El BCE propone simplificar las reglas bancarias en la UE
El Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo ha propuesto este jueves un paquete de medidas para simplificar el marco regulatorio de la banca en la Unión Europea. Entre las iniciativas destacan la racionalización de los requisitos de capital y colchones, la reducción del marco de ratio de apalancamiento, la ampliación del régimen para pequeñas entidades y la automatización de la reciprocidad de medidas macroprudenciales. Además, el BCE pide alinear mejor las exigencias de resolución entre bancos globalmente sistémicos y el resto de entidades, revisar las pruebas de estrés a escala comunitaria y facilitar el intercambio de datos entre autoridades para que los bancos reporten solo una vez.
Un giro hacia una regulación más simple y enfocada
El Banco Central Europeo (BCE) ha lanzado este jueves un mensaje claro a reguladores, supervisores y entidades financieras: ha llegado el momento de simplificar la arquitectura regulatoria de la banca en la Unión Europea. El Consejo de Gobierno ha presentado una batería de propuestas destinadas a reducir la complejidad de las normas, mantener los niveles de resiliencia y mejorar la eficacia de la supervisión, sin añadir capas adicionales de burocracia.
Según el BCE, el marco actual adolece de un exceso de solapamientos, multiplicidad de herramientas y una carga administrativa que consume recursos en labores de cumplimiento y reporte, en detrimento del análisis del riesgo real. El objetivo declarado es avanzar hacia un sistema “más simple, más coherente y más útil” para supervisores y bancos.
Capital y colchones: menos piezas, más claridad
Uno de los ejes centrales de la propuesta del BCE es la racionalización de los requisitos de capital y los colchones que se exigen a las entidades. El banco central plantea simplificar la estructura de los distintos buffers, de forma que sean más fáciles de entender, aplicar y supervisar, sin rebajar la solidez global del sistema.
En paralelo, el BCE propone reducir el marco de la ratio de apalancamiento de los actuales cuatro elementos a solo dos. Con ello se busca eliminar redundancias, facilitar la comparabilidad entre entidades y centrar la atención en los indicadores que mejor capturan el riesgo de apalancamiento excesivo, un factor clave a la hora de prevenir crisis sistémicas.
Más flexibilidad para la banca pequeña con un régimen ampliado
Otro de los puntos relevantes del paquete es la propuesta de ampliar el régimen específico para bancos pequeños. El llamado “small banks regime” pasaría a cubrir a un mayor número de entidades que, por su tamaño y modelo de negocio, no presentan un riesgo sistémico significativo.
Este enfoque permitiría aligerar la carga normativa y de reporte para las entidades de menor tamaño, especialmente cajas rurales, bancos regionales y cooperativas de crédito, que a menudo sufren de forma más intensa el costo fijo de una regulación diseñada pensando en grandes grupos bancarios internacionales.
Reciprocidad automática de las medidas macroprudenciales
En materia macroprudencial, el BCE plantea un cambio de calado: la reciprocidad automática de las medidas adoptadas por cada país. En la práctica, esto implicaría que las medidas macroprudenciales nacionales se aplicarían de forma automática a todos los bancos que operan en esa jurisdicción, evitando vacíos o arbitrajes regulatorios entre entidades domésticas y sucursales extranjeras.
Con este paso, el BCE busca reforzar la coherencia y eficacia del marco macroprudencial dentro de la unión bancaria, asegurando que las herramientas adoptadas para frenar excesos de crédito o burbujas de activos tengan un impacto uniforme sobre todos los intermediarios relevantes.
Requisitos de resolución más alineados con los grandes bancos sistémicos
En el terreno de la resolución bancaria, el BCE sugiere acercar los requisitos que se aplican al conjunto de entidades a los que ya rigen para los bancos globalmente sistémicos (G-SIBs). El objetivo no es replicar el nivel absoluto de exigencia, sino homogeneizar criterios y aproximar enfoques para evitar brechas en la capacidad de absorción de pérdidas y recapitalización tras una crisis.
El planteamiento pasa por asegurarse de que, en caso de fallo, todos los bancos cuenten con un marco de resolución funcional y predecible, reduciendo el riesgo de improvisación regulatoria y de contagio financiero a otros países o segmentos del sistema.
Revisión de test de estrés y “ventanilla única” de datos
El BCE también pone el foco en las pruebas de estrés a nivel europeo. Propone revisar el diseño del test de estrés de la UE para que sea “más útil”, tanto para los supervisores como para las propias entidades. Esto implicaría escenarios mejor calibrados, métricas más accionables y una integración más clara de los resultados en el proceso supervisor.
Además, el banco central aboga por un mayor intercambio de información entre autoridades europeas, de modo que los supervisores nacionales y europeos compartan más y mejor los datos que ya reciben. La idea es avanzar hacia un esquema en el que los bancos reporten una sola vez (“report once”) y sean las autoridades las que se coordinen internamente, reduciendo la duplicidad de informes y los costes administrativos para las entidades.
Menos burocracia, mismo nivel de prudencia
En conjunto, el paquete de propuestas del BCE apunta a un objetivo doble: reducir la complejidad y la burocracia del marco regulatorio, manteniendo al mismo tiempo el nivel de prudencia y resiliencia alcanzado tras la última década de reformas postcrisis.
A partir de ahora, las iniciativas deberán ser discutidas con la Comisión Europea, el Parlamento y los Estados miembros, en un debate que volverá a enfrentar las visiones de quienes piden aliviar la carga regulatoria para impulsar el crédito y el crecimiento, y quienes temen que cualquier relajación pueda abrir la puerta a nuevas vulnerabilidades en el sistema financiero europeo.