Nervios en la deuda pública británica

Sube los gilts británicos ante la incertidumbre sobre el presupuesto otoñal

Los bonos del gobierno del Reino Unido —conocidos como gilts— registraron este jueves un incremento en sus rendimientos en medio de crecientes dudas sobre el contenido del próximo presupuesto que la ministra de Hacienda, Rachel Reeves, presentará el 26 de noviembre. La cautela de los mercados refleja el temor de que se anuncien alzas impositivas para atender un panorama fiscal cada vez más frágil.

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Sube los gilts británicos ante la incertidumbre sobre el presupuesto otoñal EPA/NEIL HALL

En los mercados financieros, los movimientos de la deuda soberana ofrecen pistas anticipadas sobre cómo ven los inversores la salud económica de un país. En el Reino Unido, esa señal se tornó visible este jueves cuando los rendimientos de los gilts subieron: el título a 10 años escaló 3,8 puntos básicos hasta alcanzar un 4,714 %, el de 30 años subió 4,2 puntos hasta 5,534 % y el bono a 2 años avanzó ligeramente a 3,977 %. Estos ajustes reflejan una creciente inquietud frente a lo que puede contener el borrador presupuestario de fin de año.

Rachel Reeves, al referirse al estado de la economía británica, trató de restar dramatismo al indicar que “la economía no está rota”. Sin embargo, los analistas y agentes del mercado interpretan que el margen para maniobrar será estrecho: el Reino Unido debe afrontar un déficit creciente, mayores costos de financiamiento y una presión sobre la credibilidad fiscal.

Uno de los puntos más discutidos es la advertencia que emitió en julio la Oficina para la Responsabilidad Presupuestaria (Office for Budget Responsibility, OBR), al que el gobierno británico está obligado a rendir cuentas. Esa entidad alertó que la posición fiscal del país era “vulnerable”, dejando entrever que se necesitarían ajustes importantes (como subidas impositivas o recortes) para contener el endeudamiento.

Desde hace semanas, los mercados ya estaban anticipando una tensión adicional: los rendimientos de los bonos británicos largos —especialmente los de 30 años— habían alcanzado niveles que no se observaban desde los años noventa, alimentados por dudas sobre la capacidad del Tesoro británico para estabilizar sus finanzas.

Ante esa presión, el Banco de Inglaterra decidió moderar el ritmo al que vende sus propios bonos (una práctica conocida como quantitative tightening), reduciendo el volumen de desinversión para aminorar el impacto en los rendimientos. Esa modificación de estrategia apunta a contener la tensión en el mercado de deuda público.

Más allá de las cifras locales, los factores internacionales también pesan. Los mercados globales vienen experimentando alzas generalizadas en las tasas de interés de los bonos soberanos debido al endurecimiento monetario y las expectativas inflacionarias, lo que ha incrementado el costo de endeudamiento en economías avanzadas. En ese contexto, el Reino Unido enfrenta una doble carga: ajustes internos por su política fiscal y presión externa de las condiciones financieras globales.

Para Reeves, el desafío es mayúsculo. Debe equilibrar la necesidad de cuadrar las cuentas públicas sin herir demasiado el crecimiento económico ni romper promesas electorales. De hecho, parte de su esfuerzo consiste en conservar credibilidad frente a los mercados para evitar que los mayores costos de deuda se conviertan en un lastre permanente para las finanzas del país.

En conclusión, el reciente repunte en los rendimientos de los gilts no es un episodio aislado, sino una señal clara de que los mercados están exigiendo certezas fiscales. Londres tiene por delante semanas decisivas para demostrar que puede gobernar la deuda con prudencia y responsabilidad.

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