Israel ataca supuesta instalación de misiles de Hezbolá en el valle de Beqaa y reivindica violación de acuerdos
Al amanecer del viernes, las FDI anunciaron que habían lanzado un ataque aéreo dirigido contra lo que describieron como una planta de producción de misiles de precisión de Hezbolá localizada en el valle de Beqaa, al este del Líbano. El comunicado oficial israelí no incluyó detalles concretos sobre la magnitud de los daños ni sobre posibles bajas, ni militares ni civiles, limitándose a asegurar que el sitio representaba una “violación de los acuerdos entre Israel y el Líbano”.
Este ataque se inserta en una secuencia de incidentes. A principios del mes, el Ejército libanés había estimado que Israel había infringido más de 4.500 veces el acuerdo de cese al fuego firmado en noviembre de 2024. El primer ministro libanés, Nawaf Salam, condenó las operaciones como “intimidaciones y agresiones” que ignoran los compromisos suscritos internacionalmente. Según reportes de Al Jazeera, Israel emitió órdenes de evacuación con apenas una hora de anticipación en localidades del sur del Líbano antes de lanzar ataques contra “infraestructura militar de Hezbolá”.
Además, en días recientes Israel reforzó sus ofensivas contra blancos de Hezbolá en regiones sureñas. Reuters informó que el 18 de septiembre las FDI realizaron nuevos bombardeos contra objetivos de infraestructura militar del grupo chií para evitar su reconstrucción en zonas fronterizas.
El trasfondo estratégico apunta a la fragilidad del acuerdo vigente. Desde su firma, las operaciones israelíes han continuado de manera intermitente, lo que ha generado una dinámica de acciones y reacciones cuyo impacto en la estabilidad regional es cada vez más evidente. Según informes de ONG como Amnistía Internacional, el conflicto ha dejado un saldo significativo en infraestructura, desplazamientos poblacionales y tensiones diplomáticas, y tanto Israel como Hezbolá han sido acusados de acciones que podrían vulnerar el derecho internacional humanitario.
Por su parte, Hezbolá no ha emitido una declaración inmediata reconociendo daño alguno ni detallando su respuesta al nuevo ataque en el valle de Beqaa. Pero su capacidad operativa sigue siendo motivo de análisis. Un año después del conflicto abierto con Israel, el grupo ha exhibido resiliencia financiera —incluyendo el pago regular a combatientes y la gestión de servicios sociales— pese a las pérdidas militares.
El escenario que se abre tras este bombardeo es delicado. Si bien Israel sostiene que actúa en defensa de su frontera norte y con cumplimiento de su derecho a neutralizar amenazas, el lado libanés ve estas operaciones como una vulneración persistente de la soberanía nacional y del espíritu del acuerdo de paz. En medio está la comunidad internacional, que enfrenta otra prueba para contener la escalada y preservar la credibilidad de mecanismos multilaterales en la región.