Polémica en Washington: Trump asegura que nunca aprobó el uso de misiles de largo alcance por parte de Ucrania
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, desmintió que su Gobierno haya levantado las restricciones que impiden a Ucrania usar misiles occidentales de largo alcance en ataques contra territorio ruso. Calificó la información publicada por The Wall Street Journal como “fake news” y aseguró que “Estados Unidos no tiene nada que ver con esos misiles, ni con lo que Ucrania haga con ellos”.
La guerra de Ucrania vuelve a situar a la Casa Blanca en el epicentro de la polémica. Según The Wall Street Journal, la Administración Trump habría levantado una restricción clave que hasta ahora impedía a Kyiv utilizar misiles de largo alcance donados por sus aliados occidentales para atacar instalaciones rusas. La información, que citaba a funcionarios estadounidenses bajo anonimato, señalaba que el cambio de postura se habría reflejado ya en la ofensiva ucraniana sobre una planta de explosivos y combustible para cohetes en Briansk, a unos 300 kilómetros de la frontera.
El diario estadounidense apuntaba que el misil empleado en ese ataque fue un Storm Shadow, de fabricación británica, lanzado desde aviones ucranianos y operado con datos de orientación estadounidenses, lo que implicaría la participación indirecta de Washington en la ofensiva. Sin embargo, el presidente Trump reaccionó de inmediato en su cuenta oficial de Truth Social:
“¡Estados Unidos no tiene nada que ver con esos misiles, de dondequiera que provengan, ni con lo que Ucrania haga con ellos! ¡Falsa historia del Wall Street Journal!”.
El desmentido llega apenas cinco días después de la visita del presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, a la Casa Blanca, donde discutió con Trump el acceso a armamento avanzado y la posibilidad de un alto el fuego condicionado. En ese encuentro, ambos líderes se comprometieron a “no alimentar tensiones adicionales con Rusia”, según fuentes del Consejo de Seguridad Nacional.
El contexto es particularmente delicado. La guerra ha entrado en una fase de equilibrio inestable: Ucrania presiona por mayor capacidad de respuesta, mientras Rusia intensifica sus bombardeos sobre infraestructura crítica. Cualquier modificación en el apoyo militar estadounidense podría alterar el curso del conflicto y las negociaciones diplomáticas en curso.
Para el Kremlin, la posibilidad de que Washington haya autorizado misiles de largo alcance equivaldría a una “provocación directa”. Dmitri Peskov, portavoz de Vladimir Putin, advirtió que “si se confirma, Rusia responderá de forma proporcional y contundente”. Moscú sostiene que incluso un apoyo logístico o de inteligencia en ataques dentro de su territorio sería considerado una agresión.
Desde Washington, analistas coinciden en que la ambigüedad forma parte del juego estratégico de la Administración Trump. La negación pública podría responder tanto a la necesidad de contener la escalada diplomática como a una estrategia para mantener abierta la puerta de la negociación. “Trump quiere proyectar fortaleza sin implicar directamente a Estados Unidos en un conflicto mayor”, explican fuentes del Center for Strategic and International Studies (CSIS).
La polémica también tiene lectura interna. En plena campaña para las elecciones legislativas, la Casa Blanca busca reafirmar la imagen de un Trump que prioriza los intereses nacionales frente a las “aventuras internacionales” que desgastaron a gobiernos anteriores. Sin embargo, el equilibrio entre apoyo a Ucrania y prudencia frente a Moscú podría convertirse en una de las líneas más finas de su política exterior.
Por ahora, la única certeza es que la versión oficial de Washington choca con los informes filtrados a medios internacionales. En una guerra donde la información es tan decisiva como los misiles, la narrativa también se libra a larga distancia.