Rusia abandona la moratoria de misiles y reaviva la tensión nuclear en Europa

Europa, Rusia y la amenaza del descontrol: la disuasión como último muro de contención

La decisión de Rusia de romper la moratoria sobre el despliegue de misiles de corto y medio alcance vuelve a encender las alarmas en Europa. En una entrevista en Negocios TV, el diplomático Gustavo de Arístegui analiza este giro estratégico del Kremlin y alerta sobre el verdadero riesgo: que las amenazas verbales acaben materializándose en el campo de batalla. La disuasión sigue funcionando, pero el margen de error es cada vez más estrecho.

Rusia es una amenaza para Europa. sus misiles podrían alcanzarnos en menos de 5 minutos

La tensión geopolítica entre Rusia y Occidente se ha convertido en una constante tan cotidiana como peligrosa. Esta vez, el epicentro del debate ha sido el anuncio de Moscú de abandonar su moratoria sobre el despliegue de misiles de corto y medio alcance. Un movimiento que, según el diplomático Gustavo de Arístegui, es más simbólico que real, pero no por ello menos inquietante.

En su intervención en Negocios TV, De Arístegui no se limitó a valorar la decisión rusa desde el presente, sino que ofreció una mirada profunda al contexto estratégico de los últimos años. Según su análisis, Moscú lleva tiempo incumpliendo los tratados de control armamentístico —como los START o SALT— y nunca se ha sometido a limitaciones reales en lo que respecta al armamento nuclear táctico. Es decir, el anuncio de ahora no supone tanto un cambio de política como una verbalización de una práctica ya instaurada.

Lo realmente alarmante, sin embargo, no es el gesto diplomático, sino el riesgo de que el juego de amenazas acabe provocando un movimiento en falso. Porque si algo ha demostrado la historia reciente es que, cuando se quitan los guantes, la escalada puede ser impredecible. La preocupación, según el diplomático, no está tanto en los discursos de Medvédev —a quien tilda de más “putinista que Putin”— sino en la posibilidad de que una derrota en el campo de batalla empuje al Kremlin a emplear armas nucleares tácticas.

De Arístegui recuerda que, aunque Rusia no sea una potencia económica (su PIB es inferior al de Italia), sí lo es en lo militar. Y si bien Ucrania ha logrado resistir con apoyo occidental, el riesgo de una reacción desesperada por parte del Kremlin sigue presente. Un ataque nuclear táctico, aunque limitado, podría tener efectos devastadores no solo en la zona del conflicto, sino en toda Europa, que se convertiría en un escenario colateral directo.

Más allá del conflicto ucraniano, el diplomático alerta sobre la visión de Rusia a largo plazo: una estrategia de expansión que busca recrear no tanto la URSS como la Rusia imperial. En su análisis, países como Moldavia o Georgia podrían ser los próximos objetivos, mientras que otras repúblicas exsoviéticas ya están bajo influencia o control ruso.

Y no es solo cuestión de misiles. Rusia —y también China, apunta— compite con Occidente por el control de rutas marítimas, materias primas estratégicas y puntos geoeconómicos clave como Groenlandia o el Canal de Panamá. La batalla no se libra solo en los campos de Ucrania, sino en los corredores por donde fluye la economía global.

De Arístegui insiste en que lo único que ha mantenido la paz mundial desde 1945 ha sido la disuasión. La Segunda Guerra Mundial causó unos 80 millones de muertes. Desde entonces, todos los conflictos posteriores suman apenas un 5% de esa cifra. La conclusión es contundente: el miedo mutuo ha funcionado. Pero ahora, con armas hipersónicas capaces de alcanzar cualquier punto de Europa en cuestión de minutos, y con discursos cada vez más radicales, la contención se tambalea.

Para el diplomático, seguir negando la amenaza rusa o minimizarla es un error que puede salir caro. Europa no puede seguir actuando como si esta guerra fuera ajena. No se trata de ir a una confrontación directa, sino de comprender que el equilibrio global es frágil, y que el precio de la ingenuidad puede ser altísimo. Pensar estratégicamente, dice, ya no es una opción: es una necesidad urgente.

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