El optimismo de las pequeñas empresas en EE. UU. se resiente: claves del reciente retroceso del National Federation of Independent Business (NFIB)
El indicador de optimismo de las pequeñas empresas publicado por el NFIB se situó en octubre en 98,2, descendiendo 0,6 puntos respecto al mes anterior.
A pesar de este retroceso, la incertidumbre empresarial –medida en el mismo reporte– registró su valor más bajo del año, al caer a 88, lo que supone una caída de 12 puntos intermensual.
Dentro del sondeo, el 32 % de los propietarios declaró no poder cubrir todas las vacantes, cifra idéntica a la de septiembre.
Por su parte, solo el 15 % planea crear nuevos empleos en los próximos tres meses, una disminución de un punto respecto al periodo anterior.
Además, un 60 % reportó interrupciones en la cadena de suministro y el porcentaje neto que prevé una mejora en las condiciones comerciales bajó hasta el 20 %.
Según el economista jefe del NFIB, Bill Dunkelberg, las empresas denuncian una caída en ventas y ganancias, mientras persisten las dificultades para reclutar, siendo “la calidad de la mano de obra” citada como el principal problema por los encuestados.
Aunque se refiere al contexto estadounidense, el pulso del NFIB tiene implicaciones globales. Las pequeñas empresas suponen una parte significativa del tejido empresarial de EE. UU., y su nivel de confianza actúa como anticipador de tendencias de consumo, inversión y empleo en la primera economía mundial.
Una caída -aunque moderada- en este índice puede anticipar ajustes en la economía estadounidense que repercutan en los mercados internacionales: desde flujos de capital hasta cambios en la demanda de importaciones o la evolución de la inflación.
Además, el informe NFIB refleja dinámicas como la presión salarial, las expectativas de ventas y la gestión del riesgo, variables clave también para empresas extranjeras con vínculos comerciales o inversores globales.
Escasez y calidad de la mano de obra: el problema de reclutamiento no es nuevo, pero la encuesta lo vuelve a situar como el principal escollo, con un 27 % señalando este punto como su mayor preocupación.
Menores expectativas de ventas y beneficios: la reducción del porcentaje neto que reporta mayores ventas o expectativas de mejora subraya un clima más cauteloso entre los empresarios.
Interrupciones en la cadena de suministro y costes operativos: el 60 % que reporta disfunciones en el suministro sugiere que aún persisten efectos de desajustes globales, inflación o logística.
Reducción del apetito inversor y laboral: una proporción menor planea contratar o expandirse, lo que indica precaución ante la volatilidad económica.
El pulso de las pymes estadounidenses puede servir como espejo para la Unión Europea y España, al mostrar cómo se enfrentan a retos globales —inflación, crisis de talento, disrupciones logísticas— que también repercuten en nuestro entorno.
La historia reciente muestra que las pequeñas empresas son clave en la recuperación económica y en la generación de empleo. Por tanto, los vaivenes del optimismo empresarial en EE.UU. invitan a reflexionar sobre la capacidad de adaptación de las políticas públicas y del sector privado europeo para mitigar vulnerabilidades compartidas.
Asimismo, los inversores y analistas en España habrán de seguir con atención estos indicadores, no sólo por su impacto en los mercados globales, sino por su capacidad de anticipar cambios estructurales que pueden trasladarse más allá del Atlántico.
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Si el NFIB mantiene niveles cercanos o cae por debajo del promedio histórico, podría intensificarse la cautela en inversión, crédito y consumo en EE.UU., afectando a exportadores y mercados internacionales.
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No obstante, una caída del índice junto a una reducción simultánea de la incertidumbre —como la observada— podría indicar que las empresas se están ajustando a un nuevo ciclo, no necesariamente negativo.
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Las políticas gubernamentales sobre empleo, formación y regulación van a jugar un papel determinante en cómo evolucionen estos indicadores en los próximos trimestres.