La incertidumbre domina los mercados mientras la inteligencia artificial agita el panorama financiero
José María Luna analiza cómo el cierre del gobierno estadounidense y la influencia creciente de la inteligencia artificial alimentan la volatilidad en los mercados, ofreciendo una visión equilibrada sobre los riesgos y oportunidades en la inversión actual.
Los mercados globales atraviesan una etapa turbulenta marcada por factores que no dejan de mutar y sorprender. José María Luna, socio de Luna Sevilla Asesores Patrimoniales, describe este periodo como un baile al ritmo de la incertidumbre, donde la inteligencia artificial (IA) se convierte en el ingrediente que intensifica el caos. Pero, ¿qué está realmente pasando detrás de líneas financieras y cifras macroeconómicas?
El punto de inflexión reciente ha sido el cierre del gobierno federal estadounidense durante 43 días, un episodio que muchos inversores han visto como una anécdota política más, pero que ha dejado cicatrices muy reales en el sistema financiero. La paralización provocó tensiones severas de liquidez, con el Tesoro acumulando cerca de un billón de dólares inmovilizados y, sobre todo, generó un apagón informativo: sin datos oficiales de empleo, inflación o actividad, la Reserva Federal se vio obligada a navegar prácticamente a ciegas.
En ese contexto, la volatilidad no es una sorpresa, sino casi una consecuencia lógica. José María Luna pone el foco en un indicador que suele pasar desapercibido para el gran público: el repunte del tipo repo por encima del tipo oficial de los Fed Funds. Ese movimiento, explica, es una señal clara de estrés en el corto plazo, un aviso de que algo se está tensando en la fontanería del sistema financiero y de que el precio del dinero a muy corto plazo está exigiendo una prima de riesgo adicional.
Inteligencia artificial y valoraciones bursátiles: un cóctel inquietante
A este telón de fondo se suma el fenómeno de la inteligencia artificial, que ha actuado como catalizador de un nuevo ciclo de euforia tecnológica. La promesa de ganancias de productividad, nuevos modelos de negocio y disrupción en cadena ha disparado las expectativas… y con ellas, unas valoraciones que en algunos casos ya parecen exigentes hasta decir basta. Buena parte del comportamiento del S&P 500 se explica hoy por un puñado de gigantes tecnológicos hipersensibles al relato de la IA, hasta el punto de convertir los índices en un espejo deformado de la realidad empresarial.
Detrás de ese espejismo, la pregunta incómoda persiste: ¿se justifican las inversiones colosales que se están volcando en innovación vinculada a la inteligencia artificial o el mercado ya descuenta un futuro demasiado perfecto? Mientras esa duda se resuelve, Luna recomienda no perder de vista un movimiento menos vistoso, pero más relevante a medio plazo: la rotación sectorial.
La rotación sectorial como señal de salud del mercado
Lejos de interpretar esta rotación como una señal de peligro, el analista la lee como un síntoma de salud. Sectores tradicionalmente defensivos o menos mediáticos, como la salud, parte de la energía y determinados segmentos financieros europeos, están mostrando crecimientos sólidos en beneficios y un comportamiento más estable. Son los motores silenciosos de un mercado que, bajo la superficie del ruido tecnológico, está reequilibrando fuerzas y ofreciendo oportunidades a quienes miran más allá de los titulares.
La diversificación, en este contexto, deja de ser un eslogan para convertirse en la principal línea de defensa. La pujanza de nuevos sectores robustos ayuda a amortiguar los sobresaltos derivados de la concentración en unos pocos valores de moda y permite construir carteras menos dependientes de la narrativa diaria. Para el inversor que sepa leer estos cambios, la rotación no es una amenaza, sino una ventana de entrada en compañías con balances saneados, flujos de caja previsibles y valoraciones más razonables.
Perspectivas y consejos para navegantes financieros
De cara a los próximos meses, el mensaje de Luna es de optimismo prudente. Mientras las empresas no muestren un deterioro claro en beneficios y márgenes, sigue confiando en una recuperación gradual tanto en renta variable como en crédito, apoyada en el posible giro de la Reserva Federal hacia un entorno de tipos algo más bajos. Pero advierte contra la miopía financiera: centrar toda la atención en el próximo dato, la próxima reunión de la Fed o el próximo titular sobre IA es la forma más rápida de perder perspectiva.
Su receta combina tres ideas fuerza: diversificación real, prioridad a la calidad y foco en balances sólidos. En épocas donde el mercado se pone peliagudo, emoción y prudencia rara vez forman un buen equipo. Filtrar el ruido, entender hacia dónde se mueve la liquidez y aceptar que la volatilidad forma parte del viaje es, hoy más que nunca, la diferencia entre participar en el baile de la incertidumbre o quedar fuera de la pista.