"3I/ATLAS rompió el modelo otra vez... y la NASA lo publicó"
El tercer objeto interestelar detectado en nuestro vecindario cósmico, 3I/ATLAS, vuelve a estar en el centro de la polémica. Esta vez no por la mera rareza de su origen, sino por la interpretación de una nueva imagen publicada por la NASA que, según el canal UAPWatchers y Avi Loeb, “rompe el modelo” de cómo debería comportarse un cometa.
La pieza que ha encendido la conversación es una imagen tomada el 2 de octubre por la cámara HiRISE, a bordo de la Mars Reconnaissance Orbiter, y difundida semanas después. En ella se aprecia un núcleo brillante acompañado de una pluma de luz difusa. Para la mayoría de astrónomos, se trata de la típica actividad cometaria. Para UAPWatchers, hay algo más.
La imagen de HiRISE que desata la controversia
Según este canal especializado en fenómenos aéreos y espaciales anómalos, la pluma “no apunta hacia el Sol, ni se aleja de él como una cola clásica, sino que parece alineada con la dirección de movimiento del objeto”. Desde su punto de vista, esa orientación desafiaría la física habitual de los cometas y abriría la puerta a una hipótesis más polémica: la posibilidad de que estemos observando algún tipo de tecnología en acción y no solo una “bola de nieve sucia” interestelar.
UAPWatchers desarrolla el argumento en tres pasos:
Primero, recuerda el manual clásico:
– La luz solar calienta el hielo del núcleo y genera una coma difusa.
– La presión de radiación y el viento solar empujan el polvo y el gas, formando colas que, en promedio, apuntan en dirección opuesta al Sol.
– La estela de partículas tiende a “quedarse atrás” de la trayectoria del objeto.
Después, contrasta ese esquema con la nueva imagen: la extensión más brillante, sostiene el canal, estaría adelantada respecto al núcleo, “como si algo estuviera despejando su propio camino”, apartando micrometeoritos o iluminando material por delante. Ese patrón sería más parecido al de un vehículo que genera empuje o protección frontal que al de un cometa pasivo sometido al entorno.
Finalmente, UAPWatchers pone el foco en el contexto: la exposición de 3,2 segundos, la publicación con varias semanas de retraso y el procesado de imagen, que describen como “suavizado” salvo en la dirección de la pluma. Para sus seguidores, estos elementos alimentan la sospecha de que la NASA estaría minimizando públicamente las implicaciones de la imagen.
Ciencia ortodoxa vs. lectura alternativa
Dicho esto, conviene matizar: por ahora, se trata de una lectura muy particular de un único dataset, no de una conclusión aceptada por la comunidad científica.
Mientras UAPWatchers y figuras como Avi Loeb destacan la “dirección equivocada” de la pluma, buena parte de los astrónomos se inclina por explicaciones mucho menos exóticas. Varios recuerdan que los cometas pueden presentar estructuras complejas, incluyendo las llamadas “anticolas”: formaciones de polvo que, por pura geometría y perspectiva, parecen apuntar hacia el Sol o alinearse con la trayectoria del objeto, pese a seguir obedeciendo las mismas fuerzas físicas de siempre.
A eso se suma la rotación del núcleo, las variaciones de actividad y el hecho de que 3I/ATLAS se observa desde ángulos muy distintos, incluso desde la órbita de Marte. Todo ello puede producir imágenes que, en 2D, resultan contraintuitivas pero no necesariamente “imposibles”.
Otro dato que juega en contra de la hipótesis tecnológica es la propia firma química del objeto. Observaciones previas con grandes telescopios y con instrumentos espaciales han mostrado una composición dominada por dióxido de carbono, agua y otros hielos volátiles: exactamente lo que se espera de un cometa muy activo, procedente de otro sistema estelar, pero natural. No hay, al menos por ahora, señales espectrales que apunten a emisiones energéticas o materiales exóticos.
El papel de UAPWatchers en el relato
Eso no ha frenado el interés del público por la narrativa alternativa. En su cobertura, UAPWatchers subraya que “las próximas semanas serán decisivas”: grandes telescopios terrestres, así como Hubble y el James Webb, seguirán tomando espectros detallados y midiendo velocidades de chorros y variaciones de brillo. El canal plantea un escenario casi de “juicio final de datos”: si las aceleraciones encajan en un modelo de sublimación de hielo, la explicación natural se verá reforzada; si se detectan empujes anómalos, dirán, “habrá que reescribir el relato oficial”.
La NASA, por su parte, mantiene un tono mucho más prudente. En sus comunicados públicos, el organismo presenta 3I/ATLAS como una oportunidad científica excepcional para estudiar material helado formado en otro sistema, pero encuadrado dentro de la familia de cometas interestelares, como ya ocurriera con 2I/Borisov. No hay, en sus notas, ni rastro de lenguaje que sugiera un origen artificial o tecnológico.
Esta tensión entre dos marcos —el científico convencional y el especulativo— es justo el terreno donde UAPWatchers se mueve con comodidad. El canal no niega la existencia de modelos cometarios, pero insiste en que ciertos detalles “no cuadran del todo” y utiliza ese margen de incertidumbre para alimentar la conversación sobre posibles UAP (fenómenos aéreos no identificados) de origen no humano.
🚨3I/ATLAS Just Broke the Model Again... And NASA Published It!
— Skywatch Signal (@UAPWatchers) November 20, 2025
The new HiRISE image finally dropped, and the orientation of the plume is the part nobody at NASA wants to talk about, so yet again Avi Loeb has stepped up to the plate.
Look closely and you will see that the… pic.twitter.com/BkURYkzRhE
Entre el dato y la interpretación
Para el lector, el desafío es claro: separar el dato duro de la interpretación. El dato duro es que 3I/ATLAS es un objeto interestelar activo, con plumas y colas complejas, observado por múltiples instrumentos, y que una de esas imágenes muestra una estructura llamativa. La interpretación —ya sea cometa raro o nave camuflada— sigue abierta, pero no todas las hipótesis tienen el mismo respaldo empírico.
Lo que sí parece indiscutible es que 3I/ATLAS se ha convertido en un nuevo campo de batalla narrativo. De un lado, la astronomía ortodoxa, que ve en él un laboratorio natural para entender cómo se forman y evolucionan los sistemas planetarios más allá del Sol. Del otro, espacios como UAPWatchers, que leen cada anomalía como una posible pista de inteligencia extraterrestre.
Entre medias, un público que mira las imágenes, compara explicaciones y decide en quién confiar. Y en el fondo, una constante: cuanto más afinan los instrumentos, más preguntas aparecen en el cielo. 3I/ATLAS, por ahora, sigue siendo un misterio fascinante… pero no todavía la prueba definitiva de nada.
