La respuesta implacable de Rusia y la encrucijada económica de Europa según Iturralde

El reciente episodio de confiscación de activos rusos por parte de la Unión Europea ha desatado una polémica que va más allá de lo estrictamente económico. Alberto Iturralde, un analista que no dejó títere con cabeza en su intervención en Negocios TV, califica esta medida como «un suicidio económico para el euro» y una provocación que podría desencadenar consecuencias devastadoras para el continente. ¿Estamos acaso frente a un punto de no retorno en la relación entre Europa y Rusia?

Iturralde no habla a la ligera cuando asegura que Rusia está «en estado catatónico», pero lista y preparada para responder con fuerza al apretón europeo. La confiscación de activos congelados —más que un acto legal o económico— lo entiende como un movimiento con claras connotaciones bélicas. El argumento no se queda solo en la retórica, sino que añade un posible efecto colateral grave: la destrucción de la confianza internacional en el euro.

Y claro, ¿Quién querría invertir en una moneda que ve cómo sus propias instituciones pueden implementar esta clase de ataques económicos? Iturralde no duda en vincular esta situación con situaciones de corrupción sistémica y también con intereses poco transparentes, señalando la prolongación de un conflicto en Ucrania que, según él, parece tener más componentes estratégicos que humanitarios.

Europa se enfrenta a un dilema: defender sus valores —según sus propias interpretaciones— o mantener la estabilidad económica que la ha caracterizado al menos durante las últimas décadas. La confianza en el euro, advierte el analista, es frágil y esta especie de «autogol» podría provocar una fuga masiva de capitales. Y no solo eso, sino que abre una puerta para que nuevos actores financieros cuestionen la hegemonía europea.

Este escenario tiene tintes que recuerdan a conflictos pasados donde la geopolítica y economía estuvieron entrelazadas hasta hacer imposible distinguir una de la otra. Aunque algunos gobiernos europeos apuestan a que este movimiento fortalezca su posición internacional, otros ven la tormenta que se avecina con preocupación realmente justificada.

En otro plano, la charla no pasó por alto la montaña rusa que ha vivido el Bitcoin. La caída desde los 90.000 dólares no sería más que otro capítulo en la naturaleza especulativa de las criptomonedas. Sin embargo, Iturralde expone con cierto énfasis la «trampa» que podrían suponer los rebotes técnicos rápidos, algo que no debería engañar a los inversores, sobre todo a los minoristas que dependen de grandes bancos para guiar sus decisiones.

Más allá de los mercados, el analista toca un tema que podría parecer anecdótico, pero que según él, se ha convertido en un «problemón»: la situación generada por Donald Trump en Venezuela y las tensiones internas en su administración relacionadas con presuntos crímenes de guerra. ¿Podrá esta cuestión influir en las dinámicas internacionales y acaso en las políticas económicas que se adoptan?

No es secreto para nadie que grandes nombres como BlackRock o JP Morgan tienen una capacidad enorme para condicionar los movimientos dentro de activos especulativos. Iturralde no titubea al poner énfasis en que estos bancos distribuyen papel que puede seducir a inversores menos avisados, quienes muchas veces no dimensionan la volatilidad inherente ni las estrategias que los grandes actores emplean para asegurar su rentabilidad.

Finalmente, el contexto geopolítico se completa con lo que sucede ‘en casa’ de Trump y su relación con Venezuela. La presión aumentada por investigaciones sobre posibles crímenes de guerra ha complicado la estabilidad dentro de la administración, lo que indirectamente podría traducirse en movimientos inesperados en la política internacional.