Venezuela acusa a EE.UU. de “piratería internacional” por la incautación del petrolero
El Gobierno de Venezuela calificó este miércoles como “acto de piratería internacional” la incautación de un petrolero frente a sus costas por parte de Estados Unidos, y acusó a Washington de ejecutar un “plan deliberado” para apropiarse de sus recursos energéticos. Caracas sostiene que el objetivo del presidente Donald Trump “siempre ha sido quedarse con el petróleo venezolano sin pagar compensación alguna” y anunció que acudirá a todos los organismos internacionales disponibles para defender su soberanía y sus recursos naturales.
Caracas habla de “piratería internacional” y señala a Washington
El Gobierno de Venezuela elevó de forma drástica el tono contra Estados Unidos al calificar como un acto de “piratería internacional” la reciente incautación de un petrolero frente a sus costas por parte de fuerzas estadounidenses. Según declaraciones citadas por la BBC, Caracas acusa a Washington de estar ejecutando un “plan deliberado” para saquear sus recursos energéticos y de utilizar argumentos como la migración, el narcotráfico o los derechos humanos como meras coartadas políticas.
“It is not migration. It is not drug trafficking. It is not democracy. It is not human rights. It has always been about our natural resources, our oil, our energy, the resources that belong exclusively to the Venezuelan people”, recoge el comunicado oficial, en una formulación que busca dejar claro que, a juicio de Caracas, el verdadero objetivo de Estados Unidos es el control del petróleo venezolano.
Acusaciones directas contra Trump: “quedarse con el petróleo sin pagar”
En su respuesta, el Gobierno venezolano señala directamente al presidente Donald Trump, al que acusa de haber tenido siempre como objetivo “apoderarse del petróleo venezolano sin pagar compensación alguna”. La acusación encaja en el discurso que el Ejecutivo de Caracas ha mantenido en los últimos años, en el que presenta las sanciones, presiones diplomáticas y operaciones de seguridad estadounidenses como parte de una estrategia extractiva y de cambio de régimen.
La incautación del petrolero se suma a un contexto de creciente tensión bilateral, marcado por sanciones económicas, restricciones al comercio de crudo y reiteradas acusaciones de Washington sobre presuntos vínculos entre el Estado venezolano y redes de narcotráfico. Para Caracas, en cambio, la narrativa de Estados Unidos es un pretexto que oculta un conflicto de intereses geopolíticos y energéticos.
Recursos naturales en el centro del conflicto
El comunicado venezolano insiste en que el eje de la disputa no son las cuestiones migratorias, de seguridad o democracia, sino sus recursos naturales. “It has always been about our natural resources, our oil, our energy”, subraya el texto, remarcando que dichos recursos “pertenecen exclusivamente al pueblo venezolano”.
Venezuela posee algunas de las mayores reservas probadas de petróleo del mundo, lo que le confiere un peso estratégico desproporcionado respecto a su tamaño económico actual. En este contexto, Caracas intenta construir un relato en el que la presión de Estados Unidos formaría parte de una dinámica histórica de injerencia sobre países productores de energía.
Caracas acudirá a organismos internacionales
Ante la incautación del petrolero, el Gobierno venezolano anunció que recurrirá a “todos los organismos internacionales existentes” para denunciar lo que considera un atropello a su integridad territorial y a su derecho soberano sobre los recursos naturales. Entre las vías posibles se encuentran instancias como las Naciones Unidas, la Organización de Estados Americanos (OEA) o tribunales internacionales con competencia en materia marítima y de derecho internacional público.
Caracas afirma que defenderá “con absoluta determinación su soberanía, sus recursos naturales y su dignidad nacional”, dejando entrever que no solo pretende librar esta batalla en el terreno diplomático, sino también en el campo de la opinión pública internacional, donde busca ganar apoyos frente a la narrativa de Washington.
Un nuevo capítulo en una relación marcada por sanciones y desconfianza
La crisis del petrolero se suma a un largo historial de medidas coercitivas y sanciones adoptadas por Estados Unidos contra el sector energético venezolano, que incluyen restricciones a la exportación de crudo, bloqueo de activos y limitaciones financieras. Para el Gobierno de Venezuela, la incautación del buque es una escalada más en esa estrategia.
En paralelo, Washington ha justificado su presión sobre Caracas en la necesidad de combatir la corrupción, el autoritarismo y la connivencia con el crimen organizado. La acusación de “piratería internacional” por parte de Venezuela supone un choque directo de narrativas, donde cada parte se presenta como víctima de la otra: Estados Unidos, de una supuesta amenaza a la estabilidad regional; Venezuela, de un intento de despojo de sus recursos.
Escenario abierto y riesgo de mayor escalada
La forma en que se gestione este incidente en las próximas semanas será clave para determinar si se trata de un episodio aislado o del principio de una nueva fase de escalada diplomática y económica. La decisión de Caracas de acudir a instancias internacionales podría traducirse en una serie de reclamaciones formales y resoluciones simbólicas, mientras que Washington podría optar por reforzar aún más sus medidas de presión.
Lo que ya parece claro es que la incautación del petrolero y la respuesta de Venezuela consolidan un escenario de alta desconfianza, en el que el petróleo y el control de los recursos energéticos continúan siendo el auténtico eje de la disputa entre ambos países, más allá de los discursos sobre democracia, seguridad o migración.
