Conversaciones EE. UU.-Ucrania en Florida: el plan de paz trumpiano entra en fase decisiva

EP TRUMP LLAMADA
EP TRUMP LLAMADA

1. Conversaciones EE. UU.-Ucrania en Florida: el plan de paz trumpiano entra en fase decisiva

Hechos

Las negociaciones entre representantes de Estados Unidos y Ucrania concluyeron el 30 de noviembre en el Shell Bay Club de Hallandale Beach (Florida), propiedad del magnate y enviado especial Steve Witkoff. A la reunión asistieron el secretario de Estado Marco Rubio, Witkoff y Jared Kushner por la parte estadounidense, y una delegación encabezada por Rustem Umerov, secretario del Consejo de Seguridad y Defensa Nacional de Ucrania.

Ambas partes calificaron las conversaciones como “productivas pero difíciles”, subrayando que se avanzó en la revisión del plan de paz inicial, de 28 puntos, muy criticado en Kiev y en las capitales europeas. Como resultado, el esquema se ha reducido a 19 puntos, dejando en suspenso las cuestiones más sensibles: fronteras, estatus de territorios ocupados y garantías de seguridad, que quedan diferidas a un eventual encuentro entre Trump y Zelenski.

Según la prensa económica y generalista, el espíritu de esta ronda es acomodar parte de las objeciones ucranianas y europeas sin renunciar a la lógica central de Washington: un alto el fuego rápido y un cierre “ordenado” de la guerra que permita a Trump presentarse como pacificador, aunque el equilibrio territorial resultante sea claramente favorable a Moscú. Witkoff viajará a Moscú el 2 de diciembre para presentar el texto revisado a Vladimir Putin, en una visita que se enmarca en una secuencia de contactos discretos entre emisarios estadounidenses y rusos.

Desde el lado ucraniano, Umerov ha insistido en que no aceptará ningún acuerdo que legitime anexiones ni deje a Ucrania indefensa ante futuras agresiones, mientras en Kiev la dimisión de Andriy Yermak, influyente jefe de gabinete de Zelenski, ha abierto un debate interno sobre hasta dónde puede cederse sin fracturar la opinión pública y al Ejército. En Europa, Le Monde y otros diarios subrayan la mezcla de alivio e inquietud: alivio por la corrección de los excesos más groseros de la primera versión; inquietud porque Washington conserva la palanca principal y podría volver a endurecer su posición hacia Kiev si Moscú bloquea el acuerdo.

 Implicaciones

El proceso de Florida revela que el “trumpismo de paz” no es un giro humanitario, sino un repliegue imperial pragmático: reducir costes de una guerra lejana a cambio de una paz desequilibrada. Estados Unidos ha probado hasta dónde podía presionar a Ucrania y a sus aliados europeos, ha constatado el riesgo de ruptura política y ahora recalibra, pero sin renunciar al objetivo central: cerrar el expediente Ucrania para concentrarse en China y en el frente interno estadounidense.[16][18]

Rusia se beneficia de esta dinámica sin pagar precio alguno. El Kremlin ha mantenido la línea dura —territorio primero, garantías después— y observa cómo el propio mediador estadounidense adelgaza el plan en un sentido más favorable a los hechos consumados sobre el terreno. Putin no tiene prisa: cada mes de guerra consolida ocupaciones, desgasta a Ucrania y erosiona la paciencia de los contribuyentes occidentales.

Zelenski, por su parte, se ve atrapado entre un campo de batalla que no ofrece victorias espectaculares, unas opiniones públicas occidentales crecientemente fatigadas y una sociedad ucraniana que no acepta de buen grado una paz percibida como rendición encubierta. La salida de Yermak refuerza la idea de que la arquitectura de poder en Kiev se está ajustando a la nueva fase negociadora, donde el dilema real será elegir qué pierde Ucrania: territorio, soberanía militar o respaldo occidental.  

Europa aparece como convidado de piedra: protesta, matiza, filtra críticas a través de sus grandes diarios, pero no dispone de instrumentos estratégicos propios para imponer una línea alternativa. Mientras la UE siga dependiendo del paraguas de seguridad estadounidense, su margen para contrapesar la política de Trump hacia Ucrania será limitado, por mucho que París, Berlín o Varsovia busquen corregir el rumbo.  

 

 2. Llamada Trump-Maduro: geopolítica transaccional en el Caribe

Hechos

Donald Trump confirmó que habló por teléfono con el presidente venezolano Nicolás Maduro, aunque se negó a calificar la llamada como un éxito o un fracaso: “no diría que fue bien o mal, fue una llamada telefónica”, declaró. La conversación, filtrada por la prensa estadounidense, habría tenido lugar a finales de noviembre y habría contado con la participación de Marco Rubio, figura clave de la línea dura hacia Caracas.

Según filtraciones, Trump ofreció a Maduro y a su entorno una salida segura —exilio para él y su familia— a cambio de su renuncia inmediata y de una transición política pactada. Días después, la administración estadounidense anunció la designación de Maduro como líder de una organización terrorista vinculada al Cartel de los Soles, y mantuvo la narrativa de máxima presión, mientras desplegaba activos militares en el Caribe y avanzaba la llamada Operación Southern Spear.

Los medios subrayan la contradicción aparente: se negocia directamente con alguien al que se califica de narcoterrorista, se juega simultáneamente con el bastón y la zanahoria, y se reabre de facto el expediente de un eventual “cambio de régimen” en Caracas, aunque sin compromiso claro de intervención militar. Pero en realidad el presidente de Honduras encarcelado en EEUU es una de las fuentes más efectivas de información relevante sobre Maduro y el Cártel de los Soles. No se puede uno precipitar en las críticas sin tener todos los elementos. En este contexto el perdón al expresidente hondureño cobra todo el sentido.

 

 Implicaciones

La llamada a Maduro confirma lo que América Latina ya sabía: la política de Washington hacia la región es eminentemente transaccional, no moral. Se puede demonizar a un líder, sancionarlo, aislarlo, y al día siguiente ofrecerle un salvoconducto dorado si esa salida conviene a los intereses del momento. El mensaje a las élites regionales es claro: lo que importa no es la ética, sino la utilidad para el diseño estratégico estadounidense.  

Para Maduro, la oferta es tanto un reconocimiento de su fortaleza interna como una señal de vulnerabilidad externa. Si Washington ofrece exilio, es porque no ve una vía rápida para derribarlo sin un coste prohibitivo. Si Caracas la rechaza —como todo indica—, consolida su imagen interna de resistencia frente a la presión imperial, reforzado por el respaldo de China, Rusia, Irán y Cuba, y por unos ingresos petroleros suficientes para mantener la maquinaria clientelar del régimen.

La región, mientras tanto, observa con escepticismo. La intervención retórica de Trump en Honduras y su disposición a perdonar a un expresidente condenado por narcotráfico en Estados Unidos encajan en la misma lógica: el Estado de derecho se convierte en moneda de cambio geopolítica, no en principio inamovible. Es un patrón que debilita la credibilidad de Washington cuando habla de democracia, anticorrupción o lucha contra el narcotráfico.

 

3. La flota en la sombra de Rusia: petróleo, sanciones y guerra híbrida

 Hechos

Durante el fin de semana, Ucrania intensificó sus ataques contra buques vinculados a la “flota en la sombra” rusa en el Mar Negro, impactando al menos dos petroleros cerca de la costa turca: el Virat y el Kairos sufrieron daños tras ataques con drones navales, obligando a evacuar tripulaciones y generando preocupación sobre la seguridad de rutas energéticas clave.[33][34]

Investigaciones recientes de la BBC y de medios especializados describen una flota sombra de centenares de petroleros envejecidos que transportan crudo ruso burlando las sanciones occidentales. Una parte sustancial de estos buques navega sin seguro reconocido, bajo banderas de conveniencia y con históricos de seguridad dudosos; se estima que gestionan alrededor del 10% de las exportaciones de petróleo rusas.

Varios gobiernos europeos han detectado además el uso de estos barcos como plataformas para actividades de espionaje y sabotaje, incluyendo casos de interferencia en cables submarinos y oleoductos. El petrolero Eagle S fue investigado por Finlandia tras daños en cables de comunicación entre Finlandia y Estonia, y Francia detuvo el Boracay, sospechoso de implicación en operaciones con drones sobre su espacio marítimo. En respuesta, una docena de países europeos se han coordinado para intentar “interrumpir y disuadir” las actividades de esta flota, combinando sanciones y medidas de control más estrictas.

 Implicaciones

La flota en la sombra es la manifestación marítima de la economía de guerra rusa: un ecosistema de barcos semi-clandestinos que combina contrabando de petróleo, operaciones de inteligencia y capacidad de sabotaje en un mismo paquete operativo. Es el lado oscuro de la globalización energética: las mismas cadenas logísticas que alimentan el mercado mundial de crudo se convierten en instrumentos de presión geopolítica y de guerra híbrida.  

Europa ha reaccionado tarde. Durante años, se toleró que buques sin seguro adecuado, con historial opaco y propiedad difusa, siguieran operando porque el mercado necesitaba su carga. Solo cuando se han multiplicado los incidentes —desde cables submarinos dañados hasta vertidos— se ha tomado conciencia del riesgo sistémico: una catástrofe ambiental o un sabotaje crítico podrían desencadenar una crisis económica y de seguridad de primer orden en el continente.[37][36]

Los ataques ucranianos contra petroleros de la flota sombra son comprensibles desde la lógica de guerra: golpear la financiación de la maquinaria militar rusa. Pero exponen a Kiev a un dilema estratégico: cuanto más amplia el radio de sus operaciones, más probable es que afecte intereses de terceros países y abra frentes diplomáticos con actores como Turquía, Grecia o incluso socios asiáticos que importan ese crudo. Es un equilibrio delicado entre eficacia militar y sostenibilidad política de la campaña.  

 

4. China: ocho meses de contracción manufacturera

Hechos

El PMI manufacturero oficial de China se situó en 49,2 en noviembre, ligeramente por encima del 49,0 de octubre, pero por debajo del umbral de 50 que señala expansión, encadenando así ocho meses consecutivos de contracción. El índice manufacturero privado elaborado por S&P Global (RatingDog) cayó a 49,9 desde 50,6, sorprendiendo a los analistas y reforzando la impresión de debilidad estructural del sector.

El PMI de servicios también se deslizó por debajo de 50 por primera vez desde 2024, y el agregado no manufacturero se situó en 49,5, lo que indica que la desaceleración ya no está confinada a las fábricas, sino que se extiende al sector servicios. Los nuevos pedidos y los pedidos de exportación mejoraron marginalmente, pero permanecen en zona de contracción, mientras que los datos de beneficios industriales de octubre reflejan un retorno a tasas negativas tras algunos meses de crecimiento.

Esta dinámica se produce a pesar de una tregua comercial con Estados Unidos y de esfuerzos de estímulo selectivo por parte de Pekín. La guerra comercial, el colapso del sector inmobiliario y la debilidad del consumo interno se combinan para lastrar inversiones, empleo y expectativas empresariales.

Implicaciones

Ocho meses de contracción no son un “bache” coyuntural; son el síntoma de que el modelo chino de crecimiento intensivo en inversión y exportaciones se ha topado con sus propios límites. El país entra en una fase de “desaceleración estructural”, donde el debate ya no es si crecerá al 8% o al 6%, sino si puede sostener un 4–5% sin generar tensiones sociales y políticas internas.

La caída del PMI de servicios indica que el comodín del consumo —el pilar que Pekín quería fortalecer— no está compensando el agotamiento del ciclo inmobiliario ni la menor demanda global. Con un paro juvenil elevado y expectativas a la baja, los hogares chinos reducen gasto y refuerzan el ahorro preventivo, lo que a su vez debilita las ventas internas.  

En el plano geopolítico, una China que crece menos pero mantiene ambiciones de superpotencia es potencialmente más asertiva, no menos. La historia ofrece ejemplos de potencias que reaccionan a la pérdida de dinamismo interno con políticas exteriores más agresivas, buscando compensar debilidades domésticas con éxitos simbólicos externos. La combinación de desaceleración económica, presión demográfica y rivalidad estratégica con Estados Unidos es un cóctel que aconseja prudencia: los incentivos para usar el nacionalismo como válvula de escape aumentan.  

 

5. Kazajistán-Ucrania: el choque sobre el terminal CPC

Hechos

Kazajistán ha pedido formalmente a Ucrania que cese sus ataques contra el terminal de la Caspian Pipeline Consortium (CPC) en Novorossiysk, en la costa rusa del Mar Negro, después de que un ataque con drones navales obligara a suspender operaciones en el amarre SPM-2, crítico para la carga de crudo. El CPC maneja alrededor del 80% de las exportaciones de petróleo kazajas y más del 1% del suministro global.

El Ministerio de Exteriores de Astaná ha señalado que se trata de la “tercera instancia de hostilidad” contra una infraestructura “puramente civil” cuya operativa está protegida por el derecho internacional. Ucrania, por su parte, ha intensificado sus ataques contra refinerías y terminales petroleros rusos con el objetivo de erosionar la capacidad de Moscú para financiar la guerra, incluyendo golpes recientes contra petroleros vinculados a la flota en la sombra.

Kazajistán intenta redirigir parte de sus exportaciones, pero la dependencia del corredor CPC sigue siendo alta, y cada día de interrupción se traduce en pérdidas significativas de ingresos y tensiones en su balanza externa.

Implicaciones

Esta crisis ilustra la colisión inevitable entre la lógica estrictamente militar ucraniana y la red económica compleja heredada de la URSS, donde infraestructuras hoy controladas por Rusia sirven también a intereses vitales de terceros países. Desde Kiev, el CPC es un objetivo legítimo: canaliza crudo vía un puerto ruso y contribuye a los ingresos de Moscú. Desde Astaná, es una arteria económica esencial que permite mantener una política exterior relativamente autónoma respecto al Kremlin.  

Golpear esa arteria penaliza a Rusia, pero también a un socio que ha intentado mantener un equilibrio delicado entre Moscú, Pekín y Occidente. Kazajistán ha evitado alinearse con la agresión rusa, ha buscado socios alternativos y ha permitido cierto margen de maniobra diplomática a Ucrania. Ver ahora sus exportaciones amenazadas por ataques ucranianos puede empujarle hacia una postura más distante o ambivalente respecto a Kiev.  

Para Ucrania, este es un aviso: cuanto más amplía su campaña contra infraestructuras energéticas “vinculadas a Rusia”, más arriesga erosionar simpatías y apoyos en un vecindario donde muchos países dependen de rutas mixtas heredadas de la época soviética. La legitimidad de la guerra defensiva ucraniana no está en cuestión; sí lo estará la percepción de su conducta si terceros inocentes —como Kazajistán— soportan parte del coste.  

 

6. Crisis del software Airbus A320: la cara invisible de la aviación digital

Hechos

Un fallo vinculado a radiación solar en las computadoras ELAC (Elevator Aileron Computer) ha obligado a Airbus a activar una campaña de actualización de software y, en algunos casos, de hardware, que afecta a alrededor de 6.000 aviones de la familia A320, más de la mitad de la flota global de ese modelo. La medida fue precipitada por un incidente en un vuelo de JetBlue entre Cancún y Newark, que sufrió un descenso brusco no comandado y tuvo que desviarse a Tampa, con varios heridos.

Las autoridades europeas emitieron una directiva de emergencia prohibiendo volar a los aparatos afectados hasta la instalación de la versión segura del software o la realización de ajustes técnicos, lo que provocó cancelaciones y retrasos masivos en plena temporada alta de desplazamientos. Aproximadamente 4.000 aviones pueden resolverse mediante una simple actualización de software, mientras que más de 1.000 requieren intervenciones más profundas.

Airlines como American, Delta, Air France, Lufthansa, Avianca o ANA se vieron obligadas a cancelar o reprogramar centenares de vuelos, con mayor impacto en aquellas cuya flota se basa casi por completo en la familia A320. Airbus afirma haber completado ya la actualización en la mayoría de los aparatos, reduciendo el impacto operativo, pero el episodio ha dejado al descubierto fragilidades no previstas en el diseño.

Implicaciones

El incidente demuestra que la sofisticación tecnológica no elimina los riesgos, los desplaza. La aviación moderna se apoya en arquitecturas fly-by-wire donde cada capa de software añade seguridad redundante… hasta que introduce un bug que nadie había imaginado, como la susceptibilidad de determinadas computadoras a picos de radiación solar. El viejo confort de la redundancia mecánica está siendo sustituido por la confianza en algoritmos cuya interacción completa ni siquiera los fabricantes acaban de conocer del todo.  

El impacto económico inmediato —cancelaciones, compensaciones, costes de reparación— es importante, pero gestionable. Más preocupante es la constatación de que incluso un fabricante tan probado como Airbus puede descubrir de golpe que un elemento crítico de control de vuelo era vulnerable a un fenómeno natural previsible. Si esto ocurre en un sistema tan auditado como el A320, cabe preguntarse cuántos problemas latentes similares existen en otras familias, de otros constructores.  

Hay una lección de gobernanza técnica y regulatoria: la certificación de sistemas digitales debe contemplar no solo el funcionamiento en condiciones ideales, sino la resistencia a agresiones físicas previsibles (radiación, interferencias electromagnéticas, ciberataques). Es un ámbito donde las autoridades deben ir por delante de la industria, no detrás.  

 

7. Elecciones en Honduras: urnas bajo la sombra de Trump y del narco

Hechos

Honduras celebró elecciones generales el 30 de noviembre, con una carrera presidencial polarizada y múltiples acusaciones cruzadas de fraude antes incluso de que se abrieran las urnas. Tres candidatos se disputan la presidencia con opciones reales: Rixi Moncada, exministra de finanzas y defensa y candidata del partido izquierdista LIBRE; Nasry “Tito” Asfura, del Partido Nacional; y Salvador Nasralla, líder televisivo que concurre con el Partido Liberal.

Donald Trump intervino en la contienda respaldando explícitamente a Asfura y anunciando su intención de perdonar al expresidente Juan Orlando Hernández, condenado a 45 años de prisión en Estados Unidos por narcotráfico, lo que añade un componente explosivo al contexto electoral. Al mismo tiempo, la Fiscalía hondureña ha denunciado posibles conspiraciones de fraude, y grabaciones filtradas implican a figuras del Partido Nacional en conversaciones con mandos militares sobre manipulación del proceso.

Los observadores internacionales señalan un clima de desconfianza generalizada hacia las instituciones, con una pobreza que afecta a alrededor del 60% de la población y una presencia estructural del narcotráfico y del crimen organizado que condicionan la política nacional.

Implicaciones

La intervención de Trump en la campaña hondureña es un recordatorio brutal de la asimetría de poder: Washington se atribuye el derecho de bendecir candidatos y condicionar el futuro judicial de figuras clave del país. Anunciar un perdón para un expresidente condenado por narcotráfico en un tribunal estadounidense, en plena campaña, es la expresión más cruda de un doble estándar: la justicia es flexible cuando sirve a un objetivo geopolítico o electoral.

Para Honduras, las elecciones no resuelven los problemas de fondo. Sea quien sea el ganador, heredará un Estado cooptado parcialmente por redes criminales, una economía de subsistencia y una sociedad agotada por la violencia y la corrupción. Moncada hereda tanto el desgaste como las expectativas de la experiencia de LIBRE en el poder; Asfura arrastra el lastre de un Partido Nacional vinculado al narco; Nasralla ofrece un relato antiestablishment sin garantías claras de gobernabilidad.  

En ese contexto, la legitimidad del resultado dependerá menos del recuento que de la percepción social. Si las acusaciones de fraude se convierten en narrativa dominante —alimentada por redes sociales y por actores externos—, el próximo gobierno nacerá cuestionado desde el primer minuto.  

 

8. Netanyahu y el perdón presidencial: el choque entre poder y Estado de derecho

 Hechos

Benjamin Netanyahu ha solicitado oficialmente al presidente Isaac Herzog un perdón que ponga fin a su proceso penal por cargos de fraude, abuso de confianza y soborno, abierto desde 2019. En una carta y un voluminoso memorando legal remitidos a la presidencia, sus abogados argumentan que el juicio está “paralizando la vida política” del país y que detenerlo serviría a la “unidad nacional”.

Netanyahu no admite culpabilidad alguna ni se compromete a abandonar la vida política. Por el contrario, sigue insistiendo en que es víctima de una persecución judicial motivada políticamente. Tradicionalmente, los perdones en Israel se conceden tras sentencia firme y, en ocasiones, con admisión expresa de responsabilidad por parte del beneficiario; la petición de Netanyahu rompe ambos elementos de esa práctica.

La solicitud llega después de que Donald Trump enviara una carta a Herzog pidiendo clemencia para el primer ministro, calificando el caso de ejemplo de “lawfare” y “persecución”. La coalición gobernante cierra filas y presenta el perdón como instrumento de “reconciliación nacional”, mientras la oposición denuncia un intento de colocar al jefe de gobierno por encima de la ley.

Implicaciones

La petición de Netanyahu es el choque frontal entre dos visiones de la democracia. Para el primer ministro y su entorno, la legitimidad electoral —haber ganado elecciones— otorga un crédito de inmunidad frente a los contrapesos judiciales. Para una parte significativa de la sociedad israelí, la esencia del Estado de derecho es precisamente que ningún dirigente, por muy respaldado que esté en las urnas, puede escapar al escrutinio de la justicia.  

Herzog se encuentra ante un dilema sin solución fácil. Si concede el perdón, consagra la idea de que un líder puede evitar el juicio alegando “interés nacional”, debilitando de manera casi irreversible la credibilidad del sistema judicial. Si lo deniega, se convertirá en blanco del aparato mediático y político del Likud y será acusado de “traicionar” a la nación en un momento de crisis regional. Cualquier decisión fracturará aún más un país ya polarizado.

Más allá del caso concreto, Israel se juega algo esencial: si su democracia seguirá siendo una combinación de urnas y separation de poderes y pesos y contra pesos (checks & balances), o si deslizará hacia un modelo plebiscitario en el que el líder legitimado por las elecciones se sitúa, de facto, en un plano diferente al resto de ciudadanos. En esa batalla se dirime no solo el futuro de Netanyahu, sino el carácter del régimen israelí en la próxima década.

 

9. Visita del papa León XIV al Líbano: la apuesta vaticana por la última frontera cristiana de Oriente Medio

Hechos

El papa León XIV ha iniciado en Líbano la segunda etapa de su primer viaje internacional, tras pasar tres días en Turquía. Es un desplazamiento de alto contenido simbólico: el primer pontífice estadounidense visita el país árabe con mayor proporción de cristianos y único con un presidente cristiano, en medio de una crisis económica, política y de seguridad sin precedentes.

En Beirut, León XIV se ha reunido con las autoridades, ha reclamado poner la paz “por encima de todo” y ha insistido en que Líbano no está olvidado por la comunidad internacional. El momento culminante será su oración en silencio en el puerto de Beirut, escenario de la devastadora explosión de 2020 cuya investigación sigue bloqueada, símbolo de la impunidad estructural del sistema libanés.

A lo largo del viaje, el papa ha advertido de que el “futuro de la humanidad está en juego” si no se contiene la escalada de conflictos, y ha llamado a Israel y a Hezbollah a buscar el diálogo y no la confrontación armada, en un contexto de tensiones crecientes en la frontera y de ataques puntuales que mantienen al país en vilo.

Implicaciones

El Vaticano entiende Líbano como algo más que un Estado en crisis: lo percibe como la última frontera de un cristianismo oriental acorralado por guerras, persecuciones y emigración masiva. Si Líbano colapsa definitivamente o pierde su peso cristiano, el impacto simbólico y demográfico sobre el conjunto de la región sería devastador. La visita de León XIV es, en ese sentido, una operación de contención espiritual frente a una realidad política y económica que se degrada.  

No hay que hacerse ilusiones: el papa no va a desbloquear de la noche a la mañana la parálisis institucional libanesa ni va a reconducir el conflicto latente entre Israel y Hezbollah. Pero sí puede tener efectos importantes sobre la moral de una población extenuada, y sobre la percepción de que el mundo ha abandonado a Líbano. La fe no sustituye al Estado, pero en un país donde el Estado ha desertado, la Iglesia se convierte también en actor de resistencia moral.  

Para Europa, la estabilidad libanesa es algo más que una cuestión humanitaria: es una barrera frágil contra nuevos flujos de refugiados y contra la expansión de la inestabilidad hacia el Mediterráneo. Ignorar esa dimensión mientras se recorta la ayuda y se externaliza la gestión migratoria es un lujo que el continente quizá no pueda permitirse.  

 

10. Operaciones conjuntas EE. UU.-Siria contra ISIS: convergencia táctica, contradicción estratégica

Hechos

El mando central estadounidense ha informado de más de una veintena de operaciones recientes contra células del Estado Islámico en Siria, llevadas a cabo junto a fuerzas locales y, de forma más indirecta, en coordinación política con Damasco. En el sur del país, una serie de ataques aéreos y operaciones terrestres han destruido unos 15 depósitos de armas, con más de 130 morteros, cohetes, armas ligeras, minas y materiales para explosivos improvisados.

En paralelo, Siria ha sido incorporada formalmente como miembro número 90 de la Coalición Global contra ISIS, lo que supone un reconocimiento político mínimo pero significativo, después de años de aislamiento internacional del régimen. Al mismo tiempo, Washington mantiene sanciones severas sobre el país y no reconoce la legitimidad de su gobierno, mientras sigue apoyando a las Fuerzas Democráticas Sirias kurdas en el noreste.

Los responsables estadounidenses subrayan que la amenaza de ISIS persiste, con alrededor de 2.500 combatientes activos entre Siria e Irak, y que los campos de detención como al-Hol y al-Roj son focos de radicalización si los países de origen no repatrian a sus nacionales.

Implicaciones

La cooperación contra ISIS desnuda la esquizofrenia de la política occidental en Siria: se combate al mismo enemigo coordinándose de facto con un régimen al que se ha intentado derrocar durante más de una década, sin reconocer públicamente esa convergencia. Es realpolitik en estado puro: cuando el enemigo común es suficientemente peligroso, se aparcan —al menos tácticamente— las agendas de cambio de régimen.  

Sin embargo, esta convergencia no resuelve los dilemas de fondo. Assad sigue en el poder, apoyado por Rusia e Irán, y la fragmentación territorial del país se ha consolidado en un mosaico de zonas de influencia. La presencia militar estadounidense en el noreste, la turca en el norte, y la rusa en varias bases clave dibujan un escenario de semiprotectorado multinivel. En ese marco, las operaciones contra ISIS son necesarias, pero no suficientes para estabilizar Siria ni para impedir que, a medio plazo, la organización yihadista vuelva a mutar y a explotar vacíos de poder.  

La cuestión de los detenidos de ISIS y de sus familias es la bomba de relojería más evidente. Los países occidentales no quieren repatriar a sus nacionales por motivos de seguridad y de política interna, pero mantenerlos indefinidamente en campos sin horizonte jurídico es una receta segura para la radicalización de una nueva generación. Es la versión del siglo XXI de los errores cometidos tras Irak y Afganistán: se combate al síntoma, no a las condiciones que alimentan la enfermedad.  

 

Rack de medios

1. Prensa anglosajona liberal (NYT, Washington Post, The Guardian, CNN, BBC, AP)

Dan amplia cobertura a las conversaciones de Florida, insistiendo en las concesiones que pide el plan estadounidense a Ucrania y en la figura controvertida de Witkoff y Kushner. Subrayan los riesgos de legitimar la anexión rusa, pero también el cansancio de la opinión pública occidental ante una guerra interminable. Sobre Honduras, el foco está en la injerencia de Trump y en el precedente de perdonar a Hernández. En el caso Netanyahu, la mayoría de análisis hablan abiertamente de “erosión democrática”. 

2. Prensa económica y conservadora occidental (WSJ, Financial Times, The Times, Telegraph, Fox, CNBC)

El énfasis recae en los mercados: impacto de la crisis del A320 en las aerolíneas, riesgo de disrupción del crudo por el ataque al CPC y la shadow fleet (flota en la sombra), y señales de alarma por la debilidad manufacturera asiática. En el plano político, tienden a ver el plan de paz como una oportunidad para “cerrar” el frente ucraniano y concentrarse en la rivalidad con China, con cierta comprensión hacia las posiciones de Trump y Rubio. 

3. Espacio francófono (Le Monde, Le Figaro, Libération, La Tribune de Genève)

Leen las negociaciones de Ucrania como un síntoma más de la marginalización de Europa en su propia periferia. Al mismo tiempo, destacan la visita papal al Líbano y el riesgo de derrumbe definitivo de ese país. En materia energética, siguen con interés la shadow fleet (flota en la sombra) y el papel ambiguo de armadores europeos. 

4. Prensa alemana y nórdica (FAZ, Die Welt, Die Zeit, Helsingin Sanomat)

Muy preocupada por la seguridad energética: el ataque al CPC, los golpes ucranianos a la flota en la sombra y la dependencia europea de rutas vulnerables dominan las portadas económicas. En política, se percibe un cierto fatalismo: la sensación de que el futuro marco de seguridad europeo se decidirá entre Washington y Moscú, con Ucrania en medio y la UE como espectadora nerviosa.

5. Medios israelíes (Yedioth Ahronoth, Haaretz, Israel Hayom, Jerusalem Post)

Divididos casi milimétricamente: los más conservadores ven el perdón a Netanyahu como un mal menor para preservar estabilidad en un entorno de guerra múltiple; los más críticos hablan de “golpe contra la separación de poderes”. Dedican también espacio a las declaraciones del Papa sobre los dos Estados, que algunos interpretan como presión moral añadida sobre Jerusalén. 

6. Medios árabes y regionales (Al Jazeera, Al Arabiya, Asharq al Awsat, An-Nahar, Jordan Times)

Al Jazeera pone el acento en la dimensión geopolítica del plan de paz para Ucrania y en la visita del Papa como gesto hacia Líbano y Palestina, mientras que cadenas del Golfo se interesan más por el impacto del shadow fleet (flota en la sombra) y del CPC en los precios del crudo y en la rivalidad con Rusia dentro de OPEP+. La cooperación militar EEUU–Siria contra Daesh se presenta como la confirmación de la prioridad absoluta de la lucha antiterrorista frente a cualquier consideración ideológica. 

7. Ecos en Ucrania, Rusia y Europa del Este (Kyiv Independent, Ukrinform, Ukrainska Pravda, TASS, RT)

Los medios ucranianos hablan de “negociaciones difíciles” y temen que el resultado final congele un statu quo muy favorable a Rusia. Subrayan, eso sí, que los ataques a la infraestructura petrolera rusa, incluida la shadow fleet (flota en la sombra) y el terminal del CPC, son parte de una estrategia de presión indispensable. La prensa rusa oficialista presenta el proceso como confirmación de que Occidente ha acabado aceptando las “realidades sobre el terreno”. 

8. América Latina (Clarín, El Mercurio, Reforma, prensa hondureña)

Mirada muy crítica al perdón de Hernández: se interpreta como la consagración de un doble rasero estadounidense en materia de lucha contra el narcotráfico. En Honduras, los medios están divididos según su alineamiento partidista, pero todos coinciden en que Trump ha convertido la elección en un plebiscito sobre su poder de injerencia. 

 

Semáforo de riesgos

Rojo – Riesgo Alto

  1. Arquitectura de seguridad en Europa (plan de paz para Ucrania)

    • Peligro de consolidar un modelo de “paz de Yalta 2.0”, con cesiones territoriales de facto y un precedente nefasto para otros revisionismos.

    • Elevado riesgo de fractura interna en Ucrania y de desafección en socios de Europa Central si el acuerdo se percibe como una capitulación.

  2. Inestabilidad en Centroamérica (Honduras + Venezuela)

    • El perdón a Hernández y la intervención directa de Trump pueden desencadenar crisis de legitimidad postelectoral en Honduras.

    • Si la presión sobre Maduro se gestiona mal, se corre el riesgo de una salida caótica con impacto en migraciones y redes criminales en toda la región.

  3. Medio Oriente ampliado (Israel, Líbano, Siria, Daesh/ISIS)

    • La petición de perdón de Netanyahu en plena tensión bélica puede desencadenar crisis constitucional.

    • El Líbano sigue al borde del colapso; cualquier incidente serio puede arrastrar a Israel, Siria e Irán.

    • Daesh/ISIS mantiene capacidad residual suficiente para atentados simbólicos y desestabilización local si se afloja la presión.

Amarillo – Riesgo Medio

  1. Energía y transporte global (CPC, shadow fleet (flota en la sombra), A320)

    • Los ataques al CPC y a petroleros de la flota en la sombra elevan el riesgo de incidentes mayores en el mar Negro y Mediterráneo oriental.

    • La crisis del A320 demuestra la vulnerabilidad del transporte aéreo a fallos de software (programa informático), pero la respuesta de Airbus está conteniendo el daño por ahora.

  2. Economía mundial y cadenas industriales (Asia manufacturera)

    • La prolongación de la debilidad manufacturera asiática puede acelerar la fragmentación económica en bloques y agravar la pérdida de competitividad europea.

Verde vigilado – Riesgo Bajo pero a seguir

  1. Proceso político en Israel y encaje institucional del perdón

    • Riesgo controlado a corto plazo, pero con potencial de deterioro rápido si se percibe que la justicia ha sido instrumentalizada.

  2. Implementación técnica de la retirada (recall) A320

Si no surgen incidentes adicionales y el calendario se cumple, el riesgo se irá diluyendo, aunque quedará como advertencia para futuras certificaciones de software (programa informático) crítico.

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