El gran ridículo de Europa: China toma la delantera en energía solar y nuclear
Pese a contar con recursos naturales estratégicos, Europa y Estados Unidos han perdido terreno en la transición energética. China, en cambio, acelera su apuesta por la energía solar y la fisión nuclear, acercándose a la independencia que persigue desde hace décadas.
El tablero energético mundial atraviesa un momento decisivo. Europa y Estados Unidos, que durante años lideraron el discurso de la transición verde, hoy parecen descolocados frente al impulso imparable de China. Paradójicamente, España, con una de las mayores tasas de radiación solar de todo el continente, sigue sin aprovechar su potencial en energía solar, mientras Pekín convierte sus planes en realidades tangibles.
El avance chino no se limita al despliegue de paneles solares. El gigante asiático también ha consolidado progresos en el terreno nuclear, especialmente en la fisión, un ámbito clave para asegurar una independencia energética que ha sido objetivo estratégico durante décadas. Este esfuerzo conjunto sitúa a China en una posición ventajosa frente a Occidente, que sigue atrapado entre debates regulatorios, dependencia de terceros países y falta de inversión decidida.
La llamada “batalla por la energía” no es únicamente tecnológica o ambiental. También es económica y geopolítica. Europa se enfrenta al desafío de sostener su competitividad industrial en un contexto donde los costes energéticos son un factor determinante. Estados Unidos, por su parte, pese a disponer de músculo tecnológico, no logra articular una estrategia suficientemente coherente para contrarrestar la escalada china.
Mientras tanto, Pekín ha conseguido lo que parecía inalcanzable: una combinación de planificación a largo plazo, control de la cadena de suministro y capacidad de ejecución. La industria solar china ya no solo cubre la demanda interna, sino que exporta con fuerza a todo el mundo, consolidando una hegemonía que deja en evidencia las debilidades europeas.
La explotación de recursos naturales y la visión estratégica del Partido Comunista Chino contrastan con la fragmentación política europea y con la falta de consenso en materia energética. El resultado es un escenario que algunos analistas califican de “gran ridículo”: Europa habla de sostenibilidad, pero carece de la capacidad para traducirlo en liderazgo real.