Trump ofrece a Ucrania un escudo militar de 10 años: la cláusula estilo OTAN que puede cambiar la paz con Rusia
El borrador del plan de paz estadounidense para Ucrania incluye una garantía de seguridad sin precedentes: cualquier futuro ataque ruso sería tratado como una agresión contra toda la “comunidad transatlántica”, lo que abriría la puerta a una respuesta militar coordinada de Estados Unidos y sus aliados. La cláusula, inspirada en el Artículo 5 de la OTAN, tendría una vigencia de diez años y exigiría la firma de Washington, la Unión Europea, la Alianza Atlántica… y también de Rusia.
El plan de paz impulsado por la administración Trump ha revelado un componente clave que podría cambiar por completo la arquitectura de seguridad en Europa: una garantía militar que actuaría como un escudo colectivo sobre Ucrania. Según el borrador entregado por el secretario del Ejército estadounidense, Dan Driscoll, al presidente Volodímir Zelenski, esta cláusula establece que un futuro ataque ruso “significativo, deliberado y sostenido” será tratado como una agresión contra todo el bloque transatlántico.
Esta propuesta, inspirada en el Artículo 5 de la OTAN, supone comprometer a Estados Unidos y a sus aliados a responder militarmente si Rusia vuelve a atacar a Ucrania. La garantía tendría vigencia de diez años, configurándose como el mayor respaldo formal a la seguridad de Ucrania desde el inicio de la guerra.
El giro es especialmente llamativo dado el historial de Donald Trump, crítico en el pasado con el coste de defender a Europa. Sin embargo, su equipo diplomático ha elaborado un diseño que recuerda al núcleo de la OTAN: la idea de que un ataque contra uno es un ataque contra todos. Desde Washington se subraya que el documento aún debe debatirse con los socios europeos, y que podría ser modificado antes de su versión final.
Aun así, la propuesta tiene una condición tan sorprendente como polémica: para entrar en vigor, la garantía necesitaría también la firma de Rusia, lo que otorgaría a Moscú un poder de veto sobre un mecanismo que, en esencia, pretende disuadir sus futuras acciones. Para muchos analistas, esto reduce de manera significativa la credibilidad del compromiso.
Además de esta cláusula de seguridad, el borrador incluiría concesiones difíciles para Ucrania, como limitaciones en su capacidad militar futura, restricciones en armamento de largo alcance e incluso la aceptación de pérdidas territoriales como parte del acuerdo. A cambio, Rusia podría recibir alivios en las sanciones y una vía de reintegración gradual en el sistema internacional.
Ante este escenario, Zelenski mantiene un equilibrio delicado. El presidente ucraniano ha asegurado que estudiará todas las propuestas “que puedan acercar una paz real”, y ha confirmado que equipos de expertos de ambos países están ya trabajando sobre las provisiones del plan. Al mismo tiempo, se ha cuidado de no renunciar públicamente a sus líneas rojas: integridad territorial, soberanía plena y capacidad de defensa independiente.
En Europa, la reacción es mucho más fría. Gobiernos y diplomáticos temen que una paz basada en concesiones territoriales y desarme parcial de Ucrania siente un precedente peligroso: el mensaje de que la agresión militar ofrece recompensas. También preocupa la posibilidad de que la firma de Rusia en una garantía de seguridad sea utilizada por Moscú como herramienta de presión futura.
El ofrecimiento de este “mini Artículo 5” puede reforzar la imagen de Trump como un líder capaz de cerrar un acuerdo rápido para poner fin a la guerra sin desplegar tropas estadounidenses. Pero la pregunta clave sigue abierta: ¿es este plan una garantía real para Ucrania o un acuerdo desequilibrado que congelaría el conflicto en condiciones favorables para Moscú?
Lo que está claro es que la discusión ya no gira solo en torno al territorio ucraniano, sino al tipo de orden de seguridad europeo que emergerá en la próxima década. Y esa discusión, con o sin firma rusa, tendrá repercusiones mucho más allá de Ucrania.
