La diplomacia bajo asedio

Araghchi advierte que restablecer sanciones de la ONU sería un “golpe fatal” para los esfuerzos diplomáticos

En el marco de la Asamblea General de la ONU en Nueva York, el ministro de Asuntos Exteriores de Irán, Abbas Araghchi, lanzó una dura advertencia: reactivar las sanciones de Naciones Unidas contra Teherán equivaldría a un golpe fatal para la diplomacia y pondría en jaque el régimen de no proliferación. Su declaración cobra especial relevancia en un momento de alta tensión, con Moscú y Pekín intentando retrasar la votación del Consejo de Seguridad programada para hoy, y con el telón de fondo de la controvertida activación del mecanismo de “snapback”.

Ministro de Relaciones Exteriores de Irán Restablecer las sanciones de la ONU es un golpe fatal para la diplomacia - E P A / E R D E M S A H I N
Ministro de Relaciones Exteriores de Irán Restablecer las sanciones de la ONU es un golpe fatal para la diplomacia - E P A / E R D E M S A H I N

El pulso diplomático por el programa nuclear iraní vive horas críticas. En una reunión al margen de la Asamblea General de la ONU con su homólogo surcoreano, Cho Hyun, Abbas Araghchi insistió en que la reinstauración de sanciones internacionalmente impuestas representa “un golpe fatal a la diplomacia” y comprometió seriamente el régimen de control nuclear global. Según un comunicado del Ministerio de Relaciones Exteriores iraní, Araghchi responsabilizó a Francia, Alemania y el Reino Unido de obstaculizar el diálogo al activar un mecanismo de retroceso (snapback), acción que consideró no sólo injerencista, sino destructiva para el reciente acuerdo alcanzado con el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA).

El contexto no es trivial. El viernes pasado, el Consejo de Seguridad de la ONU decidió dar luz verde al restablecimiento de las sanciones contra Irán ante la presunta falta de cumplimiento de compromisos nucleares. Pero Rusia y China reaccionaron presentando una resolución para aplazar esa medida hasta el 18 de abril de 2026. La votación sobre ese aplazamiento tenía lugar hoy.

Araghchi fue más allá: advirtió que el pacto entre Irán y el OIEA, alcanzado recientemente, podría quedar sin efecto si prevalecen “acciones hostiles” como el restablecimiento unilateral de sanciones. 

Esa cláusula tiene un peso simbólico estratégico, pues reflejaría la idea, repetida por Teherán, de que cualquier paso percibido como coercitivo será respondido con contramedidas.

Los países europeos que impulsaron el mecanismo de reimposición —principalmente el trío Francia-Alemania-Reino Unido (E3)— alegan que Irán ha incumplido obligaciones del Acuerdo Nuclear de 2015 (JCPOA), lo que justifica el uso del snapback. ste mecanismo permite restablecer sanciones sin posibilidad de veto por parte de miembros permanentes  ueada por uno de ellos.

Rusia y China, por su parte, han hecho un movimiento diplomático para extender el estatus legal de las exenciones hasta abril de 2026, ganando tiempo para nuevas negociaciones. Pero los analistas coinciden en que esa iniciativa tiene bajas probabilidades de prosperar: se prevé que no alcanzará los nueve votos necesarios o será bloqueada por veto. De hecho, medios como Reuters reportan que incluso funcionarios diplomáticos evaluaban que la propuesta de aplazamiento difícilmente pasaría.

El escenario es preocupante: si el Consejo no logra una resolución que posponga el snapback, las sanciones volverán a entrar en vigor automáticamente.Ante eso, Irán ha dejado entrever que podría retirarse del acuerdo con el OIEA o suspender su cooperación si considera que se ha violado su soberanía diplomática.

En paralelo, la tensión interna también juega un rol. En junio de este año, el Parlamento iraní aprobó una ley para suspender la cooperación con el OIEA si persistían las sanciones externas. Y, según informes del OIEA, Irán habría incrementado su reserva de uranio enriquecido hasta en un 50 %, elevando el nivel de riesgo percibido por la comunidad internacional. 

La disyuntiva es dura: si prevalece el enfoque coercitivo, la diplomacia quedaría seriamente erosionada. Pero si el Consejo opta por demora u omisión, podría desencadenarse una crisis de credibilidad internacional. Araghchi lo deja claro: para Irán, el futuro de su programa nuclear y su relación con el OIEA dependerá de que las sanciones no vuelvan a imponerse unilateralmente.

En última instancia, el conflicto entre medidas punitivas y espacios diplomáticos vuelve a ponerse sobre la mesa. Y sea cual sea el resultado de la votación del Consejo de Seguridad hoy, estará escrito en los próximos meses el desenlace de una encrucijada geopolítica cuya trascendencia supera fronteras.

 

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