Putin autoriza a Citigroup a vender su filial rusa a Renaissance Capital y cierra una era para la banca estadounidense en Moscú
El presidente ruso, Vladímir Putin, firmó este miércoles un decreto que permite a Citigroup completar la venta total de su filial Citibank Rusia a Renaissance Capital. La operación, aprobada sin condiciones adicionales, pone fin a más de tres décadas de presencia directa del banco estadounidense en el país.
El presidente de Rusia, Vladímir Putin, ha dado luz verde a la venta de la participación de Citigroup Netherlands B.V. en Citibank Rusia, autorizando de forma oficial la adquisición del 100 % de la filial por parte del grupo financiero Renaissance Capital. La decisión, recogida en un decreto publicado por el Kremlin, se enmarca en el proceso de salida definitiva de bancos occidentales del mercado ruso tras la guerra de Ucrania.
El documento firmado por Putin especifica que “no será necesario obtener otros permisos, decisiones, acuerdos ni aprobaciones adicionales” para completar la transacción, lo que implica un trámite acelerado para cerrar la venta. Fuentes financieras en Moscú interpretan la orden como un gesto político destinado a facilitar la desinversión controlada de capital extranjero en el sistema bancario ruso, evitando posibles conflictos regulatorios.
Citigroup, que inició su retirada progresiva de Rusia en 2022, anunció entonces que reduciría su presencia en el país a lo estrictamente necesario para cumplir con obligaciones legales y regulatorias. En su comunicado más reciente, la entidad con sede en Nueva York afirmó que “a partir de 2025, las únicas operaciones restantes en Rusia están vinculadas a procesos de liquidación y cumplimiento normativo”.
La autorización marca el fin de una etapa de más de 30 años de operaciones del banco estadounidense en territorio ruso. Citigroup fue uno de los primeros bancos internacionales en establecerse en Moscú tras la caída de la Unión Soviética, desempeñando un papel clave en la apertura económica del país durante los años noventa y principios de los 2000.
La compradora, Renaissance Capital, es una institución financiera con sede en Moscú especializada en banca de inversión y mercados emergentes, y ha ganado protagonismo en los últimos años como intermediario financiero entre empresas rusas y africanas. Analistas locales señalan que la operación refuerza la estrategia del Kremlin de “repatriar activos estratégicos” del sector financiero en manos de firmas nacionales o afines.
El movimiento se produce en un contexto de reconfiguración del panorama bancario ruso, tras la salida de entidades occidentales como Deutsche Bank, HSBC, Société Générale o Raiffeisen Bank International, que han reducido o liquidado sus operaciones debido a las sanciones internacionales. Moscú ha respondido con medidas restrictivas sobre las desinversiones extranjeras, obligando a muchas compañías a vender sus activos a precios reducidos o a socios locales designados por el gobierno.
Según el economista Andrey Movchan, exasesor del Banco Central de Rusia, “el permiso otorgado a Citigroup demuestra que el Kremlin busca un cierre ordenado con las empresas extranjeras que todavía operan en el país, siempre que el control final de los activos permanezca en manos rusas”.
En el plano internacional, la operación también marca el fin de una presencia simbólica de la banca estadounidense en el sistema financiero ruso, una de las últimas vestigios de cooperación económica entre Moscú y Wall Street. “Para Citigroup, salir completamente de Rusia no solo es una decisión de cumplimiento, sino también reputacional”, señaló Paul Donovan, economista jefe de UBS Global. “El mercado ruso se ha vuelto prácticamente inaccesible para las instituciones occidentales por motivos legales y éticos”.
Aunque los términos financieros del acuerdo no han sido divulgados, medios locales estiman que el valor de la transacción podría rondar los 150 millones de dólares, muy por debajo del valor contable original de Citibank Rusia, reflejo del deterioro del mercado y de la presión política sobre las empresas extranjeras que permanecen en el país.
Con la venta a Renaissance Capital, Citigroup cierra su presencia directa en Rusia, mientras el Kremlin consolida su estrategia de soberanía económica. La operación simboliza el fin de una era en la que Moscú buscaba atraer inversión financiera internacional, y abre paso a una economía más aislada y controlada por el Estado.