Tres frentes en tensión: Ucrania negocia, vuelve el yihadismo y la batalla cultural sacude Chile y España

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La foto estratégica de las últimas 24 horas está marcada por tres vectores que se cruzan de forma inquietante: el avance de una vía negociada para Ucrania bajo el paraguas de Washington y Berlín, el retorno del yihadismo global como amenaza letal en Bondi y en el terreno digital de la inteligencia artificial, y la confirmación de que la batalla cultural y política en Iberoamérica y en España se libra también contra los clichés ideológicos de unas élites mediáticas que han dejado de entender la realidad que pretenden explicar. Sobre este telón de fondo, el discurso de victoria de José Antonio Kast en Chile rompe el relato perezoso que equipara sin matices conservadurismo firme con extrema derecha, mientras en España la degradación institucional del sanchismo convierte la permanencia de ciertos altos cargos –especialmente en la carrera diplomática– en un problema de dignidad, no solo de gestión.

 

I. INTRODUCCIÓN BREVE

El tablero internacional se mueve hoy entre el realismo de unas negociaciones duras pero esperanzadoras sobre Ucrania y el espejismo de una supuesta “post‑guerra contra el terror” que los hechos desmienten a tiros y a golpes de código malicioso. Los ataques yihadistas inspirados por el Estado Islámico en Bondi, con viaje previo a Filipinas para entrenamiento, y el uso creciente de la inteligencia artificial por grupos terroristas revelan que el radicalismo islamista no es un capítulo cerrado, sino una mutación constante que la nueva doctrina de seguridad de Washington se empeña en minimizar, priorizando otros riesgos “de moda”. Al mismo tiempo, la respuesta robusta de la Administración Trump contra las narcolanchas vinculadas a cárteles y grupos insurgentes colombianos confirma una línea de mano dura que, con todos sus dilemas jurídicos, apunta a la raíz del narco‑terrorismo que sostiene al régimen chavista en Venezuela.

 

II. DIEZ NOTICIAS CLAVE

1. Victoria de Kast: discurso más moderado de lo que el relato dominante tolera

Hechos 

José Antonio Kast ha celebrado su victoria electoral con un discurso de tono más moderado y presidencial de lo que buena parte de la prensa internacional –sobre todo europea– llevaba semanas anunciando casi con regocijo apocalíptico. Pese a la tentación de encasillarlo en la categoría de “MAGA latino” o “ultraderechista”, el mensaje de Kast ha insistido en la gobernabilidad, la estabilidad institucional y la necesidad de reconstruir la confianza económica tras los años de deriva populista y de violencia callejera en Chile.

Implicaciones 

Lo relevante no es solo el resultado, sino el contraste entre la realidad y el prejuicio de unos medios mainstream que llevan años etiquetando como “extrema derecha” cualquier proyecto de centroderecha liberal firme, mientras blanquean o relativizan a las izquierdas radicales o populistas cuando son de “los suyos”. Esa doble vara, visible en cabeceras de referencia en Europa y Estados Unidos, se reproduce ahora con Kast igual que antes con Milei o con determinados líderes conservadores europeos, a quienes se asocia mecánicamente con Trump o con el fenómeno MAGA para evitar discutir sus programas concretos. En este contexto, el tono de hombre de Estado que Kast ha querido proyectar es una buena noticia, pero no un cheque en blanco: la verdadera moderación no se declama, se gobierna, y se medirá en políticas responsables, respeto al Estado de derecho y reforma económica seria, no en el aplauso o la descalificación automática desde redacciones ideologizadas que conocen poco Iberoamérica y la miran con clichés coloniales reciclados.

 

2. Negociaciones EE. UU.-Ucrania con Witkoff y Kushner: un realismo exigente pero cargado de oportunidades

Hechos 

Volodímir Zelenski se ha reunido en Berlín con el enviado especial estadounidense Steve Witkoff y con Jared Kushner para discutir un paquete de garantías de seguridad “tipo OTAN” para Ucrania, concebido como pieza central de un eventual acuerdo de paz. Fuentes estadounidenses y europeas hablan de “progreso real” y de un marco de seguridad que Trump estaría dispuesto a someter al Senado para dotarlo de respaldo político, aunque la cuestión territorial y el cálculo de Vladimir Putin siguen siendo los grandes obstáculos.

Implicaciones 

El hecho de que Washington impulse un esquema de garantías robustas para Kiev confirma algo esencial: pese al cansancio y a los errores europeos, el eje atlántico no ha renunciado a impedir que la agresión rusa se premie con territorio conquistado, aunque el diseño final de cualquier armisticio obligue a equilibrios muy complejos. Que Witkoff y Kushner estén en el centro de este esfuerzo encaja con una política exterior trumpista pragmática, menos retórica que la de la anterior administración Biden y más orientada a resultados, siempre que se mantenga la línea roja de no legitimar el uso de la fuerza como vía para cambiar fronteras. Una paz a “cualquier precio” sería una victoria estratégica para el Kremlin y un mensaje devastador a Pekín en el Estrecho de Taiwán; una paz firme, acompañada de garantías militares creíbles y del mantenimiento de sanciones selectivas mientras no haya restitución efectiva, puede en cambio convertirse en ejemplo de realismo atlántico bien entendido.  

 

3. Bondi: masacre yihadista inspirada por Estado Islámico y viaje a Filipinas

Hechos 

Dos atacantes –padre e hijo– abrieron fuego contra un acto de Janucá en Bondi Beach, Sídney, matando a 15 personas en el peor tiroteo masivo en casi tres décadas en Australia. La policía ha confirmado que ambos habían viajado a Filipinas un mes antes, que el ataque se investiga como terrorismo y que en el vehículo del hijo se hallaron artefactos explosivos improvisados y dos banderas caseras del Estado Islámico. Fuentes de seguridad australianas apuntan a que el viaje tuvo como objetivo entrenamiento de tipo militar en el sur de Filipinas, donde siguen operando células y redes vinculadas a ISIS, pese a que Manila proclamó hace años el fin de la insurrección.

Implicaciones 

Este ataque pulveriza la narrativa cómoda de ciertos estrategas en Washington y en Europa, que relegan el yihadismo global a amenaza “residual” mientras elevan a dogma que la prioridad absoluta es el clima, la desinformación o el extremismo doméstico, según el gusto ideológico del día. La realidad es testaruda: el Estado Islámico ha perdido su califato territorial, pero conserva capacidad de inspiración, entrenamiento y movilización transnacional, desde Filipinas a África pasando por células o “lobos solitarios” radicalizados en Occidente. Que el objetivo fuese una comunidad judía en una fiesta religiosa añade otra capa: el antisemitismo yihadista se alimenta del clima de odio contra Israel y los judíos normalizado en algunos campus, redes sociales y, en demasiadas ocasiones, en platós y columnas donde se tolera retórica incendiaria si viene envuelta en pseudo‑antisionismo. Negar que el yihadismo sigue siendo una amenaza central no es solo un error analítico: es una irresponsabilidad moral.  

 

4. IA y terrorismo: el laboratorio oscuro del Estado Islámico

Hechos 

Reportajes recientes alertan de que el Estado Islámico y otros grupos extremistas están experimentando de forma creciente con herramientas de inteligencia artificial generativa, desde la producción de “deepfakes” (falsificaciones profundas) hasta la automatización de propaganda y posibles usos en ciberataques. Foros pro‑ISIS han empezado a animar explícitamente a incorporar la IA a sus operaciones, destacando su facilidad de uso y su potencial para reclutar, desinformar y, a medio plazo, incluso ayudar en la fabricación de armas biológicas o químicas, según advertencias recogidas por agencias de inteligencia occidentales y organismos como el Departamento de Seguridad Interior de EEUU.

Implicaciones 

Es difícil imaginar una combinación más inquietante que la de fanáticos dispuestos a matar en masa y herramientas digitales capaces de fabricar mentiras perfectas y multiplicarlas a velocidad de vértigo. Que una agencia global hable de “grupos militantes” para referirse a organizaciones terroristas islamistas revela hasta qué punto cierta corrección política ha contaminado incluso el lenguaje de quienes deberían llamar a las cosas por su nombre: terroristas, no “militantes”; asesinatos, no “incidentes de seguridad”. La banalización terminológica no es inocente: si el terrorismo deja de ser nombrado como tal, el ciudadano se acostumbra a verlo como ruido de fondo, no como desafío existencial a nuestras libertades. Frente a esa deriva, la respuesta debe ser doble: reforzar, sin ingenuidad, la regulación y el control de las aplicaciones de IA en manos de actores maliciosos, y al mismo tiempo mantener un discurso político y mediático claro, que no blanquee ni relativice a quienes usan estas herramientas para sembrar terror.  

 

5. EE. UU. y las narcolanchas: el narcoterrorismo tratado como amenaza estratégica

Hechos 

En los últimos meses, la Administración Trump ha intensificado una campaña de ataques militares contra embarcaciones sospechosas de transportar cocaína desde Colombia y Venezuela hacia Estados Unidos, vinculadas a cárteles y a grupos insurgentes como el ELN. Se han contabilizado ya varias decenas de muertos en al menos una veintena de operaciones en Caribe y Pacífico, que Washington enmarca en la consideración de los grandes cárteles como organizaciones terroristas, mientras en Colombia y otros países se debate la legalidad de algunas de estas acciones y posibles víctimas civiles. Paralelamente, medios europeos se preguntan por la “legalidad” de estos ataques en términos de derecho internacional, mientras dedican mucho menos espacio a las víctimas de los cárteles y del narco‑terrorismo en la región.

Implicaciones 

Sorprende –o quizá ya no tanto– que parte de la prensa que durante años ha blanqueado al chavismo como “proyecto bolivariano” se escandalice ahora por la destrucción de narcolanchas que forman parte del sistema circulatorio de la inmensa organización mafiosa que es hoy el régimen de Caracas. Los mismos que rebajan al ELN o a las FARC a “grupos armados” se apresuran a criminalizar cualquier uso de la fuerza legítima contra quienes trafican con toneladas de cocaína y controlan territorios mediante terror y corrupción. Tratarlos como “combatientes” no es un exceso, es una descripción ajustada de su naturaleza híbrida: son narcos y son terroristas, y así deben ser enfrentados, con escrutinio jurídico, sí, pero sin complejos ni sentimentalismos irresponsables. En este punto, la política de mano dura de Trump, con todos sus ángulos discutibles, marca un contraste saludable con años de ambigüedad occidental respecto al narcoecosistema que sostiene al chavismo y a sus aliados regionales.  

 

6. España: escándalos, sanchismo y la dignidad pendiente de algunas dimisiones

Hechos 

La prensa internacional recoge con creciente frecuencia los escándalos que afectan al Partido Socialista y al Gobierno de Pedro Sánchez, desde casos de corrupción hasta acusaciones de acoso sexual y prostitución contra figuras destacadas del entorno del presidente. Analistas señalan que la imagen de “gobierno feminista” y adalid de la regeneración se ha derrumbado ante una cascada de denuncias y una gestión opaca, mientras crece el malestar social y político, y se multiplican las críticas por un reparto de cargos percibido como clientelar y partidista.

Implicaciones 

Con la que está cayendo, la permanencia en sus puestos de determinados altos cargos –incluidos embajadores nombrados a golpe de afinidad ideológica más que de mérito profesional– se ha convertido en una obscenidad política y en un insulto a la dignidad del servicio público. Que algunos hayan “salido del armario ideológico” proclamándose de izquierdas “de toda la vida” para ganarse una jefatura de misión para la que nunca habrían sido considerados en un sistema de mérito real, ilustra hasta qué punto el sanchismo ha convertido partes de la administración en botín de guerra partidista. No se trata ya de discrepancia ideológica, sino de decencia mínima: en cualquier democracia seria, el cúmulo de escándalos y contradicciones entre discurso feminista y prácticas internas habría provocado dimisiones en cadena. En España, en cambio, demasiados funcionarios en puestos de responsabilidad parecen haber decidido que la carrera y los privilegios pesan más que el honor.  

 

7. La seguridad española y europea ante el rebrote del yihadismo global

Hechos 

Informes y coberturas recientes sobre la actividad de ISIS en Filipinas, Oriente Medio y África subrayan que el grupo sigue operando mediante redes descentralizadas y franquicias, con capacidad de inspirar atentados en terceros países, como se ha visto en Bondi. Al mismo tiempo, las estrategias de seguridad de algunas potencias europeas y de EEUU priorizan cada vez más la lucha contra “extremismos” internos, el cambio climático y la competición entre grandes potencias, relegando el terrorismo islamista a un plano secundario en la jerarquía de amenazas.

Implicaciones 

Europa haría mal en olvidar las lecciones de Madrid, Londres, París o Bruselas por el espejismo de unos años de relativa calma. El yihadismo, como bien muestran Filipinas, el Sahel o la propia Australia, no ha desaparecido: ha mutado, se ha descentralizado y busca nuevas herramientas –de la IA a las criptomonedas– para sostenerse. Ignorar esta realidad por razones ideológicas o porque incomoda a ciertos discursos sobre multiculturalismo es regalar terreno al enemigo. España, por su posición geográfica y por su propia experiencia, debería estar a la vanguardia de una respuesta firme, coordinada con sus socios atlánticos y sin complejos a la hora de señalar el papel desestabilizador del régimen iraní y de sus proxies –Hizbolá, Hamás, los hutíes– en el ecosistema yihadista y antioccidental.  

 

8. China: expansionismo persistente y mirada sobre Ucrania

Hechos 

Mientras la atención mediática se concentra en Ucrania y en Oriente Medio, Pekín continúa consolidando su posición en el Mar de la China Meridional, estrechando lazos con actores en el Índico y en el Pacífico –de Sri Lanka a las Maldivas– y comprando silencios y lealtades en África y América Latina mediante deuda, infraestructuras y acceso privilegiado a materias primas estratégicas. Think tanks y medios especializados señalan que la forma en que se cierre –o no– el conflicto ruso‑ucraniano será observada muy de cerca por China como termómetro de la voluntad occidental de defender el statu quo en Taiwán y en otras zonas grises.

Implicaciones 

Si Rusia logra arrancar concesiones territoriales significativas en Ucrania, el mensaje para Pekín será inequívoco: con suficiente paciencia, presión militar limitada y guerra híbrida, el bloque occidental acaba claudicando. Por eso la negociación en curso, aun necesaria, no puede traducirse en una aceptación implícita de la conquista por la fuerza. La vigilancia sobre el expansionismo chino no es una obsesión de halcones: es simple sentido común geopolítico en defensa de un orden basado en reglas. Europa, demasiado centrada en sus debates domésticos y en el ruido del wokismo, corre el riesgo de despertar tarde al hecho de que, mientras se autoflagela, China compra puertos, minas y sectores estratégicos a lo largo y ancho del planeta.  

 

9. América Latina: chavismo, narco y la ceguera selectiva de ciertas redacciones

Hechos 

El papel de Venezuela como plataforma logística y política del narco‑tráfico regional y de alianzas peligrosas con Irán y sus proxies ha sido documentado por múltiples investigaciones, mientras el régimen de Nicolás Maduro se aferra al poder mediante represión, fraude electoral y control de recursos estratégicos. Sin embargo, numerosos medios occidentales siguen dedicando más espacio a criticar las políticas de seguridad de gobiernos de centroderecha que a señalar con la misma contundencia el carácter narco‑dictatorial de Caracas o la deriva autoritaria de aliados como Nicaragua y Cuba.

Implicaciones 

Hay una paradoja insoportable en ver editoriales inflamados contra los “excesos” en la lucha contra el narco mientras se dedica un lenguaje aséptico y casi administrativo a describir las tropelías de regímenes que son, literalmente, organizaciones mafiosas con asiento en Naciones Unidas. A estas alturas, seguir hablando del chavismo como “gobierno bolivariano” o de Cuba como “régimen revolucionario” no es ingenuidad, es complicidad narrativa. Quien de verdad se preocupa por los derechos humanos en América Latina debería aplaudir, con matices si se quiere, cualquier iniciativa que debilite las redes narco‑terroristas que alimentan la maquinaria de Caracas, La Habana o Managua. Lo demás es retórica moralista al servicio del statu quo.  

 

10. La batalla cultural y el lenguaje: “militantes”, “incidentes” y otros eufemismos

Hechos 

En los últimos años se ha consolidado en parte de la prensa global un uso del lenguaje que evita términos como “terrorista”, “yihadista” o “islamista radical” y prefiere hablar de “militantes”, “extremistas” o incluso “activistas armados” para referirse a organizaciones como el Estado Islámico, Al Qaeda o sus franquicias. Paralelamente, determinados marcos ideológicos –wokismo, relativismo cultural, cierta izquierda identitaria– han ido condicionando titulares, enfoques y análisis en un buen número de redacciones influyentes, desde Nueva York a Londres pasando por París o Berlín.

Implicaciones 

Las palabras no son neutras. Cuando una agencia internacional llama “organización militante” a un grupo que decapita, esclaviza y masacra civiles, está contribuyendo –quiera o no– a diluir la gravedad del fenómeno. Y cuando el foco se desplaza obsesivamente hacia las déficits occidentales, mientras se minimizan o relativizan los crímenes de dictaduras y grupos terroristas, se está tomando partido en la batalla cultural, aunque se venda como “neutralidad”. Frente a esa tendencia, es imprescindible recuperar una línea editorial clara: defensa sin complejos de la democracia liberal representativa, del Estado de derecho y de la economía de mercado, rechazo frontal del terror –venga de donde venga– y tolerancia cero con los eufemismos que lo blanquean. 

 

III. RACK DE MEDIOS

- NYT / Washington Post / CNN / BBC:  

  - Foco en la negociación de Ucrania, con énfasis en la presión sobre Zelenski para aceptar compromisos difíciles y en las dudas sobre la voluntad de Putin de llegar a un acuerdo real.

  - Cobertura extensa de Bondi, destacando el viaje a Filipinas y la dimensión antisemita del ataque, pero con cierta cautela terminológica a la hora de profundizar en el componente ideológico islamista.

- WSJ / Financial Times / The Economist:  

  - Lectura realista del conflicto en Ucrania, subrayando el coste económico de una guerra prolongada y la necesidad de un marco de seguridad que disuada a Rusia sin desarmar a Ucrania.

  - Preocupación por el riesgo sistémico de la IA en manos de actores maliciosos, con énfasis en la dimensión económica y en la vulnerabilidad de infraestructuras críticas.

- Le Monde / Le Figaro / FAZ / Die Welt / Die Zeit / El mainstream europeo:  

  - Seguimiento detallado de las conversaciones sobre Ucrania y del debate interno europeo sobre sanciones y ayuda militar, con posiciones más duras en la prensa alemana conservadora que en ciertos medios franceses.

  - Cobertura creciente de los escándalos en España, presentada como erosión de la credibilidad del gobierno de Sánchez y como ejemplo de la fatiga ciudadana ante la corrupción y la incoherencia moral.

- Reuters / AP / AFP / DPA:  

  - Cadenas de piezas equilibradas sobre Bondi, el viaje a Filipinas y el rastro del Estado Islámico, con detalles clave sobre las banderas, los explosivos y los vínculos de la región de Mindanao con redes yihadistas.

  - Reportajes sobre la experimentación de grupos extremistas con IA, señalando tanto la amenaza de propaganda y desinformación como el riesgo, aún incipiente pero real, de apoyo a la fabricación de armas no convencionales.

- Medios iberoamericanos (Clarín, El Mercurio, Reforma, etc.):  

  - Lectura matizada de la victoria de Kast, destacando más el hartazgo ciudadano ante la inseguridad y la crisis económica que la etiqueta de “ultraderecha” que domina en Europa.

  - Atención dividida entre la presión migratoria, la corrupción endémica y el papel desestabilizador del narcotráfico, con referencias constantes a Venezuela como factor de desorden regional.

- Medios del Golfo y del mundo árabe (Al‑Jazeera, Al‑Arabiya, Asharq Al‑Awsat, prensa saudí y emiratí):  

  - Coberturas amplias sobre los frentes de Gaza, Yemen y el papel de Irán, con grandes diferencias de enfoque entre medios alineados con Doha y Teherán y los próximos a Riad y Abu Dabi, estos últimos mucho más críticos con los proxies iraníes.

- Prensa israelí y ucraniana (Haaretz, Jerusalem Post, Kyiv Independent, Ukrinform):  

  - Análisis preocupados sobre el precedente que puede sentar cualquier acuerdo con Rusia para el equilibrio de disuasión frente a Irán y frente a otros actores revisionistas.

  - En el caso de Ucrania, insistencia en que cualquier retirada forzada de territorios conquistados equivaldría a una capitulación estratégica y moralmente inaceptable.

 

IV. SEMÁFORO DE RIESGOS GEOPOLÍTICOS: MATRIZ DE RIESGOS

🔴 Rojo (Crítico)

• Yihadismo global 2.0 (Bondi + IA): Combinación de atentados “inspirados” por el Estado Islámico (como el de Sídney) y un salto cualitativo en capacidades de propaganda y desinformación mediante el uso de Inteligencia Artificial para radicalizar a "lobos solitarios".

• Deriva narco‑terrorista y consolidación del chavismo como eje mafioso regional: Reforzado mientras la atención se centra en otros teatros; sin embargo, la designación de "terrorista" al Cártel de los Soles por EE. UU. eleva el nivel de confrontación.

• Riesgo de un mal acuerdo en Ucrania: Que legitime de facto la agresión territorial rusa y envíe una señal de debilidad estructural a China, especialmente con propuestas de "zonas económicas libres" que podrían comprometer la soberanía ucraniana.

🟠 Ámbar (Alto)

• Estabilidad política en Chile: Las victorias conservadoras, como la de Kast, se verán sometidas a campañas de deslegitimación mediática y presión callejera organizada por la izquierda radical que mantiene infraestructura de movilización.

• Situación interna en España: Donde la erosión de la credibilidad institucional —agravada por choques diplomáticos con Israel y escándalos de corrupción— puede traducirse en desafección social y crecimiento de alternativas antisistema si no hay una reacción ética.

• Coherencia del bloque atlántico: Amenazada por escándalos de corrupción en la UE (caso Mogherini) que debilitan la autoridad moral de Bruselas frente al desafío de Rusia y China, exigiendo que Europa asuma costes impopulares.

🟢 Verde (Oportunidad)

• Progreso –aún frágil– en el diseño de un marco de garantías de seguridad para Ucrania: Que reconoce su pertenencia de facto al espacio occidental (garantías tipo Artículo 5) y corrige parcialmente los errores de la etapa post‑Guerra Fría.

• Consolidación de un enfoque más robusto frente al narco‑terrorismo en Washington: Con ataques cinéticos y medidas jurídicas que pueden debilitar estructuralmente a los cárteles y regímenes que se alimentan del narcotráfico.

• Emergencia de liderazgos conservadores en Iberoamérica: Como Kast en Chile, que al unirse al eje de Milei, ofrecen una alternativa democrática, de orden y libertad económica frente al populismo de izquierda agotado.

 

V. COMENTARIO EDITORIAL

El año 2025 cerrará sus puertas no con un susurro, sino con el estruendo de viejas estructuras que colapsan y nuevas realidades que se imponen. La contundente victoria de José Antonio Kast en Chile es mucho más que un resultado electoral; es la vindicación del sentido común frente a una década de delirio ideológico. Los chilenos, sometidos al experimento fallido del octubrismo, la inseguridad y el decrecimiento económico, han optado por el orden, la libertad y la propiedad privada con un rotundo 58%.

Este triunfo envía un mensaje ensordecedor a todo el hemisferio: los pueblos no quieren revoluciones woke que empobrecen ni constituciones refundacionales escritas desde el resentimiento. Quieren seguridad para trabajar, fronteras controladas y un estado que no sea un botín para activistas. Gabriel Boric y sus aliados del Grupo de Puebla han sido derrotados no por conspiraciones, sino por la realidad de su propia incompetencia. Chile vuelve a la senda del desarrollo, uniéndose a la Argentina de Milei en un eje de libertad que promete reconstruir la prosperidad del Cono Sur. Pero no hay que echar las campanas al vuelo, el buen gobierno y la moderación se demuestran gobernando. 

Simultáneamente, en el viejo continente, el velo de superioridad moral de la burocracia europea ha sido rasgado. La detención de Federica Mogherini y el colapso diplomático del gobierno de Pedro Sánchez en España exponen la podredumbre de una élite progresista que, bajo la retórica de la solidaridad y el multilateralismo, ha construido redes de corrupción y clientelismo. Que Israel, la única democracia de Oriente Medio, se vea obligada a sancionar a ministras españolas por antisemitismo es una mancha indeleble que ilustra hasta qué punto el gobierno de Madrid ha perdido su brújula moral y estratégica.

Pero la libertad no se defiende sola. El ataque terrorista en Sídney y la carrera nuclear de Irán nos recuerdan que el mal existe y está activo. Frente a esto, la nueva postura de Estados Unidos hacia el narco-régimen de Venezuela —pasando de las sanciones de papel a los ataques cinéticos reales contra el Cártel de los Soles— es la dosis de realismo que el mundo libre necesitaba desesperadamente. La doctrina de "Paz mediante la Fuerza" no es una opción, es una necesidad de supervivencia.

El mundo sigue siendo un lugar peligroso, pero hoy, con el renacer de liderazgos fuertes en América Latina y la determinación renovada en Washington de confrontar a los enemigos de la libertad, el horizonte se ve más claro que ayer. La inocencia occidental ha terminado; comienza la era de la responsabilidad y la defensa activa de nuestros valores.

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