OpenAI debe conseguir 207.000 millones para 2030 y seguir "quemando" dinero, según HSBC
Según un análisis publicado en Financial Times, OpenAI no solo sigue siendo una máquina de perder dinero: necesitará al menos 207.000 millones de dólares adicionales antes de 2030 para sostener su actividad, incluso asumiendo un crecimiento explosivo en usuarios, ingresos publicitarios y suscripciones. El cálculo procede del equipo de software y servicios de HSBC, que ha actualizado su modelo tras incorporar los recientes acuerdos masivos de computación en la nube con Microsoft y Amazon.
La factura monumental: 36 gigavatios de computación y un gasto anual descomunal
OpenAI ha firmado compromisos que suman ya 36 gigavatios de potencia de computación alquilada, tras acuerdos valorados en conjunto en hasta 1,8 billones de dólares. Solo en alquiler de centros de datos, HSBC estima un coste anual que ronda los 620.000 millones, aunque solo una tercera parte de esa capacidad estaría operativa a finales de la década.
La compañía, esencialmente, paga enormes cantidades por el acceso a infraestructuras sin poseerlas. Es un modelo viable solo si la capacidad de monetización crece al ritmo necesario. Y ahí empieza el problema.
Las previsiones de usuarios e ingresos: incluso el mejor escenario se queda corto
El modelo de HSBC parte de una curva S que proyecta 3.000 millones de usuarios en 2030, equivalentes al 44% de la población adulta mundial, excluyendo China. De ellos, el banco estima que un 10% será usuario de pago, una duplicación del ratio actual.
A esto se suman previsiones de ingresos procedentes de publicidad, búsquedas impulsadas por modelos generativos y funciones de IA más avanzadas. En total:
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129.000 millones de dólares de ingresos globales de IA en consumo para 2030.
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386.000 millones en ingresos empresariales en el mismo horizonte.
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OpenAI lograría entre el 37% y el 56% de cuota de mercado según segmento.
Aun así, las cuentas no salen.
Los números rojos persisten: el déficit estructural es inevitable
Incluso considerando un escenario optimista, HSBC calcula que los costes de OpenAI superarán los 792.000 millones acumulados hasta 2030, y 1,4 billones en 2033. En ese mismo periodo, la generación de caja sería de unos 282.000 millones, más:
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26.000 millones entre aportaciones de Nvidia y ventas de acciones de AMD.
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24.000 millones en líneas de crédito y equity no utilizadas.
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17.500 millones de liquidez ya disponible en 2025.
Tras cuadrar cifras, queda un agujero financiero de 207.000 millones, al que HSBC suma un “colchón prudencial” de 10.000 millones.
¿Puede OpenAI evitar la crisis? Solo si rompe sus propios límites de crecimiento
Según el informe, cada 500 millones de usuarios adicionales aportarían unos 36.000 millones más en ingresos acumulados, mientras que aumentar el porcentaje de usuarios de pago al 20% podría sumar 194.000 millones adicionales.
Aun así, no es suficiente si los costes de computación continúan su escalada.
La otra salida —poco elegante pero quizás inevitable— sería renegociar o abandonar compromisos de capacidad de cómputo. Dada la dependencia mutua entre empresas de IA, nubes y fabricantes de chips, HSBC sugiere que “algún grado de flexibilidad” podría aparecer antes que permitir un colapso de liquidez.
HSBC sigue siendo optimista sobre la IA… pero no sobre las cuentas de OpenAI
Pese al diagnóstico crítico, el informe subraya que el banco es extremadamente alcista sobre el impacto global de la inteligencia artificial. Un aumento marginal en la productividad global sobre una economía de 110 billones de dólares justificaría, según HSBC, inversiones masivas a largo plazo.
El problema no es la IA.
El problema es el modelo financiero actual de OpenAI, que queda totalmente desbordado por el coste de su propia ambición.
¿Es descabellado pensar que Sam Altman necesitará más de 200.000 millones solo para mantener la compañía a flote hasta 2030? Según los analistas la respuesta es un rotundo no: es, de hecho, el escenario base.

