Dow Jones

Las 7 mayores caídas del Dow Jones que marcaron la historia financiera de EE.UU.

“¿Casualidad o patrón?”: el hilo viral que reabre el debate sobre quién gestiona mejor la economía en Estados Unidos
EPA/JUSTIN LANE
EPA/JUSTIN LANE Wall Street abre en rojo: los resultados empresariales dividen al mercado

Un debate en las redes sociales, a partir de una lista con las mayores caídas del Dow Jones, ha reavivado una discusión recurrente: si existe un patrón político detrás de los desplomes bursátiles más severos. Varios participantes subrayaron que, cuando se comparan porcentajes —la métrica adecuada para periodos distintos—, buena parte de los peores días se concentran bajo presidencias republicanas (Hoover, Reagan, George W. Bush y Trump). Otros recordaron que seis de esas caídas se explican sobre todo por shocks sistémicos, como la pandemia de 2020 o la crisis financiera de 2008, y por factores técnicos de mercado. En suma, la correlación alimenta la narrativa; la causalidad, bien entendida, es menos evidente.

El hilo enfatizó un punto metodológico básico: evaluar por puntos absolutos induce sesgo, porque el nivel del índice hoy no es comparable al de hace décadas; el porcentaje corrige esa distorsión. También recordó que un derrumbe diario del Dow no equivale, por sí solo, a un deterioro inmediato de la economía real: el PIB, el empleo o los salarios responden a dinámicas más lentas. Los mercados descuentan expectativas y pueden sobrerreaccionar por apalancamiento, llamadas de margen, flujos pasivos y algoritmos.

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La discusión derivó hacia la vieja paradoja de percepción pública: una parte del electorado sigue asociando a los republicanos con mayor “solidez” económica, mientras que distintas series históricas agrupan mejores resultados agregados bajo administraciones demócratas, si se atiende a crecimiento del empleo o del PIB en medias plurianuales. Con todo, incluso esas comparaciones requieren matices: un presidente hereda el ciclo que encuentra, las medidas tardan en desplegar efectos y la Reserva Federal —actor independiente— suele pesar más que la firma del partido en el corto plazo.

¿Por qué, entonces, aparece un “patrón”? Hay una coincidencia histórica clara: varias crisis severas irrumpieron durante presidencias republicanas. Eso no prueba causalidad, pero refuerza la impresión. También influye la composición sectorial del mercado estadounidense, especialmente expuesto a tecnología, finanzas y consumo, muy sensibles a cambios en tipos de interés, liquidez y confianza. Los críticos apuntan además a etapas de desregulación y recortes fiscales que, en su opinión, favorecieron ciclos de apalancamiento y burbuja; sus detractores replican que esos entornos impulsaron innovación y crecimiento. Respecto a 2020, la atenuante es obvia: un shock sanitario mundial habría golpeado a cualquier gobierno; la réplica sostiene que la respuesta de política pública puede amplificar o amortiguar el impacto.

A la hora de leer los datos, conviene adoptar una guía de prudencia. Primero, observar ventanas largas y conjuntos de indicadores, no un día de cotización: rendimiento medio anual, empleo, PIB per cápita, inflación y salarios reales ofrecen una imagen más estable. Segundo, separar herencias cíclicas de decisiones propias y temporalizar sus efectos. Tercero, seguir la variable que más explica los múltiplos en épocas recientes: el coste del dinero y la liquidez que gestiona la Reserva Federal. Por último, para el inversor, la lección operativa es constante: la diversificación y la gestión del riesgo valen más que el sesgo partidista o el intento de acertar el minuto del mercado.

El veredicto razonable es doble. Desde la óptica de la conversación pública, la lista en porcentajes sugiere una correlación llamativa y políticamente sugestiva. Desde la óptica del análisis macro y de microestructura, esa correlación se debilita cuando se controlan shocks globales, condiciones financieras y mecanismos técnicos de negociación. ¿Quién gestiona mejor la economía? Depende de la métrica elegida, del horizonte de evaluación y del tramo del ciclo. Para interpretar la próxima gran vela roja, conviene mirar menos a la etiqueta del presidente y más al ciclo de crédito, a la actuación de la Reserva Federal y a la arquitectura de mercado que transforma el miedo en caídas históricas.

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