Negociaciones a pleno rendimiento para una misión internacional en Gaza

La resolución de EE.UU. sobre una fuerza de seguridad en Gaza: negociable y en el centro del tablero geopolítico

Una propuesta estadounidense que plantea desplegar una fuerza internacional de estabilización en la franja de Gaza Strip se encuentra en fase de negociación en el United Nations Security Council (UNSC). Tal como informa The Times of Israel, el borrador no es definitivo: los países árabes se muestran reacios a que el mandato sea ofensivo, mientras Washington insiste en un papel robusto para combatir grupos terroristas.

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EPA / MOHAMMED SABER

El proyecto de resolución presentado por United States ante el Consejo de Seguridad de la United Nations contempla el despliegue de una fuerza denominada International Stabilization Force (ISF) en la franja de Gaza, con el objetivo de asegurar la transición tras el conflicto entre Hamas y las fuerzas israelíes. El borrador otorga un mandato de al menos dos años, hasta finales de 2027, para que esta fuerza actúe “en coordinación con Israel y Egipto” y se encargue de la demilitarización de Gaza, la protección de corredores humanitarios y la formación de una policía palestina capacitada. 

Sin embargo, como adelantaba el informe de The Times of Israel, el documento es negociable. Uno de los principales focos de desacuerdo es la naturaleza del mandato: ¿se tratará de una fuerza de mantenimiento de la paz o de una fuerza de intervención con autorización para desmantelar organizaciones terroristas? 

Puntos críticos en disputa

  1. Mandato ofensivo vs pacífico
    Los países árabes han expresado reticencias a que la ISF funcione como una fuerza de combate o que se implique en operaciones de desarme activas contra Hamas, más allá de la mera presencia de disuasión. El borrador estadounidense, por contra, incluye explícitamente la destrucción o prevención de la reconstrucción de infraestructura terrorista.

  2. Control y liderazgo de la misión
    Washington busca que la ISF esté bajo su liderazgo o al menos con un papel dominante, lo que genera resistencia de estados que exigen un marco multilateral, preferiblemente bajo las Naciones Unidas. El borrador señala que Estados Unidos “y los países participantes” asumirán funciones de mando. 

  3. Retirada de las fuerzas israelíes y papel palestino
    El plan prevé que, una vez desplegada la ISF, se produzca el repliegue gradual del Israel Defense Forces (IDF) de partes de Gaza, así como la Reformulación del papel del Palestinian Authority u otra institución civil palestina en el territorio. Esta hoja de ruta genera escepticismo, pues ambas condiciones parecen depender de la voluntad de Hamas de desarmarse, algo que hasta ahora no ha mostrado disposición clara. 

 

El contexto es relevante: tras décadas de conflicto, la franja de Gaza ha quedado atrapada en un ciclo de violencia, reconstrucción fallida y amenazas persistentes. Una intervención internacional estructurada, con mandato y respaldo global, se presenta como una posible salida hacia una estabilidad sostenida. En ese sentido, Estados Unidos entiende que una fuerza internacional podría “llenar el vacío” dejando la presencia militar israelí como residual. 

 

La participación europea —tanto política como operativa— en una misión de este tipo puede suponer un ajuste estratégico hacia un papel más activo en Oriente Medio. La demanda de una resolución clara del Consejo de Seguridad para legitimar la misión alinea a los países europeos que prefieren canales multilaterales. En paralelo, un despliegue mal preparado o un mandato ambiguo podría suponer un coste reputacional y operativo elevado.

 

El borrador de resolución estadounidense es un movimiento diplomático que busca marcar el terreno antes de una votación en el UNSC que podría producirse en semanas. Pero su carácter negociable es la clave: la naturaleza de la fuerza, su liderazgo, el mandato exacto y la coordinación regional serán motivo de pugna. Si se abre un camino de consenso, podría convertirse en un nuevo capítulo para la gobernanza post-conflicto en Gaza. Si no, corre el riesgo de quedar como un texto sin aplicación real en el terreno.

En definitiva, la iniciativa estadounidense no debe interpretarse como una decisión cerrada, sino como un marco de negociación que tiene por delante la prueba del terreno y del consenso. Su éxito dependerá tanto de la diplomacia como de la voluntad de los actores regionales y de la comunidad internacional.

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