Ucrania: Zelenski y Trump se acercan, pero el “peace plan” (plan de paz) sigue siendo asimétrico
1. Ucrania: Zelenski y Trump se acercan, pero el “peace plan” (plan de paz) sigue siendo asimétrico |
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En las últimas 24 horas, Volodímir Zelenski ha dicho abiertamente que Ucrania está “lista para avanzar” en el plan de paz impulsado por la Casa Blanca y que discutirá los “puntos sensibles” directamente con Donald Trump, en un formato aún por definir. El plan ha pasado de los 28 puntos originales a un borrador de 19 puntos tras las negociaciones en Ginebra entre asesores de seguridad de EE. UU., Ucrania y el llamado E3 europeo (Francia, Alemania, Reino Unido), que han logrado retirar algunos elementos más descaradamente favorables a Moscú, como el retorno de Rusia al G8 o el uso por Washington de activos rusos congelados en Europa bajo control estadounidense. En paralelo, Trump insiste en que “la paz está muy cerca”, niega que haya un ultimátum formal al 27 de noviembre, pero mantiene la presión: si Zelenski no acepta, “puede seguir luchando con todo su corazón”, según filtraciones recogidas en prensa india y anglosajona. |
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La noticia no es solo que haya un “peace plan (plan de paz)”, sino que, por primera vez, Zelenski verbaliza que el marco de Trump es el campo de juego real y que su margen de maniobra está en los “detalles sensibles”. Es un reconocimiento implícito de que Kiev ha perdido capacidad de vetar la arquitectura de la negociación, y eso pone a Europa ante el espejo: o defiende de verdad la integridad territorial ucraniana o acepta una paz desbalanceada y la consagra como precedente. |
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Para Moscú, el simple hecho de que la discusión gire alrededor de un alto el fuego (ceasefire, alto el fuego) en la línea actual y de la reducción de la ambición ucraniana (sin recuperar territorios ni entrar en la OTAN a corto plazo) ya es una victoria estratégica. Para Kiev, el riesgo es entrar en un escenario “Bosnia 2.0”: un Estado mutilado, dependiente y con una guerra congelada que puede descongelarse a voluntad del agresor. Y para nosotros, europeos, el mensaje es brutal: si no se construye autonomía estratégica real, la seguridad del continente seguirá siendo moneda en una negociación que se cierra a puerta cerrada entre Washington y Moscú. |
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2. Ucrania: el “Russian wishlist” (lista de deseos rusa) detrás del plan y la fractura transatlántica |
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Reuters y otros medios han detallado que el primer borrador de 28 puntos del plan estadounidense se apoyaba en un documento previo de origen ruso, lo que ha llevado a hablar, incluso en medios indios, de un “Russian wishlist (lista de deseos rusa)” transformado en propuesta de la Casa Blanca. Ese texto incluía, entre otras cosas, la aceptación de facto de la anexión rusa de Crimea y parte del Donbás, la renuncia de Kiev a la OTAN, una reducción masiva del ejército ucraniano y una amnistía prácticamente general para crímenes de guerra, acompañada de un esquema de uso de activos rusos congelados bajo control estadounidense. La filtración ha provocado una reacción dura en el Congreso de EE. UU., en parlamentos europeos y en la opinión pública ucraniana, forzando la “revisión” que ha llevado al texto de 19 puntos. |
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Este capítulo revela algo fundamental: el problema no es solo cómo termina la guerra de Ucrania, sino qué tipo de orden internacional se normaliza después. Un plan de paz que nace de un documento ruso, se corrige a medias bajo presión europea y se presenta a Kiev como “o esto o nada” envía un mensaje clarísimo al resto del planeta: la integridad territorial de los países pequeños es negociable. |
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Además, el debate ha aireado la fractura transatlántica. Europa descubre que su seguridad se discute entre Washington y Moscú sin que Bruselas marque el ritmo. Si el desenlace de este pulso es aceptar un “peace framework (marco de paz)” que congela la guerra en términos favorables al agresor, la credibilidad de la UE en el Báltico, en el Cáucaso y en el Mediterráneo Oriental quedará tocada, y el Sur Global tomará nota. |
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3. Gaza: la UNCTAD certifica el peor colapso económico registrado en décadas |
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El nuevo informe de la UNCTAD sobre Palestina concluye que la economía de Gaza ha sufrido el peor colapso jamás registrado por el organismo: el PIB de la Franja se ha hundido un 87 % en 2023–2024, el PIB per cápita ha caído a unos 161 dólares al año y prácticamente el 100 % de la población vive en pobreza extrema. El estudio estima que se han borrado unas dos décadas de progreso en cuestión de dos años y que la reconstrucción costaría, como mínimo, 70.000 millones de dólares y varias décadas, incluso en un escenario de alto el fuego (ceasefire, alto el fuego) estable. |
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Gaza ya no es solo un símbolo político; es también, en términos estrictamente económicos, un territorio quebrado. Esta “economía colapsada” no se arregla con camiones de harina ni con un par de conferencias de donantes en Bruselas. Se necesitaría un proyecto tipo “Marshall Plan” bajo condiciones políticas radicalmente distintas: fin del bloqueo, libertad de movimiento, puertos y aeropuertos operativos, seguridad jurídica y un marco político que no sea la ocupación indefinida. |
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Para Israel, sostener indefinidamente esta situación implica convertir su entorno inmediato en un sumidero de frustración y violencia que, tarde o temprano, vuelve como boomerang. Para Europa y EE. UU., legitimar este escenario mientras se habla de “orden internacional basado en normas” en Ucrania erosiona hasta la raíz su autoridad moral. Y para el mundo árabe e islámico, Gaza se consolida como prueba de que las reglas del juego son distintas cuando el ocupante es aliado de Occidente. |
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4. Gaza: tregua precaria, invierno despiadado y una “estabilización” que no llega |
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La frágil tregua entre Israel y Hamas –respaldada por EE. UU., Egipto y Qatar– se mantiene, pero bajo un goteo constante de violaciones, pequeñas incursiones y fuego esporádico. Las lluvias de estos días han inundado campamentos de desplazados, arrastrando tiendas de campaña y destruyendo las pocas pertenencias de decenas de miles de familias. La ONU habla de una situación en la que la “supervivencia misma está en juego”, con precios de los alimentos que han bajado algo pero con dietas extremadamente pobres y sin acceso regular a agua potable o gas de cocina. La llamada “Gaza Humanitarian Foundation”, un mecanismo de ayuda impulsado por Washington y algunos aliados árabes, anuncia su retirada progresiva del territorio, lo que deja un vacío que ni la Autoridad Palestina ni ningún “board of peace (consejo de paz)” internacional han logrado llenar. |
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Una tregua sin horizonte político claro y sin reconstrucción real no es un paso hacia la paz, sino una pausa entre rondas de violencia. El riesgo es cristalizar una especie de “protectorado informal”: un Gaza troceado, vigilado por una mezcla de fuerzas internacionales, israelíes y milicias locales, sin horizonte de soberanía ni de igualdad de derechos. |
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Para las monarquías del Golfo y para Egipto, el coste reputacional de aparecer como socios menores de un dispositivo que prolonga el sufrimiento en Gaza empieza a ser serio, y buena parte de la prensa árabe de calidad lo está señalando sin ambages. En paralelo, la indignación en la calle árabe y musulmana alimenta discursos más radicales, mientras en Europa se consolida una fractura interna entre la retórica humanitaria y la práctica diplomática. |
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5. Taiwán: un presupuesto extra de 40.000 millones para defensa acelera la carrera armamentística en el estrecho |
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El presidente Lai Ching-te ha anunciado un presupuesto suplementario de defensa de unos 40.000 millones de dólares para el periodo 2026–2033, con el objetivo declarado de elevar el gasto militar al 5 % del PIB hacia 2030. El paquete incluye misiles, drones, modernización naval y la creación de un sistema antiaéreo de múltiples capas conocido como “T-Dome (cúpula taiwanesa)”, inspirado en el Iron Dome israelí, para hacer más costosos y complicados los ataques chinos y convertir a Taiwán en un erizo difícil de tragar. Washington, que lleva meses presionando para que los aliados asuman más carga, ve el anuncio como un “major step (paso decisivo)” en la línea de la disuasión por fortaleza. |
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Desde el punto de vista militar, la lógica es clara: si China multiplica incursiones y maniobras y deja caer que la “reunificación” puede ser forzosa, Taiwán responde con disuasión asimétrica, reforzando su capacidad de infligir daños intolerables a cualquier invasión. Pero, geopolíticamente, el mensaje es otro: el estrecho de Taiwán ya es, de facto, el principal frente de la nueva guerra fría entre EE. UU. y China. |
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A corto plazo, el riesgo de un conflicto abierto sigue siendo bajo, porque nadie puede permitirse el coste. A medio plazo, sin embargo, cuántas más armas y más promesas cruzadas de defensa mutua se acumulen, menos margen quedará para salidas políticas creativas. El resultado puede ser una región atrapada entre un nacionalismo chino cada vez más asertivo y una estrategia estadounidense que, a base de escalar, corre el peligro de creer que siempre podrá controlar el termostato. |
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6. EE. UU.-Taiwán: un “trade deal” (acuerdo comercial) de chips que irrita a Pekín |
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En paralelo al rearme, la administración Trump negocia con Taiwán un acuerdo comercial centrado en semiconductores y formación de mano de obra estadounidense, que incluiría más inversiones de empresas como TSMC en EE. UU. y programas de entrenamiento de técnicos americanos en la isla. El pacto busca aliviar los problemas de las plantas de Arizona, acercar la producción de chips avanzados a suelo estadounidense y, a la vez, reducir aranceles de hasta el 20 % sobre ciertas exportaciones taiwanesas, sin tocar de momento los chips, precisamente porque se quieren reubicar cadenas de valor. |
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La combinación de más bases tecnológicas en EE. UU., más armas en Taiwán y más presión sobre China en el terreno de las “rare earths (tierras raras)” empuja a Pekín a acelerar sus propios planes de autosuficiencia estratégica. Si la crisis de Ucrania ha mostrado hasta qué punto la energía puede ser arma geopolítica, el eje EE. UU.–Taiwán está configurando el tablero donde los chips serán el equivalente digital del gas ruso. |
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A la larga, este tipo de acuerdos dibuja un bloque tecnológico occidental que, de facto, asimila a Taiwán al espacio de seguridad de EE. UU., incluso sin tratados formales. Para Europa, que depende de chips asiáticos y materiales chinos, esto abre una pregunta incómoda: ¿hasta qué punto está dispuesta a asumir el coste de la confrontación tecnológica con China si no tiene autonomía propia ni en chips ni en materias primas críticas? |
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7. EE. UU.-China: minitregua comercial a cambio de tierras raras y soja |
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Después del encuentro Trump–Xi en Corea del Sur, y de semanas de incertidumbre, hemos visto en las últimas horas un nuevo gesto de distensión: Trump presume de que Xi “more or less agreed (más o menos aceptó)” acelerar y ampliar las compras chinas de productos estadounidenses, especialmente soja, y de que Pekín mantiene congelada la ampliación de sus controles de exportación sobre tierras raras (rare earths, tierras raras). El acuerdo previo ya contemplaba una rebaja de diez puntos en ciertos aranceles (tariffs, aranceles) vinculados al flujo de precursores de fentanilo y un “pause (pausa)” de un año en las nuevas restricciones chinas a las tierras raras. |
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A corto plazo, el acuerdo es un balón de oxígeno para dos economías fatigadas y para unos mercados que viven pendientes de cada tweet presidencial. Pero a largo plazo, el problema persiste: seguimos en un modelo de interdependencia armada en el que tierras raras, chips y tecnologías sensibles funcionan como pistola sobre la mesa en cada negociación. |
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Para Europa, atrapada entre la dependencia de materias primas chinas y la presión estadounidense para alinearse con su estrategia de “containment (contención)”, el riesgo es doble: quedarse sin suministros si se agrava la guerra comercial o quedar marginada de las cadenas de valor que se reorganizan alrededor del eje Washington–Asia aliada. La decisión de no tomarse en serio esta ventana para invertir masivamente en autonomía estratégica sería, simplemente, irresponsable. |
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8. Nigeria: secuestros masivos y hambre récord en el gigante africano |
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Nigeria vive una nueva oleada de secuestros masivos que recuerda los peores momentos de Boko Haram. Más de 300 estudiantes y 12 profesores fueron secuestrados recientemente en una escuela de Papiri, en el norte del país, y días después 25 niñas fueron raptadas en un internado de Kebbi; 24 de ellas han sido liberadas en las últimas horas, según las autoridades. Un reportaje de Reuters subraya que, pese a años de promesas, el presidente Tinubu no ha logrado frenar a las bandas armadas que actúan como “empresas del secuestro”, y que cerca de una cuarta parte de la policía está asignada a protección de VIPs en lugar de proteger a escuelas y aldeas. |
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En paralelo, el Programa Mundial de Alimentos (WFP) advierte que el norte de Nigeria podría enfrentar la peor crisis de hambre de su historia en 2026, con unos 35 millones de personas en inseguridad alimentaria severa y al menos 15.000 en condiciones de hambruna (Phase 5) en el estado de Borno, alimentada por los ataques militantes, el desplazamiento masivo y los recortes de ayuda internacional, incluidos los derivados de los recortes de Trump a la financiación de la ONU. |
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Para Europa, el drama nigeriano no es una anécdota lejana: es uno de los principales motores de futuras olas migratorias y de inestabilidad regional. Si el gigante demográfico del continente se desliza hacia una combinación de crisis de seguridad, hambre y deslegitimación del Estado, el Sahel y el golfo de Guinea pueden convertirse en un arco de inestabilidad estructural. |
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El hecho de que la ayuda internacional esté en mínimos históricos, con Washington recortando fondos y Europa desviando recursos hacia Ucrania y Gaza, agrava el cuadro. La señal que envían los medios africanos es clara: el discurso occidental sobre “orden internacional basado en normas” suena hueco cuando se tolera que millones de personas vivan entre la extorsión de las bandas y el abandono de la comunidad internacional. |
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9. Sudán: el plan de alto el fuego se encalla y la hambruna se consolida |
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El enviado estadounidense Massad Boulos ha reconocido que ninguna de las dos partes en guerra en Sudán –ni el ejército regular ni las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF)– ha aceptado el plan de tregua y paz promovido por EE. UU., Arabia Saudí, Egipto y Emiratos. El ejército exige condiciones previas y acusa al plan de favorecer a las RSF; estas proclaman un alto el fuego unilateral que, en la práctica, no se traduce en cese duradero de hostilidades. Mientras tanto, la UE y la ONU describen Sudán como “pesadilla viviente” y la mayor crisis de desplazamiento y protección del mundo: más de 10–12 millones de personas desplazadas y zonas de Darfur y Kordofán en situación de hambruna o al borde de ella. |
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La parálisis del plan de paz en Sudán revela los límites del “peace-brokering (mediación)” de EE. UU. y las monarquías del Golfo cuando no están dispuestas a condicionar de verdad armas y financiación. Mientras se improvisan mesas de diálogo, la realidad es un país fragmentado en feudos armados, con millones de personas atrapadas entre bombardeos, milicias y hambre. |
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Geopolíticamente, Sudán es mucho más que un drama humanitario: está en el cruce de la rivalidad turco‑egipcia, el interés saudí‑emiratí por el mar Rojo, la penetración rusa (Wagner y sucesores) y la proyección china a través de infraestructuras. Los medios árabes y africanos lo entienden, pero las capitales occidentales se comportan como si fuera un incendio periférico. Esa miopía puede salir muy cara cuando el colapso de Sudán desborde hacia Chad, Sudán del Sur, Etiopía y Egipto. |
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10. El arco del hambre en África oriental: Sudán del Sur y la ayuda que se evapora |
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Oxfam y otras ONG alertan de que casi 6 millones de personas –cerca de la mitad de la población– en Sudán del Sur sufren hambre aguda, con muy poco acceso a agua potable y saneamiento, mientras la financiación internacional cae al nivel más bajo desde la independencia del país en 2011. La combinación de conflicto recurrente, inundaciones, crisis climática y recortes de ayuda está empujando a comunidades enteras al borde del colapso, en un contexto en el que la atención mediática está secuestrada por Ucrania y Gaza. |
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La erosión de la ayuda humanitaria no es solo un problema moral; es también un multiplicador de riesgos geopolíticos. Zonas donde la gente no tiene nada que perder son caldos de cultivo ideales para la penetración de actores armados, redes criminales y, cada vez más, para la influencia de potencias que sí se toman el tiempo de ofrecer algo –aunque sea un flujo de armas y dinero fácil–. |
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Si África oriental se convierte en un corredor continuo de crisis, desde Sudán a Mozambique, el Mediterráneo y el Índico verán reforzadas las rutas de migración, piratería y crimen organizado. No se trata solo de “solidaridad”, sino de interés estratégico bien entendido. |
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Rack de medios (visión de conjunto) |
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• Bloque anglosajón (NYT, Washington Post, WSJ, Financial Times, BBC, CNN, Fox News, AP, Reuters, AFP): Foco en el plan de paz para Ucrania, la presión militar rusa, Gaza y la desaceleración económica, con un debate intenso sobre los límites del realismo frente a Rusia y los costes internos de la implicación internacional.[reuters +7] |
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• Prensa europea (Le Monde, grandes cadenas europeas, agencias): Atención creciente a la reconfiguración del equilibrio en el Indo-Pacífico —especialmente Taiwán—, a la fragilidad energética y a la sensación de irrelevancia estratégica, con un tono más inquieto que resolutivo.[euronews +3] |
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• Medios de Oriente Medio y mundo árabe (Al Jazeera y otros): Narrativa centrada en el coste humano de Gaza y Líbano, la percepción de impunidad israelí y la denuncia de la incoherencia occidental, que se convierte en arma comunicativa para potencias rivales.[aljazeera] |
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• Espacio Asia-Pacífico (prensa regional, agencias globales): Mezcla de preocupación por la escalada en el estrecho de Taiwán y pragmatismo económico, con sociedades que intentan conciliar crecimiento, seguridad y autonomía frente a las presiones cruzadas de Washington y Pekín.[euronews +1] |
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• América Latina y África (cobertura en grandes agencias): Menor visibilidad, salvo por el expediente Maduro, la criminalidad organizada y las catástrofes naturales, lo que alimenta la sensación de periferia informativa en regiones que son, sin embargo, cruciales para materias primas, migraciones y seguridad.[abcnews.go +2] |
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Semáforo de riesgos |
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Rojo (riesgo alto) |
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- Ucrania/Rusia: combinación de ofensiva militar y presión negociadora, con peligro real de acuerdo desequilibrado que consolide ganancias territoriales rusas y debilite la seguridad europea.[5][7][6] |
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- Gaza/Líbano: escalada humanitaria y riesgo de extensión del conflicto a Líbano y la región, con fuerte erosión de la imagen occidental en el mundo árabe.[10][1] |
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Ámbar (riesgo medio) |
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- Indo-Pacífico/Taiwán: rearme taivanés y presión china en un equilibrio inestable; riesgo de incidentes, pero con disuasión aún operativa.[11] |
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- Economía global/energía y tecnología: volatilidad del petróleo, tensiones en el sector del automóvil eléctrico y caída de la confianza del consumidor; amenaza indirecta para la estabilidad política y el apoyo a políticas de seguridad.[3][4][1] |
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- Venezuela y crimen transnacional: presión selectiva sobre el régimen de Maduro y auge de redes criminales, con riesgo de desbordamiento regional si no se acompaña de estrategias integrales.[13][1] |
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Verde (riesgo bajo control relativo) |
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- Estabilidad institucional en las grandes democracias occidentales: pese a la polarización y los escándalos, las instituciones siguen funcionando, con prensa libre, controles judiciales y alternancia política, lo que garantiza capacidad de corrección si existe voluntad política.[14][2][1] |
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El día deja una conclusión incómoda pero clara: el orden occidental no está condenado, pero tampoco está garantizado; su supervivencia depende de la voluntad de defenderlo —con claridad, cohesión transatlántica y coraje político— frente a quienes apuestan por un mundo de transacciones sin principios, de cesiones disfrazadas de paz y de silencios que, al final, siempre pagan los más vulnerables.[6][4][2][1] |