Zelensky en la Mira: Registran la Oficina de Andriy Yermak por Presunta Corrupción
Las autoridades anticorrupción de Ucrania iniciaron registros en la oficina y vivienda de Andriy Yermak, jefe de gabinete del presidente Zelenski, en medio de investigaciones por corrupción. Este hecho ocurre en un momento crítico para las negociaciones de paz con Rusia, poniendo en evidencia las complejidades internas del gobierno ucraniano.
En medio de tensiones políticas y negociaciones delicadas, Andriy Yermak, figura clave en la administración de Volodímir Zelenski y jefe de la Oficina del Presidente, ha visto su entorno más cercano sometido a una investigación oficial por presuntos actos de corrupción vinculados al estratégico sector energético ucraniano. La noticia irrumpe mientras Ucrania intenta estabilizar su panorama interno, mantener el apoyo de sus socios occidentales y avanzar en el diálogo para encontrar una salida al conflicto con Rusia.
En medio de tensiones políticas y negociaciones delicadas, Andriy Yermak, figura clave en la administración de Volodímir Zelenski y jefe de la Oficina del Presidente, ha visto su entorno más cercano sometido a una investigación oficial por presuntos actos de corrupción vinculados al estratégico sector energético ucraniano. La noticia irrumpe mientras Ucrania intenta estabilizar su panorama interno, mantener el apoyo de sus socios occidentales y avanzar en el diálogo para encontrar una salida al conflicto con Rusia.
Operativo Anticorrupción en el corazón del poder ucraniano
La Oficina Nacional Anticorrupción (NABU) y la Fiscalía Anticorrupción (SAP/SAPO) llevaron a cabo registros en las instalaciones oficiales donde Yermak desempeña sus funciones, así como en su residencia dentro del complejo presidencial de Kiev. Según las autoridades, se trata de «acciones investigadoras autorizadas judicialmente» dentro de un caso ya abierto, que forma parte de la operación conocida como “Midas”, una macroinvestigación sobre una presunta trama de comisiones ilegales en el sector nuclear.
El foco de los investigadores se sitúa en un presunto esquema de “kickbacks” de entre el 10% y el 15% aplicado a contratos de la empresa estatal Energoatom, operadora de las centrales nucleares del país, con un volumen estimado en 100 millones de dólares en sobornos y desvío de fondos. Aunque Yermak no ha sido formalmente imputado, los registros en su entorno inmediato evidencian que la investigación se acerca al círculo más estrecho del poder presidencial.
Fiel a su estilo directo, Yermak ha insistido en que está colaborando plenamente con las autoridades. Ha subrayado que los inspectores cuentan con “autorización judicial completa” para realizar todas las actuaciones necesarias, un mensaje dirigido a proyectar transparencia y a disipar cualquier sospecha de obstrucción. Las agencias anticorrupción, por su parte, recalcan que el procedimiento seguirá su cauce ordinario y que las conclusiones se harán públicas cuando existan resultados firmes.
Un contexto político complejo
¿Por qué justo ahora? La pregunta resuena en Kiev. Los registros se producen en un momento en que la credibilidad del Gobierno resulta crucial para asegurar la continuidad del apoyo militar y financiero de Estados Unidos y la Unión Europea, así como para avanzar en las conversaciones de paz bajo fuerte presión internacional. Sobre la mesa, además, están los requisitos de lucha efectiva contra la corrupción que Bruselas exige como condición para el avance del proceso de adhesión de Ucrania a la UE.
Yermak no es un funcionario más: es el principal negociador ucraniano en los contactos con Rusia y con Washington, y uno de los asesores de mayor confianza de Zelenski desde el inicio de la invasión. Su figura simboliza la línea dura frente a cualquier cesión territorial, pero también concentra críticas de la oposición y de sectores de la sociedad civil, que llevan tiempo alertando del riesgo de acumulación de poder en la Presidencia.
El nuevo escándalo llega, además, tras un año marcado por protestas ciudadanas contra intentos de limitar la independencia de los organismos anticorrupción, episodios que ya habían generado fricciones entre el Gobierno, NABU y SAPO. La recuperación de la plena autonomía de estas agencias fue clave para calmar las calles y enviar una señal de compromiso reformista a los socios occidentales. El hecho de que ahora actúen en el corazón mismo del poder presidencial muestra hasta qué punto cuentan de nuevo con margen de maniobra.
Las implicaciones para el Gobierno de Zelenski
La sombra de la corrupción proyectada sobre uno de los principales colaboradores de Zelenski no solo afecta a la imagen del equipo presidencial; también puede tener consecuencias en la estrategia diplomática y militar del país. En política, la percepción es casi tan determinante como los hechos, y cualquier indicio de debilidad o tolerancia con malas prácticas puede ser explotado por adversarios internos, por la oposición parlamentaria e incluso por socios internacionales que reclaman garantías de buen uso de la ayuda enviada a Kiev.
La presión se siente también en el frente externo: el Kremlin ha utilizado durante años la narrativa de una Ucrania “irremediablemente corrupta” para desacreditar a su vecino. Un caso de alto perfil en el entorno inmediato de Zelenski alimenta ese discurso, incluso si la investigación se traduce finalmente en un refuerzo de la transparencia institucional. La reacción del Gobierno será, por ello, observada con lupa por las cancillerías europeas y por Washington, que exigen procesos judiciales creíbles y sin interferencias políticas.
En el plano interno, el caso pone a Zelenski ante un delicado equilibrio: mantener a Yermak —pieza central en la maquinaria política y diplomática del presidente— o sacrificarlo si la presión aumenta y la investigación avanza hacia su entorno personal. De momento, el jefe del Estado ha manifestado su respaldo a las instituciones anticorrupción y ha prometido que «todos los implicados responderán ante la justicia», al tiempo que evita pronunciarse sobre cambios inmediatos en su círculo más cercano.
Una prueba decisiva para la lucha anticorrupción
En última instancia, el caso Yermak se ha convertido en una prueba decisiva para la arquitectura anticorrupción ucraniana en plena guerra. Si NABU y SAPO logran llevar la investigación hasta sus últimas consecuencias, con independencia de los nombres implicados, Kiev podrá presentar el episodio como evidencia de que su sistema de controles funciona incluso bajo las condiciones extremas del conflicto. Si, por el contrario, se perciben frenos políticos o intentos de descafeinar el caso, la credibilidad del Estado quedará seriamente dañada.
Para el Gobierno de Zelenski, el reto es doble: preservar la estabilidad política en plena guerra y demostrar que la promesa de “tolerancia cero” con la corrupción va más allá de los discursos. En ese equilibrio se juega no solo su capital político interno, sino también la confianza de los socios que hoy sostienen militar, financiera y diplomáticamente a Ucrania. El desenlace de esta investigación marcará, en buena medida, la narrativa sobre si el país es capaz de reformarse mientras lucha por su supervivencia frente a Rusia.