Confianza restaurada en la política monetaria

Lane afirma que la inflación se ancla en 2 % y anticipa sostén al crecimiento

El economista jefe del Banco Central Europeo (BCE), Philip Lane, aseguró este lunes que las expectativas de inflación “se han reanclado” en torno al objetivo del 2 %, y destacó que existen “cimientos sólidos” para que la demanda en la eurozona siga creciendo. Según Lane, el relajamiento de la política monetaria ha jugado un rol decisivo en el impulso económico actual.

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Lane afirma que la inflación se ancla en 2 % y anticipa sostén al crecimiento - EPA/ERIK S. LESSER

El mensaje del BCE, a través de las declaraciones de Philip Lane, busca transmitir calma con matices: la inflación (un elemento que sigue en el centro de la escena) estaría estabilizándose alrededor del objetivo fijado, y al mismo tiempo habría espacio para mantener el dinamismo económico de la zona euro.

Lane insistió en que el BCE ha de calibrar su política monetaria para sostener la inflación cercana al 2 %, pero aclaró que los precios no tienen muchas probabilidades de caer a los niveles prepandemia ni de dispararse por encima del objetivo. Entre los pilares para respaldar la demanda interna mencionó medidas fiscales activas, el bajo desempleo y el crecimiento de los ingresos reales.

Con esa narrativa, el BCE da a entender que las condiciones actuales permiten cierto margen de maniobra. Las declaraciones de Lane coinciden además con un contexto en el cual se ha recortado compulsivamente la tasa de interés, pero con cautela: el BCE ha adoptado una senda gradual para equilibrar riesgos tanto al alza como a la baja.

No obstante, los registros aportados por encuestas e investigaciones independientes revelan que ese anclaje de expectativas no es uniforme ni gratuito. En el boletín económico del propio BCE se observa que las expectativas de inflación a más largo plazo de los consumidores se concentran con mayor fuerza alrededor del 2 % en comparación con horizontes más cortos. En el dominio académico, se advierte que ese “anclaje” no está exento de fragilidad: una exposición prolongada a choques o una política percibida como inconsistente podrían hacer que las expectativas se desvíen.

Un análisis reciente sobre las expectativas de las empresas en la eurozona muestra que desde 2022, durante el episodio de desinflación, las expectativas a un año han ido reduciéndose progresivamente, lo cual apunta hacia una convergencia hacia el objetivo del BCE —aunque el proceso aún no se considera acabado. Esta evolución sugiere que, si bien el BCE puede afirmar que las expectativas vuelven a alinearse con el 2 %, ese alineamiento depende de decisiones futuras, de la credibilidad acumulada y de la capacidad de resistir perturbaciones externas o internas.

Desde esa óptica, la advertencia de Lane de calibrar cuidadosamente la política monetaria no es casual: el margen para equivocarse es estrecho. Si las tasas se mantienen demasiado altas por mucho tiempo, podría frenarse la actividad e inducir una inflación por debajo del objetivo; si se aflojan con prisa, podrían reactivarse presiones alcistas en precios, especialmente del segmento servicios. 

En este escenario, el BCE parece apostar por una estrategia intermedia. Lane ha defendido la idea de que no debe comprometerse con una senda fija de tasas, sino mantener flexibilidad basada en los datos y reuniones sucesivas. La clave estará en ajustar el paso con disciplina, evitando sobrecorrecciones o relajaciones prematuras.

Para las empresas y mercados, el mensaje es doble: por un lado, el BCE confirma que no tiene intención de abandonar su meta de estabilidad de precios; por otro, reconoce que la recuperación económica (apalancada en consumo, empleo e ingresos reales) sigue siendo determinante para respaldar esa estabilidad.

A medida que avance el año, habrá que ver si los pronósticos inflacionarios se mantienen alineados, si nuevos choques (energía, materias primas, cadenas globales) no rompen el delicado equilibrio, y si el BCE consigue sostener su credibilidad ante la opinión pública y los actores económicos. En ese trayecto, este discurso de Lane marca un punto de referencia alentador, aunque condicionado a que los fundamentos económicos acompañen.

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