Sheinbaum responde a Trump ante la amenaza de nuevos aranceles por el agua

El conflicto diplomático entre México y Estados Unidos se intensifica a raíz de la amenaza lanzada por Donald Trump respecto a la imposición de nuevos aranceles. En el centro del asunto, el tratado internacional de aguas firmado en 1944, que ahora vuelve a ser motivo de disputa. ¿Es este el inicio de una escalada económica y política entre ambos países?

Donald Trump, desde su plataforma en Truth Social, anunció que impondrá a México un arancel adicional del 5%. Se alega que México ha incumplido con el tratado de aguas de 1944, específicamente por un supuesto adeudo de más de 800,000 acres-pie de agua acumulados en los últimos cinco años. Además, Trump exige la liberación de 200,000 acres-pie antes del 31 de diciembre para evitar la imposición inmediata de la tarifa.

Este movimiento es presentado por el mandatario estadounidense como una medida esencial para proteger los intereses de los agricultores en su país, un sector altamente dependiente del agua para mantener su actividad productiva. Pero, ¿Qué hay detrás de esta decisión? ¿Se trata solo de un incumplimiento técnico o podría esconder intereses políticos y económicos más complejos?

Firmado hace más de siete décadas, este acuerdo ha sido la piedra angular para la gestión del recurso hídrico entre México y Estados Unidos. Sin embargo, con el paso del tiempo y el aumento de la demanda, surgen dudas sobre su vigencia y adaptabilidad.

Expertos sugieren que la crisis hídrica actual y las condiciones climáticas extremas complican aún más el cumplimiento estricto del acuerdo. Por lo tanto, la tensión se vuelve una combinación entre necesidad y política, en donde cada parte busca resguardar sus recursos estratégicos.

La jefa de gobierno de la Ciudad de México no tardó en reaccionar. A través de un comunicado oficial, Sheinbaum rechazó la imposición de nuevos aranceles y advirtió que México defenderá sus derechos y tratados internacionales. Dijo también que la amenaza de Trump es un acto de presión inaceptable.

Además, hizo un llamado a mantener el diálogo y la cooperación bilateral, resaltando que ambas naciones comparten desafíos comunes que deben enfrentarse en conjunto. La respuesta no solo se limita a palabras, sino que implica movilización política y diplomática para evitar una escalada que perjudique aún más la relación y el comercio.

Este impasse podría afectar con fuerza los flujos comerciales que, año tras año, superan cifras millonarias. Las cadenas de suministro y las exportaciones mexicanas hacia el vecino del norte podrían resentirse, impactando sectores clave de la economía.

También, desde el análisis político, se observa que estas acciones podrían estar vinculadas a intereses electorales y a la retórica de control fronterizo y defensa de recursos naturales. Así, la relación bilateral afronta un momento de alta volatilidad.