Netanyahu promete “destruir el eje iraní” en 2025 y anuncia un año “histórico” para la seguridad de Israel
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, declaró este lunes que el próximo año será “histórico para la seguridad de Israel” y que su objetivo es destruir el llamado “eje iraní”, en referencia a la red de grupos apoyados por Teherán en Oriente Medio, incluidos los hutíes en Yemen y Hezbolá en Líbano.
En un brindis durante la celebración del Año Nuevo judío con el Estado Mayor de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), Netanyahu remarcó que el país se encuentra en “una lucha en la que estamos superando a nuestros enemigos”, y que la eliminación del eje iraní constituye la principal meta estratégica para los próximos doce meses.
“El próximo año debemos destruir el eje iraní, está en nuestro poder hacerlo. Este será un año histórico para la seguridad de Israel”, afirmó el primer ministro. Con ello se refirió a la coalición informal de milicias y partidos políticos en la región apoyados por Teherán —conocida como Eje de la Resistencia—, entre los que destacan Hezbolá en Líbano y los hutíes en Yemen, ambos protagonistas recientes de choques militares con Israel.
El mensaje llega en un contexto de máxima tensión en Oriente Medio, con la guerra en Gaza aún activa y las fronteras del norte israelí en alerta por los enfrentamientos con Hezbolá. Netanyahu insistió en que su gobierno mantiene una determinación total para alcanzar “todos los objetivos de la guerra”, lo que anticipa una política de mano dura frente a los actores regionales vinculados a Irán.
Analistas internacionales señalan que las declaraciones de Netanyahu buscan reforzar tanto la moral interna como la imagen de Israel como potencia regional capaz de neutralizar amenazas estratégicas. Sin embargo, advierten también del riesgo de una escalada militar aún mayor en Oriente Medio, especialmente si los choques con Hezbolá o los hutíes se intensifican.
En cualquier caso, la promesa del primer ministro de destruir el eje iraní marca la pauta de lo que pretende ser un año de confrontación decisiva, con implicaciones que van mucho más allá de las fronteras de Israel y que pueden condicionar la estabilidad de toda la región.