Volodímir Zelensky, sugirió que China tiene la capacidad de presionar a Moscú para que ponga fin a la invasión, argumentando que sin Beijing «Rusia es nada». La diplomacia china replicó que la posición de Pekín sobre el conflicto —y su papel como mediador de paz— no ha cambiado desde el inicio.

Comercio bilateral, sanciones y barreras financieras

China y Rusia han venido estrechando sus vínculos comerciales pese al contexto sancionador internacional. Aunque Pekín rechaza sanciones unilaterales y amenaza con contramedidas, en la práctica ambos países han adoptado mecanismos más discretos para mantener sus transacciones. Por ejemplo, existe un sistema de compensación de pagos bilateral (“netting”) denominado «China Track» que permite liquidar obligaciones entre empresas rusas y chinas sin pasar por sistemas bancarios bajo escrutinio occidental. 

Además, hay indicios de que el comercio es parcialmente híbrido: más allá del comercio convencional, Rusia ha recurrido al trueque (barter) con ciertos socios como China para intentar eludir las restricciones financieras impuestas por sanciones occidentales. En algunos casos, intercambia productos agrícolas o materias primas por bienes industriales chinos. 

Estas estrategias revelan los límites prácticos de la retórica diplomática: aunque China defiende que actúa de acuerdo con el derecho internacional, debe operar en un entorno donde muchas entidades financieras chinas se han mostrado reacias a procesar pagos rusos por temor a sanciones secundarias occidentales. De hecho, ha habido demoras y obstáculos crecientes en los pagos entre empresas rusas y sus contrapartes chinas. 

Legitimidad ante la OMC y el multilateralismo

La defensa de China del carácter “legítimo” de su comercio con Rusia busca reforzar su narrativa de que no viola obligaciones internacionales y que es blanco de acusaciones políticas más que legales. El argumento central es que, siendo miembro de la OMC, debe gozar del derecho a comerciar libremente con otros miembros, siempre que respete las normas de trato justo, transparencia y no discriminación.

Sin embargo, quedan interrogantes sobre cómo serán interpretadas ciertas operaciones en el contexto de sanciones extraterritoriales impuestas por países que no comparten las mismas reglas. En ese terreno jurídico se abre una zona gris: ¿qué sucede cuando una medida de sanción unilateral choca con principios multilateralistas? Beijing ha alertado que no acepta la “jurisdicción de largo alcance” de terceros países sobre sus transacciones.

Por otro lado, China ha mostrado en otras ocasiones su disposición a recurrir al sistema de solución de disputas de la OMC cuando considera que medidas impuestas por terceros países vulneran los tratados comerciales. Por ejemplo, en abril de 2025 presentó una queja ante la OMC por aranceles estadounidenses que consideró ilegales. 

Riesgos y consecuencias para la política global

La defensa china de su comercio con Rusia pone en tensión dos ejes: por un lado, refuerza su pretensión de actuar como actor “responsable” del sistema comercial global; por otro, compromete su discurso medianero en el conflicto de Ucrania. Si China es percibida como aliada económica de Rusia, su papel de mediadora puede perder credibilidad frente a Occidente y al propio mundo ucraniano.

Para las empresas globales y los observadores, resulta relevante supervisar cómo evolucionará el escrutinio legal sobre las transacciones entre China y Rusia, así como el alcance de posibles sanciones secundarias impuestas por Estados Unidos o la Unión Europea. En última instancia, la legitimación de ese comercio dependerá no solo de la defensa diplomática, sino de cómo los mecanismos del derecho internacional (incluido el de la OMC) interpreten la colisión entre sanciones unilaterales y el derecho al libre comercio entre países miembros.

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