Utqiagvik

El pueblo donde el sol se APAGA a la 1:36 de la tarde… y no vuelve a salir hasta enero

En un pueblo sorprendente el sol se apaga a la 1:36 de la tarde y no vuelve a salir hasta enero descubre cómo viven y qué secretos esconde este lugar donde la oscuridad domina

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En Utqiagvik, Alaska, hoy el sol se pone a la 1:36 de la tarde… y no volverá a salir hasta el 22 de enero como vemos en worldcam. Dicho así suena a frase de película apocalíptica, pero es simplemente el comienzo de la noche polar: casi dos meses en los que el astro rey desaparece del horizonte y el día, tal y como lo entendemos, deja de existir.

Utqiagvik es la localidad más septentrional de Estados Unidos, situada muy por encima del Círculo Polar Ártico. A estas latitudes, la inclinación del eje de la Tierra juega un papel decisivo. Durante el invierno boreal, el hemisferio norte está inclinado “hacia atrás” respecto al Sol, lo que hace que sus rayos lleguen muy rasantes… o directamente no lleguen. Cuanto más al norte se vive, más extremo es el efecto. En ciudades como Oslo o Helsinki se traduce en días cortísimos; en sitios como Utqiagvik, en oscuridad casi total.

Eso no significa que durante estos dos meses todo sea una negrura absoluta. En las horas centrales del día, el cielo entra en una especie de “atardecer permanente”: una franja de luz azulada o rosada, conocida como crepúsculo civil o náutico, tiñe el horizonte. No hay sol visible, pero sí una claridad tenue, suficiente para ver el paisaje nevado, el mar congelado y las casas bajo una luz surrealista. Es como vivir en un “modo noche” natural, 24/7.

Para los habitantes de Utqiagvik, muchos de ellos de comunidades Iñupiat, este fenómeno forma parte del calendario vital. No es una rareza exótica: es el invierno. La vida se adapta. Las escuelas siguen funcionando, las tiendas abren, la gente trabaja. Eso sí, la organización del día depende menos de la luz y más del reloj: uno puede entrar al trabajo a las nueve de la mañana y salir a las cinco de la tarde sin haber visto ni un solo rayo de sol en semanas.

La noche polar también tiene su cara psicológica. Diversos estudios han mostrado que la falta de luz solar intensa puede favorecer el trastorno afectivo estacional, un tipo de depresión ligada al invierno. Por eso, en estas latitudes son frecuentes las lámparas de fototerapia, que imitan la intensidad de la luz diurna para “engañar” a nuestro cerebro y ayudar a regular el sueño, el estado de ánimo y la energía. Mantener rutinas, hacer ejercicio bajo techo y sostener una vida social activa son casi herramientas de supervivencia emocional.

utqiagvik alaska
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En el lado positivo, la oscuridad continua convierte a Utqiagvik y al Ártico en general en uno de los mejores escenarios del planeta para observar auroras boreales. Cuando el cielo está despejado, las cortinas verdes y púrpuras de luz dan al paisaje una dimensión casi sobrenatural. Lo que para unos sería un invierno interminable, para otros es un espectáculo nocturno casi diario.

Más allá de la curiosidad, la noche polar también es un laboratorio natural para la ciencia. Meteorólogos, físicos de la atmósfera y climatólogos utilizan estas regiones para estudiar cómo se enfría la superficie terrestre cuando la radiación solar desaparece durante semanas, cómo se comportan las nubes en estas condiciones extremas y cómo responde el hielo marino a cambios pequeños de temperatura. Todo esto ayuda a entender mejor el cambio climático, que en el Ártico se está acelerando el doble de rápido que en el resto del planeta.

Cuando el 22 de enero el sol vuelva a asomar tímidamente por el horizonte de Utqiagvik, lo hará solo durante unos minutos. No será un día completo como el nuestro, sino una especie de “reencuentro” simbólico. A partir de ahí, la cantidad de luz crecerá de forma vertiginosa hasta llegar al fenómeno inverso: el sol de medianoche, meses en los que el sol no se pone nunca. Esa es la paradoja del extremo norte: pasar de la noche interminable al día eterno en cuestión de semanas.

Mientras tanto, para esta pequeña ciudad ártica hoy es algo así como cerrar la persiana del cielo hasta el año que viene. Para quienes miramos el mapa desde lejos, es un recordatorio poderoso de que en un mismo planeta no todos vivimos el tiempo de la misma manera.

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