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Guterres enciende las alarmas: alerta sobre un posible “pacto Trump-Putin” que entregaría Ucrania a Rusia

António Guterres, secretario general de la ONU, se pronuncia sobre el supuesto acuerdo entre Donald Trump y Vladimir Putin que implicaría la cesión total de Ucrania a Rusia, llamando a la comunidad internacional a reflexionar sobre las graves consecuencias para la estabilidad y la justicia global.

António Guterres durante la conferencia de prensa previa a la cumbre del G20 en Johannesburgo, Sudáfrica<br>                        <br>                        <br>                        <br>
António Guterres durante la conferencia de prensa previa a la cumbre del G20 en Johannesburgo, Sudáfrica

En un escenario internacional cada vez más tenso, António Guterres, secretario general de la ONU, ha lanzado una advertencia que resuena con fuerza en las principales capitales del mundo. En una conferencia previa a la cumbre del G20 en Johannesburgo, Sudáfrica, Guterres se refirió al polémico pacto que, según diversas informaciones y rumores diplomáticos, estarían tejiendo Donald Trump y Vladimir Putin a puerta cerrada. En el centro del supuesto acuerdo, un punto explosivo: el futuro de Ucrania y la posibilidad de una entrega total de su territorio a Rusia.

Las palabras del secretario general no han pasado desapercibidas. No se trata de un analista cualquiera, sino de la máxima voz política de la comunidad internacional advirtiendo del riesgo de que el destino de un país entero se negocie como una ficha más en un tablero de poder entre grandes potencias.

Ucrania como moneda de cambio en la nueva realpolitik

Ucrania vuelve a colocarse en el epicentro de la geopolítica. Más que un país en conflicto, es un corredor estratégico, una frontera entre bloques y un símbolo de hasta dónde llega el respeto —o el desprecio— por la soberanía de los estados. Guterres subrayó que cualquier acuerdo que suponga la entrega total del territorio ucraniano a Moscú sería percibido como una claudicación histórica, tanto para Kiev como para el sistema internacional basado en reglas.

Según el marco que describió, el supuesto pacto Trump-Putin implicaría reconocer de facto el control ruso sobre toda Ucrania, consolidando por la vía política lo que no se ha logrado completamente por la vía militar. Para muchos analistas, sería una victoria geopolítica de Putin y una señal devastadora para otros países que confían en las garantías de seguridad de Occidente y de la propia ONU. El mensaje, de confirmarse, sería demoledor: la fuerza se impone y las fronteras pueden redibujarse al gusto de las potencias si el equilibrio de poder lo permite.

Guterres fue especialmente crítico con la idea de resolver conflictos sacrificando a pueblos enteros en nombre de una paz aparente. Advirtió de que un acuerdo de ese tipo no solo afectaría al futuro de Ucrania, sino que erosionaría la credibilidad de la ONU, de la OTAN y de todo el andamiaje jurídico que sostiene el sistema internacional desde el final de la Segunda Guerra Mundial.

Si un país miembro ve cómo su integridad territorial se negocia sin su consentimiento, ¿qué queda del principio de soberanía? ¿Qué garantías pueden esperar otras naciones en situaciones similares? El secretario general llamó a los líderes mundiales a no sucumbir a una lógica de “paz a cualquier precio” que, en realidad, normaliza la agresión y premia al atacante.

Guterres pidió, en cambio, reforzar el enfoque multilateral, mantener abiertos los canales de diálogo y buscar soluciones que respeten tanto la paz como la dignidad y la integridad de los estados. Sus palabras funcionaron como un recordatorio de que la ONU no puede limitarse a certificar acuerdos entre potencias si estos se construyen sobre la renuncia forzada de terceros.

G20 en Johannesburgo: prueba de fuego para los líderes

La cumbre del G20 en Johannesburgo se convierte así en mucho más que un encuentro económico. Bajo la sombra de este posible pacto, los mandatarios se verán obligados a posicionarse no solo sobre inflación, comercio o transición energética, sino sobre cuestiones de fondo: ¿se aceptará que el futuro de Ucrania se decida en un despacho entre Washington y Moscú? ¿Habrá voces dispuestas a plantar cara a una eventual “paz” que consagre la anexión total del país?

Las declaraciones de Guterres ponen presión sobre las delegaciones y elevan el coste político de mirar hacia otro lado. En las próximas semanas se verá si este supuesto pacto queda en rumor o si se consolida como la señal más clara de que el orden internacional está entrando en una fase donde la fuerza dicta las reglas.

Por ahora, el secretario general ha dejado un mensaje nítido: si el mundo acepta que la soberanía de un país pueda ser negociada entre dos líderes a espaldas de su pueblo, no solo estará fracasando Ucrania; estará fracasando toda la arquitectura de coexistencia global que, al menos sobre el papel, dice defender.

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