El Banco de Rusia alerta: la economía se enfriará de forma significativa antes de 2026
La gobernadora del Banco Central de Rusia, Elvira Nabiullina, afirmó este viernes que la economía rusa comenzará a enfriarse progresivamente hasta mediados de 2026, tras un periodo de sobrecalentamiento. El organismo revisó a la baja sus previsiones de crecimiento para 2025, situándolas entre el 0,5 % y el 1 %, y elevó su estimación de inflación para el próximo año al rango del 4 % al 5 %.
El Banco Central de Rusia advirtió de un cambio de ciclo económico tras los años de expansión impulsados por el gasto público y los altos precios de la energía. En una rueda de prensa posterior a la decisión de política monetaria, la gobernadora Elvira Nabiullina reconoció que la economía nacional muestra señales de enfriamiento y que el crecimiento comenzará a moderarse de forma más evidente a lo largo de 2025.
“Esperamos que la economía se recupere del sobrecalentamiento en la primera mitad de 2026”, declaró Nabiullina, quien también confirmó que la institución revisó a la baja su previsión de PIB para 2025, que ahora se sitúa entre el 0,5 % y el 1 %.
La gobernadora señaló que el ajuste responde a factores estructurales y temporales, entre ellos las restricciones comerciales internacionales, la escasez de mano de obra y los efectos secundarios de las sanciones occidentales. A pesar de la ralentización, Nabiullina se mostró optimista sobre la capacidad de Rusia para estabilizar su economía y retomar un crecimiento sostenible a medio plazo.
En materia de precios, el banco central prevé que las presiones inflacionarias se mantendrán hasta mediados de 2026, impulsadas por la situación del mercado de combustibles, el aumento de impuestos y la aceleración en la indexación de tarifas públicas. El pronóstico actualizado eleva la inflación esperada para 2025 al 4 %–5 %, aunque el objetivo oficial del banco (4 %) no se alcanzaría hasta la segunda mitad de 2026.
Nabiullina subrayó que el organismo mantendrá una política monetaria restrictiva el tiempo necesario para contener la inflación y proteger la estabilidad del rublo, que ha experimentado episodios de volatilidad tras la caída de los ingresos por exportaciones energéticas. “Nuestra prioridad sigue siendo garantizar la estabilidad de precios y la confianza en la política del banco central”, recalcó.
La autoridad monetaria rusa también reconoció que el entorno externo continúa siendo incierto, condicionado por las sanciones internacionales, la reducción del comercio con Europa y los desequilibrios fiscales internos. En este sentido, el Banco de Rusia considera que la economía se encuentra en una fase de “ajuste inevitable” después del impulso inicial derivado de las políticas de gasto militar y subsidios internos.
Los analistas internacionales coinciden en que Rusia se enfrenta a una etapa de crecimiento limitado y alta inflación, con un modelo económico cada vez más dependiente de la demanda interna y del comercio con Asia. Pese a ello, el país mantiene una sólida posición financiera gracias a sus reservas de divisas y a la capacidad del Banco Central para intervenir cuando sea necesario.
Si las previsiones del organismo se cumplen, Rusia cerrará 2026 con una economía estabilizada, una inflación del 4 % y un crecimiento moderado, pero sostenible. Sin embargo, el proceso de ajuste podría prolongarse si los precios del petróleo se debilitan o si se intensifican las sanciones comerciales.