Cierre de año volátil para los mercados

Nvidia sacude Wall Street mientras la Fed muestra grietas y el futuro de Ucrania se pone en jaque

El último rally de Nvidia ha devuelto la euforia a Wall Street al presentar unos resultados trimestrales que rompen récords y consolidan una caja cercana a los 60.000 millones de dólares, con una demanda por sus chips aún «por las nubes». El rebote de más del 6% en las operaciones posteriores al cierre contrasta con un banco central estadounidense dividido, donde la probabilidad de un recorte inminente de tipos se ha reducido a casi un 40%, y con un tablero geopolítico marcado por la guerra en Ucrania y el pulso entre Moscú y Varsovia. La combinación de tecnología en máximos, una Fed con mensaje confuso y un plan de paz impopular para Kiev anticipa unas semanas de elevada tensión en la economía y la política mundial.

Miniatura del vídeo de Negocios TV con Nvidia, la Reserva Federal y Ucrania como temas centrales.<br>                        <br>                        <br>                        <br>
Nvidia sacude Wall Street mientras la Fed muestra grietas y el futuro de Ucrania se pone en jaque

El aplazamiento de datos clave como el informe de empleo de octubre en Estados Unidos, junto a las presiones sobre el presidente Volodímir Zelensky para aceptar concesiones territoriales, añade capas de incertidumbre a un mercado que ya venía fatigado por la inflación persistente y el encarecimiento del dinero. Mientras las pantallas celebran los resultados de la inteligencia artificial, los analistas advierten de que el choque entre el ciclo tecnológico y las tensiones geopolíticas puede intensificar la volatilidad justo a las puertas de fin de año.

 

Rally de Nvidia

Nvidia se ha consolidado como el gran referente del nuevo ciclo tecnológico. Sus últimos resultados trimestrales no solo superaron ampliamente las expectativas del mercado, sino que confirmaron que la demanda de sus procesadores ligados a inteligencia artificial y cómputo avanzado sigue en niveles excepcionales. La compañía exhibe una caja cercana a los 60.000 millones de dólares y una hoja de ruta centrada en lanzar chips con mejor relación coste-eficiencia, un factor clave en un entorno de tipos altos y financiación más selectiva.

Parte de sus dispositivos se agotaron en cuestión de horas, un fenómeno que remite a la fiebre por los smartphones de hace una década. Este comportamiento sugiere que el mercado de la IA todavía se encuentra en una fase de expansión acelerada y que Nvidia conserva una posición dominante en precio, capacidad y ecosistema. La lectura inmediata en los mercados fue clara: la narrativa de la «burbuja tecnológica» queda, al menos de momento, desafiada por los números.

Tecnología contra el pesimismo

El efecto en bolsa no tardó en materializarse. Las acciones de Nvidia se dispararon más de un 6% en las operaciones posteriores al cierre, arrastrando al alza al sector tecnológico y aportando una nueva dosis de optimismo a Wall Street a pocas semanas del cierre del año. Los índices de referencia encontraron en este movimiento un argumento para extender el rally, pese al ruido macro y político.

Sin embargo, el entusiasmo convive con dudas de fondo. La concentración del rendimiento bursátil en un puñado de grandes tecnológicas, junto con la dependencia de una historia de crecimiento casi perfecto, inquieta a parte de los gestores. La pregunta que sobrevuela es si la fortaleza de Nvidia y del segmento de IA es suficiente para compensar un entorno de tipos elevados, crédito más caro y una economía global que muestra signos de fatiga en varias geografías.

Fed dividida

En paralelo, el panorama en Washington es mucho menos nítido. Las últimas actas de la Reserva Federal han dejado al descubierto divisiones internas significativas sobre el próximo movimiento de política monetaria. La probabilidad que el mercado asignaba a un recorte rápido de tipos se ha reducido a casi un 40%, un giro notable respecto a los meses anteriores, cuando los inversores descontaban con mayor confianza una relajación más temprana del coste del dinero.

Estas fisuras internas han derivado en un mensaje percibido como confuso por parte de los operadores. Mientras algunos miembros del banco central insisten en mantener la presión para garantizar la derrota definitiva de la inflación, otros alertan del riesgo de dañar en exceso la demanda y el empleo. El resultado es una guía difusa para unos mercados que, al mismo tiempo que celebran el éxito tecnológico, necesitan visibilidad sobre el calendario y la intensidad de los futuros movimientos de la Fed.

Incertidumbre macro

La opacidad se ve reforzada por el aplazamiento de la publicación del informe de empleo de octubre, un dato clave para medir la salud real del mercado laboral estadounidense. Sin esa referencia, las empresas y los analistas disponen de menos elementos para evaluar la resistencia del consumidor y la capacidad de la economía para seguir absorbiendo unos tipos elevados.

Esta combinación —un sector tecnológico en ebullición frente a un cuadro macroeconómico cubierto por la niebla— condiciona el ánimo inversor en las semanas previas a la reunión crucial del banco central del 10 de diciembre. En función del tono que adopte la Fed, el rally de valores como Nvidia puede convertirse en una palanca para alargar el ciclo alcista o, por el contrario, quedar eclipsado por un giro más agresivo en la narrativa monetaria.

Ucrania bajo presión

Lejos de los parqués estadounidenses, el tablero geopolítico añade tensiones adicionales. La guerra en Ucrania podría encaminarse hacia un punto de inflexión si se confirmaran las informaciones sobre un plan de paz impulsado por Estados Unidos que exigiría a Kiev ceder territorios y limitar el suministro de armamento occidental. Se trataría de un escenario poco popular tanto dentro como fuera del país, pero que algunos actores contemplan como vía para contener una guerra de desgaste prolongada.

El presidente Zelensky, en plena gira por Turquía y con contactos pendientes con altos responsables estadounidenses, se mueve entre presiones internas y externas. Por un lado, necesita mantener la moral y el apoyo de la población ucraniana; por otro, asegurar el respaldo financiero y militar de sus socios, que también gestionan sus propios costes políticos y económicos. Cualquier avance —o estancamiento— en este plan reconfiguraría el mapa de riesgos para Europa y para los mercados energéticos.

Europa en tensión

El frente oriental se complica aún más con el endurecimiento de la posición de Polonia. Varsovia ha decidido cerrar un consulado ruso y ha acusado a Moscú de prácticas que califica abiertamente de «terrorismo de Estado». Este movimiento eleva la tensión diplomática y añade un nuevo foco de fricción en una región clave para la logística militar y energética del continente.

Este recrudecimiento llega en un momento en el que buena parte de los focos globales se desplazan hacia Asia y la llamada economía del conocimiento, pero sin que Europa haya resuelto su dependencia energética ni su exposición a los riesgos de seguridad en el flanco oriental. La combinación de una guerra aún abierta, una paz potencialmente inestable y una relación cada vez más deteriorada con Moscú configura un entorno en el que las sorpresas negativas no pueden descartarse.

Riesgos cruzados

El cruce de vectores —euforia tecnológica, ambigüedad monetaria y tensión geopolítica— define un escenario de mercado en el que los titulares brillantes conviven con riesgos estructurales difíciles de cuantificar. Los inversores se ven obligados a descontar, al mismo tiempo, el impacto transformador de la inteligencia artificial, la posibilidad de errores de diagnóstico por parte de la Reserva Federal y la evolución de una guerra que sigue reordenando alianzas y flujos comerciales.

El diagnóstico provisional es claro: el éxito de Nvidia no basta por sí solo para disipar las sombras que proyectan la política monetaria y el conflicto en Ucrania. Las próximas semanas, marcadas por la reunión del 10 de diciembre de la Fed y por los movimientos diplomáticos en Europa del Este, serán decisivas para comprobar si el impulso tecnológico logra imponerse a la incertidumbre geopolítica o si, por el contrario, los mercados entran en una fase de mayor cautela ante un final de año cargado de incógnitas.

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