Black Friday hace subir al Dow Jones, pero el Nasdaq podría romper su racha de récords
Durante décadas se ha repetido casi como un mantra: a largo plazo, la bolsa ofrece rentabilidades cercanas al 10% anual. Pero cada vez más casas de inversión empiezan a poner en duda que ese patrón siga vigente. Las previsiones para 2025 son tibias y, lo que preocupa más a los expertos, las estimaciones a diez años también apuntan a retornos bastante más modestos que los históricos.
¿Qué está cambiando en el mercado para que los propios analistas digan “no esperes fuegos artificiales”?
2025: un año “caro” y lleno de incertidumbre
El punto de partida no ayuda. El S&P 500 arrancó 2025 muy cerca de máximos históricos, tras dos años de fuertes subidas. Eso significa que muchas empresas cotizan a precios exigentes, con menos margen para seguir revalorizándose al mismo ritmo.
Analistas consultados por firmas como Yahoo Finance sitúan el S&P 500 a cierre de año en una horquilla de 5.600–6.100 puntos, es decir, ligeramente por debajo o apenas por encima del nivel con el que empezó 2025 (en torno a 5.900). La propia Comerica Bank, que figura en la parte alta de las previsiones, habla de 6.400 puntos como escenario central.
A esto se suma lo que varios expertos definen como un entorno dominado por la incertidumbre de política económica:
-
Aranceles y guerras comerciales impulsados por la administración Trump, cuyo impacto sobre precios e inflación es difícil de anticipar.
-
Endurecimiento migratorio, con posibles efectos sobre crecimiento y costes laborales.
-
Un banco central (la Reserva Federal) que podría recortar tipos, pero no de forma inmediata, mientras el fantasma de la recesión sigue presente.
En palabras de Eric Teal (Comerica), el mercado se mueve entre una “cauta esperanza” y un “alto grado de incógnitas macro”, un cóctel que tiende a contener las subidas.
Por qué las previsiones son tan conservadoras (y tan parecidas)
Más allá de los factores económicos, hay un componente psicológico claro: a los estrategas no les compensa ser demasiado optimistas.
Desde BlackRock recuerdan que, históricamente, los analistas tienden a infraestimar las rentabilidades reales del S&P 500, en parte porque nadie quiere quedar como el “loco optimista” si el mercado se gira. Es más seguro equivocarse junto a la mayoría que desentonar con un pronóstico muy alcista.
A esto se suma otro incentivo: el pesimismo vende. Un mensaje bajista, o al menos prudente, atrae más clics y titulares que decir “todo seguirá más o menos igual”. Como apunta David Meier (Motley Fool), las visiones negativas sobre la bolsa generan más atención, y eso refuerza el sesgo conservador en los informes públicos.
¿Y el pequeño inversor? Lo que recomiendan los asesores
Si 2025 termina siendo un año “plano”, la primera respuesta de los profesionales es simple:
para quien invierte a largo plazo, no cambia prácticamente nada.
La mayoría de asesores insiste en que:
-
Si vas a necesitar el dinero en el corto plazo, no deberías tenerlo en bolsa.
-
Si tu horizonte es de 10–15 años o más, lo razonable es ignorar la volatilidad anual y mantener la estrategia.
Los descensos suelen ser relativamente breves; las recesiones, menos largas de lo que parecen cuando se viven en directo. Quien ahorra para la jubilación u objetivos lejanos, señalan, suele estar mejor servido manteniendo posiciones que tratando de adivinar qué hará el mercado este año o el siguiente.
El mensaje preocupante está más allá de 2025
Lo inquietante para muchos analistas no es tanto que 2025 pueda dar poco, sino que las previsiones a diez años también sean modestas.
Vanguard, por ejemplo, estima que la bolsa estadounidense en conjunto podría rendir de media un 3,8%–5,8% anual en la próxima década. Y los famosos valores “growth” (Nvidia, Amazon y compañía) se moverían, según sus cálculos, apenas entre el 2,5% y el 4,5% anual, es decir, no muy por encima de la inflación.
El diagnóstico de fondo es claro: buena parte del mercado estadounidense está sobrevalorada respecto a su valor “real”. Eso implica que el potencial de revalorización adicional es menor que en otras épocas.
Hacia carteras más equilibradas y menos “Made in USA”
Ante este contexto, los expertos recomiendan pasar de la fe ciega en el S&P 500 a un enfoque más diversificado y equilibrado. Las oportunidades, según estas casas, estarán en:
-
Renta variable internacional (otros mercados desarrollados y emergentes).
-
Small caps estadounidenses (empresas de menor capitalización).
-
Valores “value” (compañías que cotizan por debajo de su valor intrínseco).
-
Y, en muchos perfiles, una presencia algo mayor de bonos.
No se trata de vender en bloque las grandes tecnológicas americanas, pero sí de revisar si la cartera no está demasiado concentrada en el mismo tipo de compañías que han liderado las subidas de los últimos años.
Como sintetizan varios analistas: si el futuro de la bolsa estadounidense va a ser de retornos más modestos, el inversor medio tendrá que diversificar mejor si quiere acercarse a esas rentabilidades de “casi dos dígitos” que antaño parecían la norma.