China insiste en que Gaza “pertenece al pueblo palestino”, reivindica la solución de dos Estados y pide a las potencias con influencia sobre Israel que asuman su responsabilidad

Pekín redobla su apuesta por la “causa justa” palestina y reclama un alto el fuego inmediato en Gaza

En plena Semana de Alto Nivel de la ONU y con el relanzamiento de la conferencia internacional sobre la solución de dos Estados, el Ministerio de Exteriores chino ha reiterado su apoyo a los “derechos nacionales legítimos” de Palestina y ha defendido que la salida al conflicto pasa por un alto el fuego total, la reconstrucción y el reconocimiento efectivo de un Estado palestino. Las declaraciones refuerzan la línea diplomática de Pekín de los últimos meses y encajan con la presión internacional creciente para reactivar una vía política creíble.

Pekín redobla su apuesta por la “causa justa” palestina y reclama un alto el fuego inmediato en Gaza

EPA/JESSICA LEE
Pekín redobla su apuesta por la “causa justa” palestina y reclama un alto el fuego inmediato en Gaza EPA/JESSICA LEE

China volvió a fijar posición este lunes al apoyar de forma expresa la “causa justa del pueblo palestino para restaurar sus derechos nacionales legítimos” y al subrayar que la Franja de Gaza es parte inseparable del territorio palestino. El portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, Guo Jiakun, defendió que el principio “los palestinos deben gobernar Palestina” debe plasmarse en cualquier arreglo de posguerra y que la solución de dos Estados debe sostenerse sin titubeos. El mensaje, lanzado en rueda de prensa en Pekín, se produce con la comunidad internacional mirando a Nueva York, donde hoy se reanuda la conferencia de alto nivel de la ONU sobre la implementación de esa solución. 

Más allá de la retórica, Pekín ata su discurso a demandas concretas: un alto el fuego “completo” como llave para aliviar la catástrofe humanitaria y encauzar la liberación de rehenes, y la negativa a cualquier paso unilateral que erosione las bases de la partición pactada. En agosto, el propio Guo fue tajante al afirmar que “Gaza pertenece al pueblo palestino” y que la forma de estabilizar la región empieza por parar la guerra, un posicionamiento que China ha ido repitiendo en cada repunte de violencia sobre el terreno. 

En paralelo, la diplomacia china intenta ganar tracción en el marco multilateral. Hace dos días, el ministro Wang Yi volvió a proclamar que China “siempre ha apoyado firmemente” los derechos legítimos de Palestina y trabajará para un “arreglo integral, justo y duradero” basado en las resoluciones de la ONU y en dos Estados. Es la continuidad de una línea que Pekín ya llevó al estrado de la Asamblea General el año pasado, cuando pidió un alto el fuego inmediato y reivindicó su papel de mediador en Oriente Medio. 

El timing no es casual. La Asamblea General reanuda hoy la Conferencia Internacional de Alto Nivel para la Solución de Dos Estados, una cita co-coordinada por Francia y Arabia Saudí que busca transformar en hoja de ruta operativa la llamada “Declaración de Nueva York”. Varias capitales han aprovechado el impulso para anunciar o formalizar el reconocimiento de Palestina, en un movimiento que pretende blindar políticamente esa salida aunque su impacto práctico dependa de dinamizar negociaciones reales y del alineamiento de actores clave.

El foco de Pekín no se limita a titulares. En sus comparecencias, Exteriores chino ha reclamado a los actores “con especial influencia” sobre Israel que adopten una posición “objetiva y justa” y contribuyan a frenar las dinámicas que descarrilan la convivencia de dos Estados. El énfasis en rechazar “acciones unilaterales” —asentamientos, anexiones de facto o cambios de statu quo— encaja con el tono que difunden los medios oficiales chinos, donde se repite que esa arquitectura debe sostenerse “sin fisuras”. 

La clave es qué implica este posicionamiento para la economía y los mercados. Primero, la presión diplomática suma argumentos a quienes apuestan por un alto el fuego que reduzca la prima de riesgo geopolítica en materias primas y fletes; segundo, perfila el papel de China en la eventual reconstrucción de Gaza, un proceso multimillonario en el que empresas de infraestructuras, energía y tecnología buscarán contratos bajo paraguas internacional; y tercero, recalibra equilibrios con Israel —socio relevante en semiconductores, ciberseguridad y salud digital— y con las economías del Golfo, donde Pekín quiere consolidar inversión y suministro energético estable. Son vectores que los inversores miran de reojo cuando valoran exposición a emergentes, sensibilidad a tipos de interés y al dólar, y cadenas de suministro regionales.

El mensaje final de Pekín mantiene la coherencia de los últimos meses: alto el fuego ya, blindaje jurídico-político de la solución de dos Estados y un llamado a canalizar el peso de las grandes potencias para pasar de las declaraciones a los mecanismos de implementación. Si la conferencia de hoy logra traducir consensos en hitos medibles —seguridad, gobernanza y financiación de la reconstrucción— habrá más opciones de que esa “causa justa” salga del bucle de la retórica y avance hacia un Estado palestino viable.

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