Lorenzo Ramírez

La nueva estrategia de EEUU y su impacto en Europa: ¿un cambio de juego geopolítico?

En esta entrevista, Lorenzo Ramírez analiza cómo la nueva estrategia de seguridad nacional de Estados Unidos redefine la relación con Europa, la presión para aumentar su autonomía en defensa y el temor a una alianza estratégica entre China, Rusia y Europa.

Miniatura del vídeo 'La verdad detrás de Ucrania' presentado por Lorenzo Ramírez en Negocios TV.<br>                        <br>                        <br>                        <br>
'La verdad detrás de Ucrania' presentado por Lorenzo Ramírez en Negocios TV.

En un mundo sacudido por tensiones globales cada vez más visibles, la nueva Estrategia de Seguridad Nacional de Estados Unidos dibuja un giro de fondo que no solo afecta a Washington, sino que coloca a Europa en una posición incómoda. Lorenzo Ramírez, periodista económico, desgrana en Negocios TV cómo este cambio reordena prioridades, enemigos y aliados, y por qué el Viejo Continente puede acabar pagando la factura… sin ganar autonomía real.

Washington replantea su estrategia: menos “enemigos externos”, más control del tablero

La actualización de la Estrategia de Seguridad Nacional deja un mensaje sutil, pero contundente: la prioridad ya no es tanto la confrontación directa con China como gran villano único, sino la gestión de amenazas internas y la preservación del liderazgo global de EEUU en un entorno más fragmentado.

Según explica Ramírez, este giro tiene un efecto colateral muy claro para Europa:
Estados Unidos lanza la señal de que no está dispuesto a seguir sosteniendo ilimitadamente el paraguas de seguridad europeo, al tiempo que exige a sus socios incrementar su gasto en defensa y alinearse más estrechamente con su hoja de ruta geopolítica.

El resultado es una mezcla incómoda:
Europa siente la presión para rearmarse, pero sin que Washington renuncie al control militar efectivo ni a su papel de mando dentro de la OTAN.

Europa, entre la autonomía que se proclama y la dependencia que persiste

El discurso oficial en Bruselas habla de “autonomía estratégica”, pero la realidad que apunta Ramírez es otra:
La UE se ve empujada a gastar mucho más en defensa… comprando, en gran medida, tecnología y armamento de empresas estadounidenses.

En la práctica, eso significa:

  • Más presupuesto militar europeo

  • Más contratos para la industria de defensa de EEUU

  • Y ninguna garantía real de que Europa vaya a tener una voz propia en las grandes decisiones estratégicas

El movimiento de Washington, por tanto, no sería un abandono del continente, sino un rediseño del contrato: “tú pagas más, pero el que manda sigo siendo yo”. Una especie de “economía de guerra” por delegación, con Europa como cliente cautivo.

Rusia, China y el miedo a un eje euroasiático

La estrategia estadounidense, tal y como la interpreta Ramírez, pasa por mantener abierta la fractura con Rusia a cualquier precio. El objetivo: impedir cualquier reconciliación o integración económica profunda entre Moscú y la UE que pudiera desembocar en un bloque euroasiático capaz de rivalizar con Estados Unidos.

Mientras tanto, China permanece en el horizonte como gran actor sistémico. Aunque el tono de confrontación directa se rebaje, el temor de Washington a un eventual acercamiento estructural entre Europa, Rusia y China está muy presente.

Un triángulo de este tipo —energía y recursos rusos, capacidad industrial y tecnológica china, mercado y capital europeo— supondría un desafío existencial para la hegemonía estadounidense. De ahí, según Ramírez, la insistencia en mantener a Europa firmemente anclada al eje atlántico, incluso a costa de empujarla hacia un estado de “semiguerra” económica.

Un mensaje de fondo: más gasto militar, mismo centro de gravedad

En este nuevo marco, la Estrategia de Seguridad Nacional funciona también como hoja de instrucciones para los aliados:

  • Europa debe elevar su gasto militar hasta niveles inéditos desde la Guerra Fría.

  • Debe hacerlo rápido, bajo la narrativa de la amenaza rusa y la inestabilidad global.

  • Y todo ello sin cuestionar el liderazgo político y doctrinal de Washington dentro de la OTAN.

Ramírez subraya que se trata de una reconfiguración del reparto de costes, no del reparto de poder. Europa pagaría más, asumiría más riesgos, pero seguiría sin contar con una defensa plenamente autónoma.

¿Puede Europa defenderse sola… o es solo un espejismo?

La gran incógnita que deja este giro estratégico es si Europa está en condiciones reales de construir su propia arquitectura de defensa. Más allá de los discursos, la UE arrastra:

  • Diferencias profundas entre Estados miembros

  • Falta de industria militar conjunta a gran escala

  • Dependencia tecnológica crítica de EEUU

En este contexto, la exigencia de que “Europa se defienda sola” puede sonar más a presión política que a proyecto viable a corto plazo. Ramírez plantea la duda de fondo:
¿Se encamina Europa hacia una verdadera autonomía militar, o simplemente hacia un modelo más caro del mismo esquema de dependencia?

Lo que sí parece claro es que, con la nueva Estrategia de Seguridad Nacional, Washington ha movido ficha. Y como siempre en geopolítica, cuando EEUU cambia de posición, Europa no tiene el lujo de quedarse quieta.

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