Putin y Modi fortalecen lazos en medio de tensiones globales y advertencias sobre la expansión de la OTAN

En un escenario internacional cada vez más volátil, los recientes encuentros y declaraciones políticas han dejado clara una verdad incómoda: las tensiones geopolíticas no ceden y, por el contrario, se encienden más. Vladímir Putin y Narendra Modi se reunieron en India en un momento delicado para la región y el mundo, mientras que muchas preguntas quedan flotando alrededor del futuro de Ucrania, la OTAN y las disputas internas en Estados Unidos. Y por si fuera poco, la naturaleza también capturó la atención con una superluna excepcional, recordándonos que en medio de la política, el tiempo sigue su curso inexorable.

Putin no dejó espacio para equívocos respecto a la ampliación de la OTAN: la incorporación de Ucrania aumentaría, dijo, las amenazas a la seguridad rusa. Insistió en que Kiev debería permanecer neutral y reprochó a Occidente por lo que considera un uso indebido de nacionalistas ucranianos para iniciar la guerra actual. ¿Podría este discurso profundizar aún más la división que ya existe en Europa del Este? Probablemente sí, y eso preocupa hasta en los rincones más alejados del continente.

Por otro lado, desde India, la alianza con Moscú se ratificó. Putin defendió con énfasis la relación energética con Nueva Delhi y criticó que mientras EE.UU. compra combustible nuclear ruso, se cuestionen acuerdos similares con India. Este guiño en plena era de competencia energética resuena fuerte, especialmente cuando apuntó que Donald Trump actúa con buena fe en materia arancelaria, un detalle que no pasó desapercibido en los análisis internacionales.

En un giro algo inesperado, Hungría endureció su discurso contra la Unión Europea. Su ministro de Exteriores, Péter Szijjártó, acusó a ciertos gobiernos de socavar las negociaciones de paz, y lanzó una frase contundente: las ‘líneas rojas’ las trazan los europeos, no Kiev. Mientras tanto, Kiev denunció el movimiento de niños secuestrados rumbo a Corea del Norte para su ‘rusificación y militarización’, recolectando denuncias que amplían la gravedad de esta guerra más allá de los campos de batalla tradicionales.

En tierras estadounidenses, el FBI protagonizó uno de sus operativos más significativos al detener a un sospechoso vinculado con los ataques del Capitolio en 2021. La fiscal general Pam Bondi vio un espaldarazo al aprobarse el nuevo mapa electoral de Texas, aspecto que podría favorecer a los republicanos con varios escaños adicionales. En un escenario que no deja de sorprender, Trump formalizó pactos bilaterales con la República Democrática del Congo y Ruanda, asegurando acceso a minerales críticos para la industria estadounidense.

Finalmente, un comité independiente del Pentágono concluyó que Pete Hegseth, secretario de Guerra, violó normas militares al compartir información clasificada a través de una aplicación poco común como Signal. Aquí, la ética y la seguridad vuelven a cruzar caminos con la política, generando debates a nivel interno sobre los límites del poder y la confidencialidad.

Como contrapunto a tantas tensiones humanas, la naturaleza regaló un fenómeno que no se repetirá con esta intensidad hasta 2042. La última Luna Fría del año apareció frente a nuestros ojos, entre un 8 % y un 14 % más grande y hasta un 30 % más luminosa de lo habitual. Quizá un recordatorio poético, a mitad de la noche, de que algunas cosas —como el ritmo del cosmos— no pueden controlarse, solo admirarse. Esta superluna, reclamo para fotógrafos y astrónomos, fue un instante de belleza inusual en un mundo agitadamente político.