Así es Bennu, el asteroide que se acerca a la Tierra: "Mide 500 metros"
El asteroide Bennu, con un diámetro aproximado de 500 metros, es uno de los objetos más vigilados del Sistema Solar debido a su potencial —aunque remoto— riesgo de colisión con la Tierra. Según un estudio de la NASA titulado “Ephemeris and hazard assessment for near-Earth asteroid (101955) Bennu based on OSIRIS-REx data”, el 24 de septiembre de 2182 será la fecha con mayor probabilidad de impacto, aunque esta se limita a un 0,037 %, es decir, menos de un 1 % de posibilidades reales.
Gracias a la misión OSIRIS-REx, la agencia espacial estadounidense ha logrado calcular con gran precisión la órbita de Bennu hasta el año 2300, ofreciendo una visión mucho más tranquilizadora sobre su comportamiento futuro.
Un fragmento del origen del Sistema Solar
Bennu es un asteroide de tipo B, rico en carbono y considerado un remanente de la formación del Sistema Solar hace más de 4.500 millones de años. Su superficie contiene minerales como olivino, piroxeno y arcillas, además de compuestos orgánicos, lo que lo convierte en una pieza clave para la astrobiología.
Estos materiales primitivos podrían ayudar a los científicos a entender cómo se formaron los planetas y si los componentes esenciales para la vida pudieron llegar a la Tierra a través de objetos como Bennu.
La misión OSIRIS-REx: un hito histórico
La nave OSIRIS-REx fue lanzada en 2016 y llegó a Bennu en 2018 con un objetivo ambicioso: estudiar su superficie y recoger muestras.
En octubre de 2020, la sonda logró posarse brevemente sobre el asteroide para recolectar material, que regresó a la Tierra el 24 de septiembre de 2023.
Las muestras, actualmente bajo análisis, permitirán obtener información inédita sobre la composición y la historia temprana del Sistema Solar.
Estos datos también han servido para mejorar los modelos orbitales de Bennu, determinando con exactitud su trayectoria y los llamados “ojos de cerradura gravitacional”, pequeñas zonas en las que la gravedad terrestre podría alterar su órbita.
Un riesgo bajo, pero vigilado
Aunque la probabilidad de impacto es muy baja, la NASA considera que Bennu sigue siendo un objeto potencialmente peligroso, debido a su tamaño y la cercanía de su órbita con la de la Tierra, que lo aproxima cada seis años.
La fecha más crítica será el 24 de septiembre de 2182, cuando su órbita podría coincidir con la terrestre. Aun así, la NASA insiste en que la probabilidad de colisión es extremadamente reducida y que el seguimiento constante de su trayectoria permite descartar cualquier escenario catastrófico a corto y medio plazo.
Cómo se podría desviar un asteroide
El estudio de Bennu también ha impulsado el desarrollo de estrategias para desviar objetos potencialmente peligrosos.
Entre las técnicas más prometedoras está el impacto cinético, que consiste en colisionar una sonda a alta velocidad contra el asteroide para modificar su órbita.
Otra opción es el llamado tractor gravitacional, una nave que se mantendría cerca del asteroide durante un periodo prolongado, alterando lentamente su trayectoria mediante la atracción gravitatoria mutua.
Estos métodos, aún en fase de estudio, forman parte de los planes de defensa planetaria que la NASA desarrolla junto con la ESA y otros organismos internacionales.
Vigilar el cielo para proteger la Tierra
La vigilancia continua de asteroides es esencial para prevenir futuros riesgos. Programas como NEOWISE o el Catalina Sky Survey monitorizan cada año miles de objetos cercanos a la Tierra, permitiendo detectar nuevas amenazas con suficiente antelación.
La científica Kelly Fast, del Programa de Observación de Objetos Cercanos a la Tierra de la NASA, subraya que la clave está en “detectar, seguir y comprender” estos cuerpos antes de que representen un peligro real.
Más allá del riesgo: una oportunidad científica
Más que una amenaza, Bennu representa una oportunidad única para la ciencia. Las muestras recogidas por OSIRIS-REx podrían contener moléculas orgánicas precursores de la vida, ofreciendo pistas sobre cómo surgió la biología en nuestro planeta.
En definitiva, el caso de Bennu demuestra que proteger la Tierra y entender nuestros orígenes son dos misiones inseparables.
Y aunque su próxima visita peligrosa esté prevista dentro de más de 150 años, la vigilancia del espacio sigue siendo una prioridad absoluta para la humanidad.
