La caída de Cloudflare evidencia cómo un solo proveedor puede apagar medio internet
Este martes, un fallo en cascada en la infraestructura de Cloudflare, uno de los grandes proveedores globales de servicios de red, dejó medio Internet patas arriba durante varias horas. No fue un problema de DNS, como en otras grandes caídas, sino un incidente en la parte de CDN, almacenamiento y enrutamiento del tráfico, lo que impedía que muchas peticiones se sirvieran correctamente. El resultado: webs caídas, servicios críticos interrumpidos y usuarios preguntándose cómo es posible que el tropiezo de una sola empresa impacte a tanta parte del mundo digital.
La respuesta está en cómo se ha construido Internet en los últimos años: sobre unas pocas infraestructuras gigantes que dan servicio a miles de empresas y plataformas, desde herramientas de IA hasta bancos, pasando por apps creativas y redes sociales. El incidente de hoy sirve como recordatorio de esa interdependencia extrema y abre, de nuevo, el debate sobre los riesgos de concentrar tanto poder tecnológico en muy pocos actores.
Fallo en cascada
Lo que ha ocurrido hoy ha sido un fallo en cascada en la infraestructura de Cloudflare. La compañía ofrece servicios que permiten a miles de webs y plataformas cargar contenido de forma rápida y segura, actuando como una capa intermedia entre los usuarios y los servidores de origen.
En esta ocasión, el problema no estuvo en el sistema de nombres de dominio (DNS), sino en la parte de red de distribución de contenidos (CDN), almacenamiento y enrutamiento del tráfico. Eso significa que las peticiones de los usuarios llegaban, pero muchas no podían ser atendidas ni resueltas correctamente, provocando errores, tiempos de carga interminables o caídas totales de servicio.
Dos horas largas de inestabilidad
La solución empezó a desplegarse en torno a las 14:00, pero, al tratarse de una infraestructura distribuida globalmente, no se arregla todo a la vez. Cloudflare tiene centros de datos repartidos por todo el mundo y el fix se va aplicando sitio a sitio, centro de datos a centro de datos.
Por eso, los efectos se han seguido notando durante varias horas, hasta aproximadamente las 16:30, momento en el que la situación ha empezado a estabilizarse. En ese intervalo, muchos usuarios han experimentado intermitencias: servicios que funcionaban a ratos, webs que cargaban en un dispositivo pero no en otro, y errores aparentemente aleatorios que tenían el mismo origen: la capa intermedia de Cloudflare.
ChatGPT, Canva, X y compañía
El impacto ha sido amplio porque muchísimas webs y servicios online dependen de Cloudflare para funcionar con normalidad. Entre los afectados se encuentran plataformas de inteligencia artificial como ChatGPT o DeepSeek, herramientas creativas como Canva y otros muchos servicios web que utilizan su infraestructura para acelerar y proteger el tráfico.
En algunos casos se ha dado una paradoja llamativa: la app móvil seguía funcionando mientras la versión web fallaba. Esto ocurre porque no siempre pasan por las mismas rutas ni utilizan exactamente la misma infraestructura. Según cómo tenga cada compañía integrados los servicios de Cloudflare, el efecto puede ser diferente para el usuario final, aunque el origen del problema sea el mismo.
El DNS, el “apagón” que no llegó
Hay un punto crítico que este incidente ha dejado muy claro. El DNS no ha fallado, y dentro de lo malo, eso es casi una buena noticia.
El DNS es, simplificándolo, la guía telefónica de Internet: el sistema que traduce los nombres de dominio (por ejemplo, negociostv.com) en direcciones IP que las máquinas entienden. Si esa capa hubiera caído al mismo tiempo, el impacto habría sido catastrófico.
Si el DNS falla, no funciona prácticamente nada: ni las webs, ni las APIs que usan las apps, ni muchos servicios en la nube. Habríamos estado ante un apagón digital mucho más grave, en el que ni siquiera habría sido posible “llamar” a los servidores correctos. El problema de hoy ha sido serio, pero también un aviso de lo que podría ocurrir si una pieza aún más básica de la infraestructura se ve comprometida.
Dependencia de pocos gigantes
El episodio subraya una realidad incómoda: Internet depende de muy pocos grandes proveedores de infraestructura. Cuando uno de esos actores clave sufre un fallo, el efecto se multiplica por toda la economía digital.
Para las empresas, la diferencia entre un susto y una crisis grave está en cómo estén definidos sus acuerdos con estos proveedores:
-
qué garantías de servicio les dan,
-
qué compensaciones ofrecen,
-
y hasta dónde se puede exigir responsabilidades cuando ocurre algo así.
En función de ese acuerdo de servicio (SLA), cambiará lo que una compañía pueda reclamar si su negocio se ha visto afectado por una caída como la de hoy: desde pérdidas de facturación hasta daños en la reputación o interrupciones en servicios esenciales.
La lección: diseñar pensando en el fallo
La caída de hoy es, en el fondo, un recordatorio de lo interdependiente que es Internet. Un fallo en un actor clave puede tumbar medio mundo digital durante horas, con efectos en cadena para usuarios, empresas y servicios públicos.
La buena noticia es que la situación se ha estabilizado ya. Pero la lección es clara: los sistemas críticos deben diseñarse asumiendo que estas cosas van a pasar, con planes de contingencia, proveedores alternativos y arquitecturas que reduzcan, en la medida de lo posible, el riesgo de que la caída de un solo engranaje deje a oscuras a medio Internet.