Descifran la estrategia secreta de Trump y EE.UU. contra Maduro en Venezuela
La administración Trump ha preparado planes confidenciales para un escenario posterior a Maduro en Venezuela, evaluando desde una salida negociada hasta la destitución forzada.
Un tablero que se mueve lejos de los focos
Cuando se habla del futuro político de Venezuela, es imposible ignorar la sombra de Washington. Bajo la administración Trump, y lejos del ruido mediático, se estaría diseñando una estrategia de “transición controlada” para el escenario que muchos ya llaman el “día después” de Nicolás Maduro.
No se trata solo de declaraciones altisonantes, sino de planificación en frío: escenarios, riesgos y posibles salidas se analizan en despachos donde Venezuela es vista como pieza clave de la seguridad y la influencia estadounidense en el hemisferio.
De la salida negociada al golpe de efecto
En la Casa Blanca se manejan varios caminos paralelos. Por un lado, una salida negociada que permita una transición pactada, evitando el colapso institucional y un vacío de poder que podría derivar en violencia interna o fragmentación territorial.
Por otro, opciones más drásticas —incluida una destitución forzada— han sido puestas sobre la mesa como hipótesis de trabajo. Todas comparten un objetivo central: evitar que Venezuela se convierta en un espacio de influencia descontrolado para potencias rivales y actores no estatales.
La gran preocupación en Washington no es solo quién suceda a Maduro, sino cómo se administra ese tránsito sin desencadenar un caos que termine salpicando a toda la región.
La oposición venezolana y el puente con Washington
Las conversaciones entre sectores de la oposición venezolana y funcionarios estadounidenses llevan tiempo produciéndose, aunque muchas veces permanezcan fuera del foco público.
Dirigentes opositores han compartido propuestas para una transición política que incluyen:
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Garantías mínimas para figuras del chavismo que faciliten su retiro.
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Un calendario electoral supervisado internacionalmente.
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Mecanismos para recomponer instituciones clave, como el Poder Judicial y el sistema electoral.
Este diálogo indica que Estados Unidos no actúa en solitario: busca coordinarse con actores locales capaces de sostener un proyecto político creíble el día que el poder cambie de manos en Caracas.
“Maduro tiene los días contados”: un mensaje que pesa
Las palabras de Donald Trump —“Maduro tiene los días contados”— no son simples frases para la galería. Funcionan como herramienta de presión política y psicológica sobre el régimen, y como señal hacia aliados y adversarios sobre la determinación estadounidense de promover un cambio de ciclo en Venezuela.
Al mismo tiempo, generan expectativas dentro y fuera del país: sectores opositores ven en ese lenguaje una promesa de respaldo, mientras gobiernos de la región se preguntan hasta dónde está dispuesto a llegar Washington para hacerla realidad.
Lo que se juega América Latina
Venezuela no es un caso aislado en el mapa latinoamericano. Su crisis ha impulsado una de las mayores oleadas migratorias de la historia reciente de la región, ha tensionado sistemas sanitarios, educativos y laborales en países vecinos, y ha introducido inestabilidad en cadenas comerciales y financieras.
Cualquier cambio abrupto en Caracas tiene impacto directo en:
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Colombia, Brasil y el Caribe, por seguridad fronteriza y flujos migratorios.
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Mercados energéticos regionales.
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Equilibrios diplomáticos entre bloques alineados con Washington, Moscú o Pekín.
Por ello, la intervención política de Estados Unidos —sea a través de sanciones, negociaciones o presión diplomática— despierta un eterno debate: ¿defensa de la democracia o ejercicio de poder hegemónico?
Un punto de inflexión para el mapa hemisférico
Los próximos movimientos de Washington y Caracas podrían redefinir las relaciones de poder en el continente durante años. Si el plan para el “día después” de Maduro se materializa, no solo cambiará el centro de gravedad político en Venezuela, sino también las alianzas y tensiones en toda América Latina.
Entre sanciones, negociaciones discretas y declaraciones contundentes, el futuro venezolano se escribe en varios frentes a la vez: en la calle, en el Palacio de Miraflores… y también en los pasillos de la Casa Blanca.

