Alerta máxima en Yemen: estado de emergencia declarado tras ataques saudíes
El presidente Rashad al-Alimi decreta 90 días de estado de emergencia, impone un bloqueo de 72 horas y anuncia la ruptura del acuerdo de defensa con Emiratos Árabes Unidos, tras bombardeos saudíes contra fuerzas separatistas respaldadas por Abu Dabi en la ciudad portuaria de Mukalla.
Yemen vuelve a sumirse en una espiral de inestabilidad tras la declaración del estado de emergencia por parte del presidente del Consejo de Liderazgo Presidencial, Rashad al-Alimi. La medida llega después de una serie de ataques aéreos de Arabia Saudí en Mukalla, en el este del país, dirigidos contra vehículos blindados y arsenales de fuerzas separatistas apoyadas por Emiratos Árabes Unidos. El Gobierno yemení denuncia un “golpe de Estado en curso” y responde con un paquete de medidas excepcionales que incluye la suspensión del acuerdo de defensa con Emiratos y un bloqueo temporal aéreo, marítimo y terrestre.
Bombardeos en Mukalla y estallido de la crisis
Los últimos ataques se han concentrado en Mukalla, ciudad portuaria de alto valor estratégico en la costa oriental de Yemen. Según la versión oficial, los bombardeos saudíes tuvieron como objetivo equipamiento militar y depósitos de armas pertenecientes a facciones separatistas respaldadas por Emiratos Árabes Unidos, en un episodio que evidencia la fractura interna dentro del campo que, en teoría, debería sostener al gobierno reconocido internacionalmente.
La ofensiva ha actuado como detonante de una crisis larvada desde hace años, donde alianzas cambiantes y agendas solapadas entre potencias regionales han convertido al país en un escenario de conflicto permanente.
“Golpe de Estado en curso”: la versión de Al-Alimi
En su mensaje a la nación, Rashad al-Alimi justificó la declaración del estado de emergencia por la “necesidad de hacer frente a un golpe de Estado en curso contra la legitimidad del país”, un proceso que, según recordó, se prolonga desde 2014.
El presidente acusa a elementos militares dirigidos y apoyados por Emiratos Árabes Unidos de fomentar la fragmentación de Yemen, debilitando deliberadamente la autoridad en las regiones orientales. A su juicio, la combinación de presión militar sobre el terreno y respaldo externo ha erosionado la capacidad del Gobierno para mantener un mínimo de cohesión territorial y política.
Estas acusaciones ponen en primer plano el complejo entramado geopolítico yemení, donde la rivalidad entre actores locales se entremezcla con los intereses de Arabia Saudí, Emiratos y otras potencias, convirtiendo cualquier intento de pacificación en un ejercicio de equilibrio casi imposible.
Estado de emergencia y bloqueo de 72 horas
El decreto presidencial establece un estado de emergencia de 90 días, acompañado de una medida inmediata: bloqueo aéreo, marítimo y terrestre durante 72 horas.
El objetivo declarado es contener la escalada de violencia, limitar la capacidad de movimiento de las fuerzas consideradas subversivas y permitir al Gobierno reafirmar el control sobre los puntos más sensibles del país, especialmente en la franja oriental.
En paralelo, las autoridades han advertido de posibles restricciones adicionales en comunicaciones, movimientos y actividades políticas, bajo el argumento de proteger la seguridad nacional frente a amenazas internas y externas.
La ruptura con Emiratos: un giro en el tablero regional
Uno de los anuncios más significativos fue la cancelación del acuerdo de defensa conjunta con Emiratos Árabes Unidos. La decisión marca una ruptura clara con uno de los actores clave en la coalición que, en su momento, se presentó como garante del apoyo al Gobierno yemení.
Romper con Abu Dabi no implica sólo distanciamiento diplomático: supone un cambio profundo en las alianzas militares sobre el terreno y puede alterar el equilibrio de fuerzas en varias zonas del país. Para Al-Alimi, el mensaje es que Yemen busca recuperar margen de maniobra sin la tutela de ciertos actores externos. Para la región, abre un nuevo capítulo de incertidumbre sobre la configuración futura del conflicto.
La crisis actual pone en evidencia una de las grandes paradojas de la guerra en Yemen: Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos, aliados formales, apoyan a veces facciones enfrentadas entre sí. Los recientes ataques saudíes contra fuerzas respaldadas por Emiratos en Mukalla ilustran hasta qué punto los intereses de ambos pueden divergir en el terreno.
En este contexto, Yemen queda atrapado en un tablero de ajedrez regional, donde las fichas se mueven al ritmo de rivalidades cruzadas y cálculos estratégicos que no siempre priorizan la estabilidad interna del país.
Mientras el estado de emergencia entra en vigor y el bloqueo de 72 horas se despliega, la pregunta vuelve a ser la misma: ¿sirven estas medidas para acercar una salida al conflicto o profundizan un ciclo de fragmentación y desgaste que ya dura más de una década?