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El oro cede tras un récord histórico mientras los mercados se preparan para el dato de inflación en EEUU, el Dow Jones +0,52%, el S&P 500 +0,53% y el Nasdaq +0,52%

El Dow Jones +0,52%, el S&P 500 +0,53% y el Nasdaq +0,52%
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El oro, activo refugio por excelencia, corrigió con fuerza este lunes tras marcar un máximo histórico la semana pasada. El metal precioso alcanzó los 4.379 $/oz antes de retroceder a 4.250 $/oz, lo que representa una caída del 1,75% en la sesión, aunque encadena su novena semana consecutiva de ganancias. Este comportamiento refleja un mercado que, tras semanas de euforia alcista impulsada por los recortes de rendimientos del Tesoro y las expectativas de relajación monetaria de la Reserva Federal, empieza a descontar un posible respiro técnico.

El movimiento del oro se enmarca en un contexto de tensiones geopolíticas moderadas, flujos de refugio y un dólar que cerró la semana con una leve recuperación del 0,2% en el índice DXY, hasta 98,54, tras tres días de caídas. La mejora en el tono comercial entre Estados Unidos y China alivió temporalmente la presión sobre el billete verde, aunque los rendimientos de los bonos del Tesoro —especialmente el de diez años, por debajo del 4%— siguen apuntando a una política monetaria más acomodaticia en el corto plazo.

La plata, fiel reflejo de la volatilidad del oro, repitió el patrón: tocó los 54,50 $/oz en Asia antes de desplomarse más de un 4%, cerrando en 51,86 $/oz. Ambos metales siguen beneficiándose del entorno de rendimientos reales negativos y del interés de los inversores institucionales en activos tangibles ante la incertidumbre macroeconómica global. Sin embargo, analistas técnicos anticipan un retroceso temporal antes de una posible reanudación de la tendencia alcista, sobre todo si los datos del IPC de EE. UU. confirman una moderación inflacionaria.

En los mercados energéticos, el petróleo registró ligeros avances el viernes —WTI +0,65% hasta 57,24 $, Brent +0,69% hasta 61,26 $— impulsado por la relajación comercial, pero cerró la semana con una pérdida del 3%, reflejando la fragilidad del equilibrio entre oferta y demanda. La falta de señales de recortes adicionales de la OPEP+ y la debilidad de la demanda en Asia mantienen al crudo bajo presión estructural.

En renta variable, Wall Street cerró la semana con avances moderados: el Dow Jones +0,52%, el S&P 500 +0,53% y el Nasdaq +0,52%. El comportamiento sectorial fue dispar: Tesla (+2,46%) y Apple (+2%) sostuvieron el impulso tecnológico, mientras Oracle (-7%) sufrió una corrección significativa tras resultados por debajo de expectativas. En el espacio asiático, el índice Nasdaq Golden Dragon China cayó un 0,14%, mostrando la cautela de los inversores ante las próximas rondas de negociación comercial.

 

 

En divisas, el dólar débil favoreció al euro, la libra y el yen. El par USD/JPY rompió momentáneamente el nivel psicológico de 150 antes de estabilizarse en 150,6, presionado por la demanda de activos refugio y la incertidumbre política en Japón. El Parlamento japonés votará un nuevo primer ministro el 21 de octubre, un evento clave que podría anticipar ajustes en la política del Banco de Japón, hasta ahora reacio a normalizar tipos.

Los bancos de inversión, mientras tanto, mantienen una visión constructiva sobre el oro. Bank of America y Société Générale prevén niveles cercanos a los 5.000 $/oz para 2026, anticipando un entorno de inflación estructuralmente más alta y rendimientos reales bajos. Standard Chartered elevó su previsión promedio a 4.488 $/oz, mientras que ANZ espera un máximo de 4.600 $/oz hacia mediados de 2026.

A corto plazo, el catalizador decisivo será el dato del IPC estadounidense, previsto para esta semana. Una inflación por debajo de las expectativas reforzaría la narrativa de recortes de tasas de la Fed y podría dar nuevo impulso al oro. Por el contrario, un dato más firme podría provocar un repunte del dólar y consolidar la corrección del metal.

Los mercados entran en una fase de espera prudente: los inversores buscan equilibrio entre los signos de enfriamiento económico y la esperanza de un giro dovish de la Fed. En ese contexto, el oro sigue siendo el termómetro más sensible del sentimiento global: su corrección no es el fin del ciclo alcista, sino la respiración natural de un activo que sigue brillando en un entorno de incertidumbre estructural.

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